Opinión
PRIMERA LÍNEA

En bolsas de basura

La cultura funeraria simboliza la trascendencia del ser humano. El paso del tiempo se ha encargado de la progresiva demolición de valores que antes se consideraban permanentes, por elemental sentido de respeto a la condición humana. Por eso mismo, se llama profanación al tratamiento ultrajante que se hace a algo considerado sagrado. Los restos mortales, sin ir más lejos.

Siendo en tiempo lejano redactor de El Día de Baleares recibí el encargo de cubrir una información y como el cementerio de Génova venía de camino, el redactor gráfico me pidió hacer una parada para retratar un incidente que allí había ocurrido. Mientras le esperaba, me llamó alterado. Me acerqué y lo que vi era dantesco: una venganza hecha profanación, con el cuerpo del finado medio sacado del féretro. Tuve que permanecer a su lado, mientras tomaba las imágenes sumido en un comprensible nerviosismo. Pero lo que no alcanzo a comprender es que la escena siguiera intacta durante horas.

Es cierto que hace mucho los cementerios dejaron de ser camposantos y en efecto hoy nuestra insensibilidad los considera depósitos de desechos, solo eso. Lo que posibilita que una ideología pueda utilizarlos como escaparate de su hoja de ruta. Los desechos elevados al martirologio por el sacramento del relato. La paz de los muertos debería ser universal y en consecuencia la apertura de fosas, con fines expiatorios, debería ser igualmente universal.

Ha trascendido el hecho de que en el cementerio de Son Coletes (Manacor) han aparecido huesos humanos metidos en bolsas de basura y olvidados en una fosa común, todavía abierta, que al parecer no se corresponderían con la búsqueda de represaliados de la izquierda durante la Guerra Civil.

Puede que un sector de la sociedad, preferentemente la izquierda, olvide el respeto que merecen los muertos, costumbre que se remonta a milenios de civilización. Parece que Aranzadi, empresa contratada para hurgar entre los muertos anónimos, ha sido la contratada por la Conselleria competente en Memoria Democrática, que tiene en los podemitas a sus gestores. Aranzadi ha dicho algo así como, a mí qué me cuentan, habíamos acabado el trabajo.

Jesús Jurado, máximo responsable podemita en estos asuntos, se despachaba argumentando que su labor acaba donde acaba, es decir, donde la Memoria Democrática decide. Dicho en prosa: identificar los muertos de izquierdas y al resto del osario que le den, porque probablemente no son de los nuestros.

Puesto que hablamos de Manacor, lugar del desembarco a las órdenes del capitán Bayo, es posible que algunos de los huesos dejados en bolsas de basura fueran de quienes, igualmente, fueron fusilados solo que por los del bando republicano, que sin duda los hubo el tiempo que duró la operación. El abandono general de los desechos en bolsas de basura a la intemperie es faltarle al respeto a los muertos, independientemente de su condición.

Las fosas comunes, aunque algunos lo hayan olvidado, son la última morada de tantos anónimos, independientemente de lo que vivieron o desistieron de ser. Es símbolo del descanso eterno, cosido a la cultura judeocristiana de la que somos consecuencia y continuación. Violentar esta condición, que eso es lo que parece haber ocurrido en Son Coletes aunque haya sido de manera accidental, es una degeneración por constituir el abandono de los principios de respeto a los muertos que han permanecido vigentes durante siglos.

Lo que aquí ha quedado reflejado, el caso de las bolsas de basura, aparece editado en la prensa local apesebrada, donde se recoge tanto la respuesta de Aranzadi, la empresa adjudicataria (joder con el término), como de Jurado, ese podemita, echando balones fuera. Resumo el lugar común: El trabajo estaba acabado y las bolsas de basura son descartes, Además: La orden de Memoria Democrática llegaba hasta aquí y solo hasta aquí. ¿Qué pasa? En ningún momento apunte editorial reivindicando el valor de restos humanos anónimos, siempre respetables, abandonados en bolsas de basura.

Les pregunto a los vecinos de Manacor: ¿les parece bien dejar en bolsas de basura a sus vecinos porque no eran muertos de la memoria democrática? Insisto: si en la misma fosa común encontraron a republicanos, ¿por qué el resto no podían ser los fusilados por esos mismos republicanos?

Pero el asunto, parece ser, quedar en que la empresa Aranzadi solo estaba para cumplir órdenes y la conselleria, de Jurado y compañía, para dejarles a los muertos impropios un lugar en las bosas de basura y nada más. Lo cual lleva a concluir que esos huesos en bolsas de basura es probable que fueran muertos frente a los fusiles disparados a la orden de fuego de Bayo.

Lo grave es que asistimos a una degradación capital de valores hasta ahora conocidos. El PSOE, abandonada la socialdemocracia, se encamina hacia la insólita deriva de convertirlo todo en simples bolsas de basura sin más.