Opinión

Casado y ‘Perfiles de coraje’

El 6 de mayo de 1957 se concedía el Premio Pulitzer al entonces senador de los Estados Unidos, John F. Kennedy, por su libro ‘Perfiles de coraje’ que el después presidente americano escribió entre 1954 y 1955 en una época en la que tuvo que estar convaleciente en la cama por problemas de espalda. Ya en aquella época muchos acusaron a Kennedy de no haber escrito ese libro, de no haber sido el verdadero autor de las ocho historias de valor de varios senadores estadounidenses. Nadie tenía pruebas de nada, ni las tuvo nunca, pero ahí quedaron esas acusaciones. Realmente valió de poco porque cinco años después de escribir el libro sería nominado candidato por su partido a las elecciones presidenciales americanas, elecciones que ganaría en noviembre de 1960 convirtiéndose en el presidente más joven de la historia norteamericana. Hay muchos paralelismos entre aquella campaña contra Kennedy por ‘Perfiles de coraje’ y lo que estamos viviendo en estos días en nuestro país con Pablo Casado.

En primer lugar, por los paralelismos personales que hay entre dos políticos con un gran carisma, que ascienden en sus partidos con menos de 40 años y que tienen una comunicación muy fluida y muy convincente  que llega al corazón de los electores. Quizá no se sabía que la misma estrategia que se usó para tratar de acabar con JFK en su día es la que se está utilizando ahora en España con Pablo Casado. Estamos asistiendo atónitos a todo un bochornoso ejercicio de manipulación social y colectiva a cuenta de un proceso judicial sobre un máster que no es tal, que en realidad son unos cursos de doctorado , todo orquestado y dirigido a minar desde su inicio el liderazgo de Pablo Casado en el Partido Popular y en el centroderecha de este país. Y como digo se trata de una operación en la que se dan todos los ingredientes, pero que sobre todo cuenta con todos los medios, incluidos esos que se entienden serios y a los que Pedro Sánchez ha podemizado cambiando a decenas de profesionales para lanzar un mensaje que por mucho que se repita no es cierto.

La misma izquierda que lanza bombas de humo tratando de reabrir heridas o de adoptar posiciones sumisas con el independentismo, o que quiere freír a los españoles a impuestos o que va a por el pan en helicóptero o de concierto en Falcon con la sonrisa de un nuevo rico, esa misma izquierda, trata de pintar una realidad universitaria muy diferente a la que conocemos los que la vivimos y hemos vivido desde dentro. Pablo Casado no obtuvo ningún beneficio de un título que además no le habilitaba para  nada, que no es un título en sí mismo sino que venía a sustituir a los Diplomas de Estudios Avanzados antes de la llegada total de los Planes Bolonia y de los Master Universitarios de Investigación. No mejoró su posición profesional, porque ya era diputado autonómico cuando realizó estos cursos de doctorado y desde luego no quitó el trabajo a nadie.

Acoso y derribo

Como es el nuevo líder del PP, partido al que hay que hundir por lo civil o por lo criminal , se le abre una pieza separada en un juzgado, se persiguen delitos no dejando al presidente del Partido Popular defenderse como podría haberlo hecho y haber acabado de un plumazo con todas las insidias, mancillando su honor, magnificando mentiras y minimizando informes de la ANECA o testificales de los rectores, o documentales de la propia Universidad en la que explica que no se hizo nada diferente con Casado que con el resto de alumnos dejándolo en un absoluto estado de indefensión. En esta justicia en la que los políticos del PP tienen presunción de culpabilidad es el Presidente Casado quien tiene que demostrar su inocencia según una jueza, entregando un ordenador de hace diez años, entregando unos trabajos que el ha enseñado y que ni la Universidad ni el tenían obligación de guardar durante tantos años. Se invierte la carga de la prueba porque se llama Pablo Casado. Por nada más. Más de 60 años después la misma estrategia que se intentó con el presidente Kennedy se está intentando con el Presidente Casado.

Más de 60 años después la verdad importa poco, importa el destruir la ilusión que saben que acompaña a cualquier movimiento de quien hoy en día lleva la iniciativa política de este país, que hace al Gobierno rectificar después de ser insultado en temas como las crisis migratorias o el apoyo al juez Llarena. Pablo Casado ya tiene su ‘Perfiles de coraje’. Y de paso, tiene a toda la izquierda esquizofrénica buscando entre sus profesores de primaria a ver si algún día copió o no fue a clase. Es el nivel en el que nos movemos, en el que aun habiendo dado todas las explicaciones, incluso más de las necesarias, Pablo Casado se ve acosado por unos medios que juegan a destruir y por un sistema judicial que no ha aguantado la presión mediática. Ni que decir tiene recordar que Kennedy llegó a ser presidente de su país, ganó unas duras primarias en su partido y ganó unas duras y emocionantes elecciones al presidente Nixon.

Y lo hizo después de aguantar, como Pablo Casado, una campaña de desprestigio por un libro del que dudaban que hubiera escrito. Sin pruebas. Simples opiniones de terceros. En aquel debate Kennedy le dijo a su contrincante: «Lo que yo critico, señor Nixon, no es al país, sino a quienes lo están dirigiendo». Y eso era lo que estaba en juego, y  lo que está en juego en nuestro país. España es un gran país con más dirigentes que nunca en un Gobierno que gasta más que nunca en altos cargos y asesores, y que naufraga en las ínfimas y gaseosas  políticas que está emprendiendo con su minoría parlamentaria y tiene que recurrir a desenterrar la historia o a azuzar enfrentamientos. Y como con eso no le da, tiene que lanzar a sus medios de cabecera a la cacería de ese joven presidente del Partido Popular que habla sin complejos, que comunica y transmite bien, que tiene una solvencia intelectual que le falta a sus líderes y al que temen. Pero la política mal entendida convierte el temor en basura.