¿Hasta dónde va a llegar esta campaña de acoso?

¿Hasta dónde va a llegar esta campaña de acoso?

Hace tiempo que el Gobierno y la Fiscalía deberían haber puesto coto sobre los batasunos catalanes y acabar así con esos grupos violentos de confrontación callejera que ponen en solfa la seguridad jurídica y la paz social en Cataluña. Los autodenominados Comités de Defensa de la República (CDR) son una nueva kale borroka inaceptable en un país como España. Cualquier grupo u organización que use la violencia para tratar de imponer su voluntad política, social o económica debe ser perseguido por la ley. Es inaceptable que estos violentos preparen sin más problema una encerrona contra el secretario general de Vox, Javier Ortega Smith, de cara al 40 aniversario de la Constitución. Efeméride de un documento que, precisamente, simboliza todo lo contrario: concordia y unión.

No obstante, los CDR y Arran, que ya acosaron al juez Pablo Llarena y a su familia con especial virulencia, no entienden el significado de esos conceptos. Muy al contrario, tratan de romperlos constantemente, como la unidad de España. Condicionando también la vida de los autónomos catalanes que se niegan a rotular sus negocios en catalán. De ahí que las autoridades estén obligadas a seguir el comportamiento de estos grupos de una forma muy estricta. De perseverar en la laxitud actual, pronto sucederá algo que no tenga remedio y, entonces, las lamentaciones no valdrán de nada. De hecho, empieza a ser preocupante la campaña de acoso y derribo que está sufriendo Vox.

Algo inaudito para un partido democrático y constitucional que el único pecado que ha cometido ha sido el de convencer a casi 400.000 andaluces que han votado libremente de que eran la mejor opción para la Junta. Dicha campaña de injustificable persecución puede alcanzar un estado muy peligroso con la intervención de los CDR. Un clima de tensión irrespirable que viene alentado, entre otros, por el lenguaje guerracivilista contra la formación de Santiago Abascal que está utilizando ese pirómano de la política que es Pablo Iglesias. Mensajes que han provocado que en marchas más propias de la Venezuela de Maduro que de la España constitucional se escuchen consignas como: «¡Sin piernas, sin brazos, los fachas a pedazos!». Algo que nos retrotrae a los albores de la página más negra de nuestra historia reciente: los años 30 del siglo pasado. Un viaje al pasado que hay que evitar con ley y rigurosidad para que así no nos arrepintamos eternamente.

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