Opinión

Borja Sémper está en el punto de mira

  • Graciano Palomo
  • Periodista y escritor con más de 40 años de experiencia. Especializado en la Transición y el centro derecha español. Fui jefe de Información Política en la agencia EFE. Escribo sobre política nacional

En una semana, no menos de ocho colegas teóricamente informados acerca de lo que ocurre en el Partido Popular me aseguran que dentro de la remodelación que Núñez Feijóo llevará a cabo en cuanto se conozca la identidad ad hominem del nuevo Gobierno, uno de los que tendrán que dedicarse a otra cosa dentro de la formación es el actual portavoz, Borja Sémper.

Escribo que no me consta mucho más en un ambiente político popular tan hermético como el actual donde, según dicen sus propios conmilitones, sólo el cuello de la camisa de Alberto sabe lo que hará Feijóo.

Algunos de estos colegas relatan, no sé si dar crédito, que durante debates en tertulias televisivas y radiofónicas mantenidos con periodistas alineados en la izquierda o la extrema izquierda, reciben whatsapps por parte del conspicuo portavoz de la derecha alineándose con aquellos que integran la brunete sanchista y en detrimento de los argumentos que exponen los teóricamente posicionados con Génova 13. Con nombres y apellidos que no reproduzco para no poner en un brete a unos y otros.

En este contexto, un medio nacional relevante en papel y digital que sostiene editorialmente las posiciones del centroderecha titulaba en portada el pasado jueves con una afirmación del actor Antonio de la Torre, candidato de la formación neocomunsita Sumar, en la que sostiene que recibió el aplauso de Sémper al optar por integrarse en las candidaturas de Yolanda Díaz. Naturalmente, recibía el elogio del actor. Nada nuevo bajo el sol genovés: durante medio siglo desde su fundación ha venido ocurriendo primero en Alianza Popular y luego en el PP.

La educación, las buenas formas, el respeto hacia el adversario es una conquista de la civilización y de las buenas prácticas políticas. Sin duda. Lo que no parece tan lógico es mantener cincuenta años después posiciones desde un partido concreto que pueden interpretarse como carantoñas ridículas hacia el adversario que nunca las devuelve y además te desprecia. Es el famoso complejo de la derecha ante una izquierda que cree detentar una superioridad y autoridad moral que no tiene. Unos y otros olvidan de que parte huyeron y hacia dónde dirigieron sus pasos los ciudadanos alemanes cuando en 1989 cayó el Muro de la vergüenza.

Lo de estar en política con los votos de la derecha y tratar de agradar sólo a la izquierda para que te perdonen la vida es algo muy antiguo. Y nada práctico. ¿Cuántos votos rebañó el PP el 23 J de los caladeros de la izquierda?
¡Pues eso!