Opinión
Carpe Diem

Se avecina un caos que hundirá Palma

Vamos directos a un atasco más espectacular como no vieran los siglos. Se convierte el Paseo Marítimo en un bulevar, se desvía buena parte de su tráfico sobre una Vía de Cintura ya saturada. Para evitarlo, se incrementa el tráfico en las vías medias como son Joan Miró, Marques de la Cenia, atravesando Palma hasta llegar a Joan Maragall o, peor aún, las avenidas hasta alcanzar de nuevo la autopista del aeropuerto, y al mismo tiempo, hete aquí el remate final, se desiste de terminar el segundo cinturón.

¿Hay quien puede proyectar un caos tan esplendoroso? Pues sí, el Govern, el Consell Insular, el Ayuntamiento de Palma y la Autoridad Portuaria. Todos ellos bajo la inestimable batuta de Francina Armengol, que pasará a la historia.

Hace prácticamente diez años, en 2013, la Jefatura de Tráfico alertaba de que la Vía de Cintura de Palma era una de las carreteras con una mayor densidad en circulación de vehículos de España. En estas mismas fechas el Consell de Mallorca advertía también de que en algunos tramos llegaban a transitar por esta vía una media de 153.083 coches al día, cifras que se acercaban entonces a la M30 de Madrid o la ronda Litoral de Barcelona. El número de vehículos que circula por las carreteras de Mallorca se ha ido incrementando año tras año y en 2019, según los últimos datos conocidos, alcanzó un récord. El tramo con más densidad es hoy el de la Vía de Cintura por donde pasaron a diario una media de 191.692 vehículos, sin contar los dos años añadidos. Esto son los datos. Y cualquier pequeño incidente en ella colapsa por completo los accesos a Palma o la circulación hacia Calvià, Andratx y la Universidad.

En aquellas fechas, 2019, el departamento de Movilidad del Consell de Mallorca acordó la creación de una mesa de trabajo específica para el área metropolitana, integrada por Govern, Consell y los ayuntamientos de Palma, Calvià, Llucmajor y Marratxí. Pero desde entonces nunca más se supo. ¿Qué ocurre mientras tanto? Pues que la Autoridad Portuaria, con el visto bueno de la presidencia de la comunidad y el Ayuntamiento de Palma, ha decidido ahora, y bien que hace -aunque al final esta solución conducirá irremediablemente al caos-que el Paseo Marítimo deje de ser como es ahora, la unión de las autopistas de poniente y levante, y pase a ser lo que en realidad ha debido ser siempre: un paseo marítimo. Para ello existe un proyecto, que ha sido ya adjudicado, y que reducirá los carriles de tráfico y ampliará su espacio para los peatones y el coche pasará a un segundo plano.

O sea que se va a convertir en una zona completamente distinta y dejará de ser, como de hecho es ahora, una autopista. El proyecto de remodelación de la vía, que costará 38 millones, tendrá una duración de 20 meses. El arquitecto ibicenco Elías Torres, máximo responsable del proyecto, explicó que la remodelación afectará al espacio que va desde Porto Pi hasta la plaza de Santo Domingo de la Calzada. «Será un paseo para el viandante». Esperemos, por tanto, que no sea otro genial invento como el que llevó a cabo en el Castillo de Bellver.

¿Qué ocurrirá mientras tanto? Pues es evidente. Desde que se inicien las obras del Paseo Marítimo, comenzará en Palma el caos. Desviarán una parte de su tráfico a las vías medias y a la Vía de Cintura. Al no poder dar una alternativa a través del segundo cinturón, que ya no se acabará, terminaremos la mayoría para llegar a Palma o circular por ella, andando, en bicicleta, desiderátum de los ecologistas, o en una red de ferrocarriles y autobuses mala e insuficiente. Y Palma dejará de ser la ciudad que fue. Con el añadido de que también pondremos un sistema de transporte del siglo XIX como es el tranvía. ¿Hay quien proyecte las cosas mejor para acabar hundiendo una ciudad, con las consecuencias añadidas de todos los que también acuden a ella a trabajar?

La eliminación de parte del segundo cinturón del plan de carreteras del Consell de Mallorca es el resultado de que el PSOE, en dos legislaturas, no ha hecho nada para solucionar el caos circulatorio de Mallorca ni los atascos que se producen para acceder a Palma. La falta de coordinación entre todas las administraciones ha sido inexistente y hoy la supresión del segundo cinturón no solo incrementa los atascos de la ciudad y la Vía de Cintura, sino que carece de una alternativa. Pero también invalida el PGOU. Algunos hace tiempo que ya lo han advertido: los genios que ahora nos gobiernan no mejoran el transporte público, no mejoran la movilidad y convierten la ciudad en un caos. Así es el Plan de Movilidad Urbana Sostenible de Palma y el Plan de Carreteras del Consell. Y por encima, un Govern incapaz de solucionar este auténtico merder.