Abandonad toda esperanza
El pasado 1 de abril, Joan Miquel Perpinyà tuvo el coraje de desmarcarse del silencio, en cierto punto cómplice, de sus compañeros de profesión y referir una verdad evidente: el deshumanizado trato que había otorgado la izquierda a José María Rodríguez. El exsecretario general del PP, condenado por el caso Over, cuya pena viene cumpliendo conforme a la legalidad, cometió, para esa izquierda absolutamente desnortada, el desafuero de sentarse a la mesa con la presidenta del PP.
¡La que se armó fue parda! Se puso en marcha, a pleno rendimiento, el aparato de propaganda y manipulación del PSOE. Lo hizo como si, en semejante envite, les fuera la vida y la subsistencia propia. Los actuales Torquemadas (PSOE, Podemos y Més), no los Tribunales de justicia, decidieron aplicar al caso, una nueva pena accesoria. Sus dependientes magistrados acordaron, en defensa de los propios intereses de los mencionados partidos políticos, que debía imperar el pleno alejamiento social, la reclusión estricta a su domicilio, la incomunicabilidad del Sr. Rodríguez con el resto de ciudadanos. Éste ni siquiera podía compartir mesa con terceros, aunque fuese en privado. Y lo hicieron sin cortarse un pelo, con su habitual sectarismo, no exento de cierta dosis de violencia. ¿Quién les había otorgado semejante capacidad de marginación y exclusión social de un ciudadano?
Nadie. Simplemente sacaron a relucir su verdadero ADN, su entendimiento particular de la democracia y de la ley, su manera de conducirse en defensa de sus singulares intereses, aunque ello lleve consigo la imposición social de comportamientos que, como en este caso, no sean precisamente democráticos. Nada, por tanto, que no se supiese de antemano o no hubiésemos padecido en otras muchas ocasiones. Vieron el cielo abierto y una posible tabla de salvación final. Se agarraron a ella y enseñaron el plumero. Así son quienes nos representan, gentes muy deshumanizadas y muy poco de fiar.
¿Qué es lo que, en el fondo, no les gustó de ese encuentro (Rodríguez/Prohens)? Muy sencillo: que hubiese tenido lugar. ¿Por qué? Pues, también muy sencillo: porque la pelota está en el tejado, porque los votos en Palma valen su peso en oro, porque no están tan seguros de la victoria como afirman, porque el referido encuentro puede inclinar la balanza al lado del PP. ¡Aquí les duele! Todo lo demás es cuento, paripé, manipulación, propaganda, engañifa.
Se les ve muy nerviosos. Dicen tener confianza plena en volver a gobernar (Armengol). Pero, afloran los nervios y, sobre todo, lo que llevan dentro de sí: las dudas más que razonables. No las tienen todas consigo. Por eso, se comportan con nerviosismo, más traicionero dado su habitual sectarismo. No toleran que nadie, con razón o sin ella, se atreva a sugerir algo que debilite su posición. Si no estás con ellos, eres excluido y vilipendiado, sin miramiento alguno.
Cuenta Miquel Segura, en este orden de cosas, que el domingo, en la feria en Santa Margalida, la señora que, al parecer, ostentaba la representación oficial de Armengol «evitó no tan sólo dirigirme la palabra sino incluso mirarme. Eso sí: percibí alguna mirada furtiva de esas que atraviesan el acero pero la encumbrada dama giraba rápidamente su endomingado rostro con porte de marquesa desairada. Deduje que algunas señoras y caballeros de la aristocracia socialista de Mallorca no están ahora mismo muy contentos con este cronista (…). Qué le vamos a hacer, nadie puede llevarse bien con todo el mundo y menos el cronista resabiado que en las alturas del Col de Sóller de su largo periplo vital no tiene ya la menor prevención en callarse la pluma ni morderse la lengua». ¡Evidente y esclarecedora reacción!
Para terminar, quiero recordar, a cuantos convivimos en estas islas, un verso de Dante: «Oh, vosotros, los que entráis, abandonad toda esperanza» (Canto 3º, v. 9, Infierno). Un mínimo de inteligencia debiera llevarnos a tener en cuenta la experiencia adquirida en estos ocho años de dominio de esta izquierda, que preside, sectariamente, la Sra. Armengol. A partir de dicha experiencia, se ha de optar por un comportamiento consecuente. Se ha de dejar a un lado el seguidismo irracional. Es preferible seguir el propio instinto y la experiencia personal. Es más humano que cada cual decida su propio destino. Que no lo hagan los demás por uno es un reto que todos tenemos delante.
En cualquier caso, no debemos engañarnos. Si seguimos apoyando a esta izquierda, olvidémonos de construir una sociedad y una convivencia en libertad, en igualdad y en justicia. Abandonad toda esperanza. Ya lo hemos comprobado. ¿Qué más necesitamos para convencernos? Estoy seguro de que, como tantas y tantos, preferimos una sociedad más humana, más abierta y respetuosa con todos, más tolerante, menos sectaria y más moderada, menos vengadora y envidiosa, menos excluyente de nadie, aunque haya cometido errores o delitos. Estoy seguro de que preferimos y anhelamos una sociedad no tan dividida y enfrentada como la actual. Estoy seguro de que deseamos y buscamos una sociedad no tan polarizada por quienes expresan y quieren imponer posiciones extremas de derecha o de izquierda.
Si esto es así, si esa es tu utopía personal, actúa en consecuencia. No pongas de nuevo los ideales de vida, por muy utópicos que sean, en manos de quienes han enturbiado a fondo la convivencia entre los españoles. Tú decides. Busca, con tu voto, espacios de moderación y libertad.
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