Opinión

Abierto giro hacia el totalitarismo

Para que el giro totalitario fuera completo faltaba la guinda. Y si hay alguien cualificado en España para aportar su particular sello de (mala) calidad, este individuo es el camarada Iglesias. Unos, señalan –Marlaska–; otros, agreden, –los exaltados de turno–; y los más cobardes, aplauden y tratan de sacar beneficio de la jugada.

El Orgullo, de ser una celebración de la diversidad, a pasos agigantados está mutando hacia algo muy diferente. La patrimonialización de la causa por la izquierda más sectaria resulta evidente.

Primero escuchamos la advertencia del ministro de Interior el mismo día de la fiesta; comentario lo suficientemente ambiguo como para no tener consecuencias jurídicas, pero meridianamente claro para todo aquel chiflado que quisiera extraer las consecuencias oportunas. Ha sido un milagro que la agresión a la comitiva de Ciudadanos no haya pasado del simple altercado.

El cinismo de Marlaska, desentendiéndose de este intento de agresión –en el que tuvo que intervenir la Policía–, ha tenido como colofón el comentario de Iglesias con su abierta justificación de la violencia contra Ciudadanos. El podemita considera “lógicos” los ataques e insultos sufridos.

En todo caso, lo desagradable del incidente al menos sirve para que la opinión pública perciba hacia donde se están deslindando cada uno de los campos. Y que Iglesias intente rebañar con su apología de la violencia su cuota de protagonismo es el signo inequívoco del giro totalitario al que hacíamos referencia en el título de este editorial.

Pensamiento único, exclusión del diferente –no ya del tibio, sino de quien no muestra entusiasta adhesión a los dogmas más concretos–, apuesta por la solución violenta y justificación a posteriori de la misma. Resulta lógico que el camarada Iglesias se encuentre cómodo en esta salsa. Le recordará a sus financiadores de Venezuela o Irán, donde por cierto continúan ahorcando a los homosexuales.