La actualidad entre París y Caracas
La semana entrante -pese a ser la del comienzo de las vacaciones para una numerosa parte de españoles-, no se encuentra, informativamente hablando, de vacaciones precisamente. La lamentable exhibición del multiculturalismo inclusivo, pero ante todo y sobre todo anticristiano, en la ceremonia de inauguración de los JJOO de Paris 2024, donde sobraban las tres primeras horas de un espectáculo realizado para mayor gloria de lo opuesto al Olimpismo deportivo,-respeto y universalidad- unido al esfuerzo y el mérito, es un hecho que merece una profunda reflexión. Que el Comité organizador de esa ceremonia «lamente que se hayan podido ofender los sentimientos religiosos de algunos creyentes». Es una prueba evidente del cinismo e hipocresía de los organizadores de ese espectáculo, digno de mejor causa y que pone de manifiesto la decadencia de la grandeur de Francia y con ella la de una Europa convertida hoy en una mera colonia política, económica y defensiva, de los EEUU.
La Francia conocida desde el siglo VI como la fille aînè de l’Eglise (la hija primogénita de la Iglesia), desde la conversión al cristianismo del Rey de los francos Clodoveo, ha hecho triste honor al adagio latino de corruptio optimi péssima (la corrupción de lo mejor es la peor). Hoy Francia, y con ella la mayor parte de la actual Unión Europea, es una sombra de la que haciendo gala de sus raíces la dotó de una identidad nacional e histórica que la convirtió en referente de Occidente y gran parte de la humanidad, haciéndola respetada y admirada entre las diversas naciones y culturas.
España, tras la conversión del Rey Recaredo godo y arriano unos años después, fue la siguiente de ese reconocido plantel, que alcanzó su zenit con los Reyes Católicos, el emperador Carlos I y su hijo, el rey Felipe II. La decadencia de Occidente que narró Oswald Spengler ya hace un siglo, es una lamentable realidad en nuestros días en la actual Europa, en la que España no parece ser una excepción. Aunque, como «la única batalla que tiene la derrota asegurada» es la que no se afronta, por ello y cuando menos, queremos confiar en que todavía es posible no aplicarla a nuestro ser nacional.
Además de esta noticia de impacto mundial, nuestra atención está fijada también en Venezuela, dónde las elecciones presidenciales han abierto la esperanza a un cambio hacia la libertad de una república hermana sometida a la dictadura del chavismo político. Sería una gran noticia que ese régimen totalitario cediera el poder democráticamente, por lo que no sorprende que de momento se declare vencedor a Maduro aunque que lo haga por apenas un 51,2%, ya es un significativo dato del empuje de la oposición encabezada por el candidato de consenso, el democristiano Edmundo González, superando oficialmente el 44% de los apoyos. La República Islámica de Irán, Cuba, China y Rusia ya han reconocido esa victoria, a la que se han adherido los socios de Sánchez, Sumar y Podemos, dada su conocida dependencia y apoyo de Maduro y sin cuyos votos él no habría accedido ni se mantendría en la Moncloa. El PSOE y el gobierno sanchista, dada la estrecha relación de su anterior secretario general y de su presidente respectivamente, actuando cual virtual embajador extraordinario del actual régimen venezolano, deben una aclaración cuando menos. Es pública y notoria esa extraña vinculación que llama poderosamente la atención y resulta inexplicable desde una elemental lógica política. Que a una delegación oficial del PP, acompañando a candidatos de la oposición, se le impida acceder al país siendo expulsados en el mismo aeropuerto, basta y sobra para definir la situación que se vive.
El resultado definitivo está en el aire y no se descarta una actuación militar si la calle se levanta contra ese aparente pucherazo, considerado como un auténtico fraude electoral. Entre tanto, confiemos que la normalidad se restablezca y se imponga la verdad sobre un resultado oficial que es discutido y discutible con sólido fundamento. Y que la violencia y la fuerza no sean necesarias para que se imponga en libertad y paz, el auténtico veredicto de las urnas.