Opinión

Ayuso obliga a Sánchez a convertirse en dictador

El autobombo de Sánchez siempre acaba en decepción. Dicho sujeto creyó que, menospreciando a los madrileños, doblegaría a Ayuso, la diosa del Foro, como se la conoce en Madrid, donde se acuerdan los asuntos cruciales de la nación. El solvente Financial Times critica al perdedor de las elecciones y resume la victoria de Ayuso en estos términos: “Derrota humillante”. El maniquí que humilló a Madrid, hoy resulta ser el humillado. Donde las dan, las toman. Convertirse en dictador es la única salida para quien se inhibe de funciones, sin dar la cara, y aun así, intenta agotar la legislatura. El gachó está bien pertrechado, sus costaleros Frankestein lo sostienen.

Tras haber hecho el ridículo frente a Ayuso, se oculta en La Moncloa y maquilla su estrepitoso fracaso con nuevas indecencias y trampas. ¿En qué charcas o urnas pescó el infradotado para sacar tan pocos peces como votos? Ni siquiera su convulso ego improvisa respuestas porque ha roto todo contacto con la realidad. Así son los psicóticos cíclicos, alternan sus manías de grandeza con sus depresiones. Tras sacrificar, vilmente, sin que le temblara el pulso, al noble Gabilondo y expulsar del PSOE al genial Leguina por haber votado a Ayuso, surgió el tirano Sánchez, cruel bufón que no nos sacará jamás de la ruina en la que nos ha metido.

No me cansaré de decir que lo que es bueno para Sánchez es malo para España. Ayuso, Monasterio y cientos de miles de votos le han dado lecciones de humildad al trilero de feria, pero Pedro Sánchez Pérez-Castejón, político en declive, no reacciona. Nació pasmado y sigue igual.

Hoy será Belarra la que le quite el sueño a Sánchez. Tarea que antes recaía en Iglesias. Los espías son fríos, metódicos y transforman las noches en pesadillas. La misión consiste en que Sánchez no pegue ojo de aquí a septiembre. Pronto veremos a un Sánchez enloquecido, vagando en los jardines de palacio con uniforme de dictador…