El aniversario del fin de UCD y la política actual

UCD

Se cumplen ahora cuarenta años de la disolución de UCD como partido político, aunque realmente, nunca lo llegó a ser del todo, ya que fue una amalgama en la que se integraban liberal-conservadores, falangistas, democristianos y socialdemócratas, además de algunas tendencias regionalistas. Esa ¡Unión de Clanes Desunidos!, con la que la definió uno de los ministros de sus Gobiernos, Ricardo de la Cierva fue una especie de movimiento, o, más bien, de empresa por el bien común, que, desde las elites del franquismo dieron lo mejor de sí mismos para hacer la Transición -Santa Transición, en palabras de Umbral- y llevar a España a ser una democracia y un país completamente incorporado a toda la sociedad internacional.

Aquella empresa completó su objetivo y, una vez hecho, se disolvió tras su debacle electoral, porque ya había perdido, realmente, su sentido. Hizo un cambio tranquilo, aplicando el ‘de la ley a la ley’ que había posibilitado la Ley para la Reforma Política como VIII Ley Fundamental, elaborada por Torcuato Fernández-Miranda y ejecutada por Adolfo Suárez; legalizó el PCE, que era muy distinto al de la Guerra Civil y a los restos de rencor que quedan de él ahora en manos de esa formación extremista que es Podemos; venció a un intento de golpe de Estado; introdujo a España en la OTAN; y dejó a España en la puerta de la CEE, desde las negociaciones iniciadas ya en el franquismo, para que el Gobierno de Felipe González firmase la adhesión. Tras su disolución -con ese señor que era Íñigo Cavero haciéndose cargo de las deudas pendientes de la formación-, la mayoría de sus dirigentes y votantes recalaron en la entonces AP, movimiento que ya había empezado antes de las elecciones de octubre de 1982; algunos, fueron al PSOE; y unos pocos siguieron a Suárez al CDS. Tras el fracaso de este último partido en 1991, la inmensa mayoría se integró, definitivamente, en el PP, que acababa de ser refundado y que había absorbido ya a la Democracia Cristiana heredera del PDP de Alzaga -que fue la primera disidencia de la UCD-.

Todas esas personas, todas, eran personas preparadas y formadas, educadas y trabajadoras. Y no me refiero sólo a los integrantes de UCD, sino también al conjunto de miembros del resto de formaciones políticas, donde entonces se primaba el esfuerzo, el trabajo, el rigor, el conocimiento y la solidez de la formación. Por eso, eran mucho más eficientes y serios en sus propuestas y en su gestión. Y por eso, también, eran mucho más libres, al tener una profesión alternativa a la que volver sin depender de la política.

Si se miran ahora las fotos de entonces, o fotos actuales de las distintas reuniones que los supervivientes de estos grupos realizan, se siente todavía la fuerza del esfuerzo, del sacrificio, del trabajo, de la formación, el conocimiento, en contraposición a lo que vemos actualmente. Quizás esa seriedad duró hasta el fin de los Gobiernos de Aznar; luego, fue adulterándose, aunque todavía mantenía bastante buenos profesionales en los distintos ejecutivos. Con la llegada de Sánchez, las excepciones son contadas y procedentes de épocas anteriores- y la generalidad es la de un conjunto de personas que no están a la altura de las responsabilidades que tienen que ejercer.

Hace unos meses, escribí en OKDIARIO que la profesora Blanco, doña María, había presentado su último libro, titulado Votasteis gestos. Tenéis gestos, prologado por Carlos Rodríguez Braun, ilustre profesor, brillante economista y didáctico y riguroso analista económico. Lo más relevante de lo comentado en la presentación, que es la base de lo que se narra en el libro, como es lógico, es el deterioro que sufre, desde hace años, la política, y, en mi opinión, también la sociedad, pues los políticos no dejan de ser una pequeña muestra de cómo es la sociedad, y esta última se ha deteriorado también de manera profunda. La Dra. Blanco cuenta en su libro cómo la política se ha convertido únicamente en gestos, en frases huecas, vacías, donde importa poco decir la verdad o mentir -sabiendo que en política, siempre ha habido una dosis importante de mentiras-, porque lo único relevante es que la frase sea aparente, que la foto refleje una actuación que quede bien desde el punto de vista políticamente correcto, que las declaraciones que se realizan se llenen de palabras huecas que dan la vuelta a empalagosos enunciados con los que pretender vender falsas promesas.

En definitiva, nos encontramos con la sustitución de la preparación por el gesto; del sacrificio, por el disfrute del cargo; de la seriedad, por la frivolidad. Hace cuarenta años que desapareció UCD; sus maneras duraron un par de décadas más, pero ahora, además de querer liquidar la Transición y todo lo que conlleva, nos encontramos con el entierro de aquella forma de hacer política por los mejores, por las elites, por los más preparados, que hacían un sacrificio de unos años, en lo que sí que era claramente un servicio público, para aportar lo mejor de sí mismos a la sociedad. Igualito que ahora. Hay que retornar hacia la preparación, la formación, la seriedad y el esfuerzo, con los mejores en el Gobierno: eso también es el espíritu de UCD y de la Transición. Ojalá que se consiga.

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