Ecologistas de Baleares y Canarias piden prohibir las colonias felinas

Reclaman cambios en la Directriz de gestión al considerar que los gatos depredan la fauna de las Islas

  • Antonio Quilis Sanz
  • Periodista especializado en información medioambiental desde hace más de 20 años y ahora responsable de OKGREEN en OKDIARIO. Antiguo director de El Mundo Ecológico y colaborador en temas de medioambiente, ecología y sostenibilidad en Cadena Ser.

Las colonias felinas se encuentran en áreas urbanas o rurales y reciben cuidados sistemáticos por parte de voluntarios y asociaciones, una situación que, más allá del amor por los gatos, ha suscitado la pretensión de prohibir esta especie en dos archipiélagos españoles.

Estos gatos suelen formar parte de un programa cuidadoso que incluye alimentación, esterilización y supervisión general para garantizar su bienestar y el de la comunidad.

El objetivo de las colonias controladas es proporcionar un entorno seguro y saludable para estos gatos, previniendo la propagación de enfermedades y problemas en las comunidades donde viven. Sin embargo, existen puntos donde el control de las mismas es prácticamente nulo.

Prohibir las colonias felinas

Sin embargo, no todas las colonias felinas son bienvenidas, a tenor de la reclamación que han activado al unísono entidades ecologistas de Baleares y Canarias.

Los ecologistas de estos archipiélagos han demandado el prohibir colonias felinas en espacios protegidos de los ecosistemas insulares al considerar que los gatos depredan la fauna de la comunidad.

En concreto, la Asociación para la Conservación de la Biodiversidad Canaria (ACBC), el Grupo Balear de Ornitología y Defensa de la Naturaleza (GOB) y la Sociedad de Historia Natural de Baleares (SHNB), entidades científicas y conservacionistas de los dos grandes archipiélagos, pretenden «un enfoque que tenga en cuenta la singularidad de los sistemas insulares en el diseño de la gestión de colonias felinas, para evitar impactos especialmente graves sobre las faunas isleñas.

Vulnerabilidad de la fauna

De este modo se han expresado ante la propuesta del Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, a través de la Dirección General de Derechos de los Animales, que ha elaborado una Directriz técnica para la gestión de colonias felinas para orientar a los ayuntamientos (administración competente en esta materia) en la implantación de lo que dispone la Ley 7/2023 de protección de los derechos y el bienestar de los animales.

Las entidades conservacionistas han considerado que la iniciativa oficial «debería tener en cuenta la vulnerabilidad de las faunas insulares y el impacto que generan los gatos». En este sentido, han puntualizado que el texto actual «ignora esta característica clave para la conservación de la biodiversidad de los archipiélagos».

Control inexistente

Además, han señalado que la Directriz actual se centra en la gestión de las colonias de gatos, presentes en la mayoría de pueblos y ciudades, y que hasta la fecha se han manejado «por parte de personas o entidades animalistas con unas medidas de control administrativo prácticamente inexistentes».

La crítica de estos grupos se ha centrado en que los gatos «son una de las mayores amenazas para las faunas autóctonas a nivel global, con un efecto más importante que el que tienen los roedores u otros depredadores introducidos».

Además, han recordado que la Unión Mundial para la Conservación de la Naturaleza (UICN) incluye el gato entre las 100 especies invasoras más perjudiciales del mundo.

Gato doméstico cazando

Depredadores de especies

Como ejemplo, han expuesto que los gatos depredan sobre más de 2.000 especies silvestres, el 90 % de las cuales son vertebrados. «Mientras que en los ecosistemas continentales el 8,6 % de las especies consumidas tienen problemas de conservación, en los ecosistemas insulares, esta cifra asciende a más del 25 %».

«Esta diferencia en los impactos puede explicarse por el hecho de que en los ecosistemas continentales el gato puede ser una especie autóctona que junto con otros mamíferos depredadores han evolucionado conjuntamente en las poblaciones de sus presas a lo largo de cientos de miles de años o más, por tanto, están adaptadas a la presión de depredación que ejercen los gatos», aclaran los ecologistas. En cambio, en los archipiélagos, concretamente en Canarias y Baleares, el gato «es una especie introducida por los humanos».

Amenaza de las colonias felinas

El impacto de los gatos en las especies también fue objeto de atención de la Fundación Artemisan, que en febrero de este año impulsó un estudio publicado en la revista científica internacional Applied Animal Behaviour Science en el que se mostraba que los gatos domésticos representan una amenaza real para la fauna silvestre en España.

Según la fundación, «numerosos estudios de distintos países demuestran la problemática de los gatos domésticos en el medio natural, a los que se suma ahora la publicación, en una revista científica internacional, por primera vez, de un estudio realizado en zonas Red Natura 2000 de España».

Esta circunstancia «está poniendo en serio riesgo la biodiversidad, especialmente en espacios con especies protegidas o en peligro de extinción, en cuya recuperación se están invirtiendo grandes cantidades de recursos económicos y humanos», según destaca la publicación.