Opinión

La brasa salarial de Montero

Con la huelga feminista del 8 de marzo convocada por CCOO y UGT en ciernes, el PSOE y Podemos se han sumado a la misma haciendo un llamamiento a “las mujeres de este país y de todo el mundo que deben hermanarse contra la brecha salarial”. La portavoz de Igualdad de Unidos Podemos en el Congreso, Sofía Castañón, vaticinaba somnolienta hace una semana que “sin las mujeres se parará el mundo”. ¿Cómo van a vender estas diputadas la guerra pecuniaria contra el apocalipsis heteropatriarcal con la pasión de la revolución “sobada” y con legañas? El día que Castañón se subió al atril para defender la igualdad salarial femenina parecía la prototípica dependienta tan consciente de la tangada de su producto igualitarista que su alter ego de Dios Apolión bostezaba a bocanadas.

Tras la castaña superlativa de Sofía llegó el ataque de Irene Montero en Twitter contra la industria zapatera de Elche, referente europeo de la producción de zapatos que concentra más del 40% de las empresas nacionales del sector y que da empleo a más de 17.000 personas: “¿Sabes por qué no me preguntaron ayer las mujeres en Elche por Cataluña? Porque cobran 2 euros la hora cosiendo zapatos. Sin contrato, con las manos y los ojos destrozados de coser, llevándose la faena a casa además de limpiar, comprar y cuidar”.

Así, denunciando a puerta gayola que, junto al arroz con costra, los dátiles del Palmeral y los baños estivales en el Bajo Vinalopó, lo típico que puede hacer un ilicitano es practicar la semiesclavitud de Occidente. Sin embargo, y a tenor de lo que voy a desglosarles, podríamos asegurar que la brecha salarial, la de verdad, la abren Castañón, Montero, Maestre y otras diputadas repartidas en observatorios y comisiones de Igualdad con suculentos sueldos. Son el origen de nuestro auténtico agravio. Resulta socialmente inasumible que estas impúberes que jamás han trabajado fuera del amparo de lo público y que disfrutan de privilegios inimaginables para la mujer real se atribuyan nuestra representación sin nuestro permiso. Veamos. Vamos con Montero: Evita de los movimientos populares y “aprendiz de la lucha por derecho a la vivienda”. De acuerdo al propio portal de transparencia de Podemos, su sobrecogedora experiencia profesional en el ámbito privado se limita a un año de funciones en la empresa Saturn.

Ahora cobra 6.284€ netos en el Congreso gracias a los 2 pavos la hora cotizados por las zapateras de ojos destrozados e hijos creciendo en el más absoluto desamparo que cobran 36,275€ la hora menos que Montero. Toma brecha. La de Iglesias cobra 2.813 euros brutos al mes, por ser portavoz dos complementos salariales: 1.741 euros de gastos de representación más otros 926 euros para gastos de libre disposición. 697 euros más por ser adjunta de la Comisión de Derechos de la Infancia y la Adolescencia. Por ser diputada por Madrid percibe una indemnización exenta de tributación de 870 euros al mes. Y en enero y diciembre, ¡doblete! con la paga extraordinaria: 12.358 euros brutos y 1.741 euros para gastos libres de impuestos. ¿Cuántas personas, mujeres u hombres disfrutan de ventajas salariales de tal magnitud?

El gran problema de la mujer trabajadora y el principal hándicap a su progreso no son los hombres, ni el agravio comparativo impuesto por una clase empresarial que, de ser Belcebú encarnado, no podría cometer agravios salariales contra sus empleados independientemente de su sexo por estar regida la nómina de estos por los convenios laborales, negociados además con los sindicatos. El problema no es una especie de criatura machista-espectral circulando por los conductos de ventilación de los emporios de empresarios fascistas que fuman puros habanos mientras las féminas les limpian las botas, sino cederles su representación a estas mujeres que imponen cuotas en profesiones ya lideradas por mujeres. Estamos de acuerdo: sin las mujeres se pararía el mundo, pero de momento va mucho más despacio por culpa de sus señorías.