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La verdadera razón por la que tu perro da tantas vueltas antes de hacer caca, según un veterinario

  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

Cuando convives con un perro, es habitual observar con cierta curiosidad ese pequeño ritual antes de que finalmente se decida a hacer sus necesidades. Da vueltas, husmea, retrocede, vuelve a girar… un baile casi hipnótico que puede hacernos reír, frustrarnos si tenemos prisa, o simplemente dejarnos intrigados. Pero no es una tontería ni un simple capricho: se trata de un comportamiento arraigado en la evolución, con razones que van mucho más allá de lo que parece a simple vista.

Cada perro desarrolla, con el tiempo, ciertas preferencias que lo hacen sentirse más cómodo al momento de hacer sus necesidades. Algunos buscan césped, otros eligen tierra suelta, arena o incluso superficies específicas que les resulten familiares. Estas elecciones no son aleatorias: están influenciadas por sus experiencias tempranas, sus sensaciones físicas e incluso su sensibilidad al frío o la humedad. Cambiar de zona o de textura puede generar incomodidad o confusión. Por eso, algunos perros se resisten a evacuar si no encuentran «el lugar correcto». No es una cuestión de terquedad, sino una forma de proteger su bienestar físico y emocional.

¿Por qué el perro da vueltas antes de hacer caca?

El sentido del olfato es la principal herramienta de los perros para interpretar el mundo. Mientras que nosotros usamos la vista como nuestra primera fuente de información, ellos «leen» el entorno a través de los olores. Cuando un perro olfatea antes de defecar, no lo hace por simple curiosidad: está recogiendo datos sobre quién ha pasado por allí antes, qué edad tenía, si estaba sano, si era macho o hembra, e incluso cuál era su estado emocional.

A través de la orina y las heces, los perros intercambian mensajes químicos. Así, cuando tu perro gira y husmea en una determinada zona, está comprobando si otro animal «marcó» ese espacio.

Además de interpretar el entorno, los perros también aprovechan el momento de hacer sus necesidades para dejar su propio rastro. Esto ocurre gracias a unas glándulas ubicadas en la zona anal, que liberan feromonas específicas al evacuar. Estas sustancias químicas funcionan como una firma personal. Por eso, después de evacuar, muchos perros escarban el suelo con las patas traseras o incluso repiten el proceso en distintos puntos.

Las vueltas también cumplen otra función: acondicionar el lugar. Al caminar en círculos, el perro puede estar intentando aplastar la vegetación, nivelar la superficie o asegurarse de que no hay elementos molestos que interfieran con el proceso. Esta conducta, heredada de sus ancestros salvajes, responde al deseo de mantener limpio su cuerpo y su entorno inmediato.

Aunque a simple vista los perros puedan parecer despreocupados con la higiene, muchos de sus hábitos demuestran lo contrario. Son selectivos a la hora de elegir dónde evacuar, y evitan, en la medida de lo posible, ensuciarse. Incluso las razas más «torpes» conservan ciertos patrones que buscan mantener cierta pulcritud durante sus rutinas.

Más allá de los aspectos sociales y olfativos, existe otra razón igual de importante para este ritual: la seguridad. En la naturaleza, el momento de defecar supone un instante de vulnerabilidad. El animal debe agacharse y concentrarse en una tarea fisiológica, lo que lo expone a posibles amenazas o depredadores. Aunque los perros domésticos no enfrenten ese tipo de peligros en su entorno cotidiano, sus instintos aún conservan esa alerta innata.

Al dar vueltas, tu perro está evaluando el entorno, comprobando que no hay ruidos sospechosos, asegurándose de tener buena visibilidad y eligiendo un ángulo que le permita estar alerta incluso mientras evacúa. Este comportamiento es tan antiguo como efectivo, y se activa de forma automática. Así, lo que para nosotros parece una pérdida de tiempo, para ellos es un mecanismo de protección profundamente enraizado en su biología.

¿Influye el campo magnético terrestre?

Aunque suene extraño, existe evidencia científica que sugiere que los perros podrían verse influenciados por el campo magnético de la Tierra a la hora de hacer sus necesidades. Un estudio realizado en 2013 por un grupo de investigadores europeos descubrió un patrón curioso: cuando el campo magnético terrestre se encuentra en un estado estable, los perros tienden a posicionarse alineados en dirección norte-sur al defecar.

Este comportamiento no fue observado de forma aleatoria, sino que se repitió con suficiente frecuencia como para plantear una posible conexión entre la orientación del cuerpo del animal y las líneas magnéticas del planeta. Se trata de un fenómeno que también ha sido documentado en otras especies, como aves migratorias o ciertos mamíferos, lo que refuerza la idea de que los perros podrían poseer algún tipo de sentido geomagnético.

Sin embargo, los propios autores del estudio aclararon que esta alineación no es constante ni tiene un impacto decisivo en el comportamiento general del perro. Es, más bien, una reacción sutil y probablemente inconsciente, que sólo se manifiesta bajo condiciones muy específicas.

En resumen, lo que para nosotros puede parecer una simple vuelta sin sentido, para el perro es una actividad cargada de intención.