Ayuso a Pedro Sánchez: toda una lección de mujer
Una vez que Donald Trump les ha dejado sin relato en Gaza y el «genocidio», por mucho que trate de estirar el chicle, ya no da para mucho, el Gobierno de Pedro Sánchez ha decidido cambiar la bandera palestina por el aborto, un asunto que se ha convertido en el nuevo instrumento de agitación del Ejecutivo. Lo que ocurre es que son tan groseros a la hora de sacarse conejos de la chistera que eso del registro obligatorio de objeciones de conciencia al aborto y la pretensión de una imposible reforma constitucional para reconocer el aborto como un derecho fundamental no es otra cosa que un intento desesperado -a cuenta, eso sí, de un asunto muy serio- de desviar la atención de la corrupción que rodea al PSOE y a la familia del presidente del Gobierno. Por eso resulta reconfortante escuchar a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, desnudar el plan de agitación gubernamental con un contundente alegato de mujer que ha sufrido la pérdida de dos bebés y que planta cara a Sánchez desde su experiencia personal.
Lo más indecente es que Sánchez recurra al aborto apelando a una sedicente e impostada defensa de la libertad de la mujer, cuando si por algo se caracteriza este Gobierno es por su permanente abandono de la mujer. Todo es tan obsceno en torno a la figura del jefe del Ejecutivo que su pretensión de reforma constitucional no merece otra cosa que la más absoluta indiferencia, porque es imposible y lo sabe y porque no es otra cosa que politizar el aborto de forma nauseabunda para tratar de arañar un puñado de votos. Gaza ya no les sirve y ahora vuelven a lanzar bombas de humo para desviar la atención pública. Ayuso ha definido al personaje con indudable acierto: «Habla en tono machito sobre el aborto. Las mujeres hemos pasado de las lecciones del franquismo a las lecciones del sanchismo». Tal cual.
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