Almeida da el primer paso hacia la sensatez
Lo que ha venido a decir José Luis Martínez-Almeida -«a los madrileños no les intereso como PP, sino como alcalde»- es una demostración apabullante de sensatez que apunta a la piedra angular del conflicto desatado en el principal partido de la oposición a cuenta de la decisión de Isabel Díaz Ayuso de aspirar a la presidencia del partido en la Comunidad de Madrid. Y es que lo que ha venido a decir el alcalde es que las pendencias internas pasan a un segundo término en un electorado que lo que valora es la gestión a la hora de resolver los problemas, en este caso, de los madrileños. Y eso es una verdad incuestionable.
El alcalde acierta y su diagnóstico debería servir de guía a los responsables de un partido que tiene que tener muy claro que el electorado no acepta bajo ningún concepto las peleas de patio de colegio y que, en estos momentos, lo esencial es canalizar todas las energías en hacer frente al socialcomunismo y dejarse de batallas estériles. Porque si el PP se enreda en problemas menores y cae en una estúpida guerra de personalismos, quien sale ganando es Pedro Sánchez, que no merece el balón de oxígeno que le están regalando.
Almeida, un político de altura y una capacidad probada para entender que lo fundamental es derrotar a la izquierda por la vía de la eficacia en la gestión, se ha visto injustamente inmerso en una batalla absurda que no encaja con su perfil. En esta pelea de patio de monipodio que se libra en el seno del PP, declaraciones como la de Almeida representan una reconfortante demostración de sensatez. Es por gente como Almeida -que en Madrid forma un tándem imbatible con Ayuso- por lo que la izquierda ha sido derrotada. Y lo que sería verdaderamente imperdonable es que el caudal del PP fuera dilapidado por los personalismos y egos de personajes menores.
En esta hora de España, personas como Almeida son absolutamente necesarias. Porque es la hora de los mejores. En un contexto crítico, convendría que la dirección del PP reflexionara sobre las sensatas declaraciones de su portavoz y se dejara, de una vez por todas, de continuar por la senda del despropósito. Almeida ha marcado el camino. Y lo ha hecho con un sentido de la responsabilidad digno de elogio. Porque en las circunstancias actuales proseguir por la vía de esta guerra pueril no es que sea un suicidio político, sino un acto de deslealtad manifiesta con millones de votantes.
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