La carga del mameluco contra el Dos de Mayo

La decisión del Gobierno de Pedro Sánchez de suprimir el desfile militar con el que se conmemora el levantamiento patriótico del Dos de Mayo de 1808 contra el invasor Napoleón, coincidiendo con la celebración del Día de la Comunidad de Madrid, es un nuevo episodio en la utilización partidista de los instrumentos del Estado, en este caso las Fuerzas Armadas, para atacar a la presidenta Isabel Díaz Ayuso.
Ahora ha sido la ministra de Defensa, Margarita Robles, quien ha decidido hacer un García Ortiz, mostrándose tan sumisa como el fiscal general del Estado ante las órdenes obsesivas de Sánchez contra Díaz Ayuso.
Con la decisión del Gobierno de prohibir la presencia militar en la celebración del Dos de Mayo, Sánchez y Robles están incumpliendo uno de los objetivos prioritarios de las Directivas de Defensa Nacional de las dos últimas décadas, incluida la última, que es suya, como es el fomento de la llamada «cultura de Defensa».
En la vigente Directiva, firmada por Sánchez en 2020, se concede nuevamente una importancia clave a la promoción de la cultura de Defensa que figura, ni más ni menos, como uno de los catorce objetivos de la política militar. «El fomento de la conciencia y cultura de Defensa -dice la Directiva- constituye un objetivo prioritario, pues no puede existir una Defensa eficaz sin el interés y la concurrencia de los ciudadanos. Acercar la Defensa al ciudadano es parte esencial de la cultura de Seguridad Nacional, como instrumento para lograr una sociedad comprometida y parte activa de su seguridad».
La propia Directiva aprobada por Sánchez sitúa la cultura de Defensa como la sexta entre las dieciséis líneas de actuación del Gobierno, que debe establecer «un apoyo decidido a la labor del Ministerio de Defensa para la promoción de la Cultura y Conciencia de Defensa, en el marco de la cultura de Seguridad Nacional».
No hay que olvidar que el departamento de Robles concede los Premios Defensa y el Premio Marqués de Santa Cruz de Marcenado, que reconocen a personas y entidades por su especial contribución a la difusión de la cultura de Defensa.
Así que estamos aviados, con un Gobierno que incumple su propia Directiva de Defensa Nacional, como han hecho en este caso con uno de sus objetivos prioritarios. Porque hay que ser muy ciego, y ya sabemos lo que el sectarismo puede cegar a Sánchez y sus ministros, además de nublarles el entendimiento, para despreciar lo que la celebración del Dos de Mayo significa para reforzar los vínculos entre nuestros Ejércitos y los ciudadanos.
Si hay una efeméride en la Historia de España en que cobre más sentido la unión del pueblo con sus hombres y mujeres de armas es justamente la que conmemora la heroica jornada retratada por Francisco de Goya en La carga de los mamelucos, acaecida en la misma Puerta del Sol donde tiene lugar el desfile, cuando militares y paisanos originarios de diferentes lugares de España se echaron a las calles de Madrid a luchar hombro con hombro contra el invasor francés.
Sólo el recuerdo de los capitanes Daoiz y Velarde, junto con el teniente Ruiz, vale por todo el presupuesto dedicado por la ministra Robles a la promoción de la cultura de Defensa multiplicado por mil. La decisión de estos heroicos militares de abrir el parque de artillería de Monteleón a los civiles, a los que armaron para combatir juntos a tropas napoleónicas bregadas en mil batallas, es el mayor ejemplo de los objetivos y actuaciones que persigue la vigente Directiva de Defensa Nacional, y con mucha más razón con la que hoy está cayendo.
Aquella gesta de un puñado de militares al lado de mujeres y hombres del pueblo de Madrid se ha alzado siempre como ejemplo máximo de la voluntad de todo un pueblo por defender su independencia, como sucede hoy con Ucrania. Incluso en los tiempos de la España fratricida de 1936, los dos bandos sólo coincidieron en una cuestión, además de en perseguir a desertores y prófugos de filas con igual saña: en el recuerdo de la gesta del Dos de Mayo como símbolo y acicate para sus respectivas causas.
Como recordó la propia Díaz Ayuso en la red social X, incluso bajo el recién constituido gobierno del Frente Popular se celebró en Madrid con presencia militar el Dos de Mayo en 1936, apenas dos meses y medio antes de que se produjera el golpe que desencadenaría la Guerra Civil.
«El sectarismo les devora a sí mismos», sentenció la presidenta de la Comunidad, apuntando a la contradicción de quienes se remiten de continuo a aquel pasado como cima de la idealización política, salvo cuando les parece inconveniente para los propósitos que persiguen en el presente. Que en el Año Franco Sánchez vaya a enmendar al mismísimo gobierno del Frente Popular cancelando la presencia militar en la celebración del Dos de Mayo es mucho más que poesía: es una torpeza infinita.
Sánchez sigue empeñado en cavar trincheras para poner asedio a Madrid y a los madrileños con el fin de dañar a su presidenta, contra la que no puede en las urnas, incluso destruyendo una conmemoración patriótica en la que durante más de dos siglos los españoles se han reconocido unos a otros, más allá de sus diferencias de toda clase, como partícipes de un solar común por el que merece la pena incluso dar la vida.
En la celebración del Dos de Mayo está reflejada toda la Nación, como lo estuvo cuando el pueblo de Madrid, al lado de sus militares, decidió vender cara su libertad frente al ocupante extranjero en 1808. Quien sólo por bilioso sectarismo se empeña en acabar con este acontecimiento, está arrancando también con rabia una de las páginas más emotivas de nuestra Historia compartida.
La excusa mendaz de la ministra Robles, que dice que la celebración es un acto «civil» en el que no cabe la presencia militar, se fundamenta en una ignorancia supina del significado etimológico del término, que proviene de civis, ciudadano, siendo cívico sinónimo de patriótico, según la RAE. Nada que sea patriótico puede ser ajeno a los hombres y mujeres de armas que sirven a su patria.
Así que Sánchez, digno émulo de Pepe Botella en la fobia creciente de españoles de toda condición, carga como mameluco de Puigdemont y Otegi contra la presencia de las Fuerzas Armadas en un acto patriótico en Madrid, con ciudadanos libres e iguales que se identifican en un pasado heroico, fundacional para la Nación, y tributan a sus hombres y mujeres de armas el homenaje de quien los reconoce como parte de ellos mismos en la voluntad de seguir permaneciendo unidos.
Así es como se reconocen siempre los viejos hermanos de sangre pasados los años, con la convicción de que es su deuda con los que cayeron lo que les permite estar vivos. Lo mismo sucede con la Nación, continuada y renovada con la entrega y el sacrificio de tantos servidores que supieron cumplir su deber a conciencia, en todos los campos y órdenes.
El Dos de Mayo viene siendo para los madrileños desde hace décadas una ocasión muy especial para manifestar ese reconocimiento a nuestras Fuerzas Armadas y a nuestras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.
Que se niegue a propiciar este reconocimiento la propia Margarita Robles evidencia su incultura de Defensa casi sin lagunas, impropia del cargo que ostenta. Ojalá que la ministra se enmiende a sí misma y desoiga las órdenes conminatorias del galgo de Paiporta (Díaz Ayuso dixit) para que se incumpla, con motivo de la celebración del Dos de Mayo en Madrid, un objetivo prioritario de la Directiva de Defensa Nacional que él mismo firmó, como es la fraternidad entre las Fuerzas Armadas y el pueblo del que provienen y al que sirven.