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La Guardia Civil lanza la peor alerta para los dueños de perros en España: «Cuidado si…»

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Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

Salir a pasear con nuestro perro se ha convertido, para muchos, en uno de los momentos más relajantes del día. Compartir ese tiempo al aire libre con nuestras mascotas fortalece el vínculo emocional y mejora la calidad de vida tanto del animal como de su dueño. Sin embargo, como en cualquier espacio público, también existen riesgos que, aunque no siempre son evidentes a simple vista, pueden tener consecuencias muy graves para los perros si no se actúa con rapidez.

Recientemente, la Guardia Civil ha emitido una advertencia para todos los dueños de perros en España. Se trata de una amenaza que surge cada año con la llegada de la primavera, pero que aún muchos desconocen o subestiman. Hablamos de la oruga procesionaria del pino, un insecto que puede parecer inofensivo por su aspecto, pero que representa un auténtico peligro para los perros, ya que puede provocar desde reacciones alérgicas severas hasta la muerte.

¿Por qué es tan peligrosa la oruga procesionaria?

La oruga procesionaria del pino (Thaumetopea pityocampa) es una plaga habitual en los pinares de la península ibérica, especialmente activa durante los meses de febrero a mayo. Su nombre proviene de la manera en que se desplaza: en fila, como si marchara en procesión. Esta característica llama poderosamente la atención de los perros, animales curiosos por naturaleza, que muchas veces se acercan a oler o incluso lamer estas filas de orugas.

Lo que muchos desconocen es que este insecto está cubierto de unos diminutos pelos urticantes cargados de una toxina peligrosa. Estos pelos actúan como mecanismo de defensa y se pueden desprender fácilmente ante el menor roce o corriente de aire.

Síntomas

Uno de los aspectos más alarmantes del contacto entre los perros y la oruga procesionaria es la rapidez con la que se manifiestan los síntomas. A diferencia de otras afecciones que evolucionan lentamente, los efectos de esta toxina pueden empezar a notarse en cuestión de minutos tras la exposición, lo que reduce considerablemente el margen para actuar si no se detecta a tiempo.

El primer síntoma que se suele observar es una salivación excesiva, acompañada a menudo de inflamación en la lengua, labios o incluso en toda la cara del animal. Estas señales pueden pasar desapercibidas al principio, sobre todo si el contacto fue leve, pero en poco tiempo se agravan. También son comunes los vómitos, náuseas y signos de malestar general, así como una repentina falta de energía o decaimiento que contrasta con el estado habitual del perro.

Uno de los signos más preocupantes es el cambio de color en la lengua o encías, que puede tornarse morada o negra debido a la necrosis tisular, provocada por la toxina de los pelos urticantes. En los casos más graves, si el animal ha lamido o mordido la oruga, esta necrosis puede avanzar rápidamente, generando pérdida de tejido e incluso la necesidad de amputar parte de la lengua para salvar su vida.

Además, muchos perros tienden a lamerse de forma compulsiva la zona afectada, lo que solo empeora la situación al redistribuir la toxina por otras zonns del cuerpo. Si no se actúa con rapidez, el contacto con la oruga procesionaria puede desencadenar asfixia, shock anafiláctico o fallo multiorgánico, provocando la muerte del animal en cuestión de horas.

Por ello, la atención veterinaria inmediata es esencial. No se debe esperar a que los síntomas evolucionen: cada minuto cuenta.

Cómo actuar

Ante la más mínima sospecha de que tu perro ha tenido contacto con una oruga procesionaria, lo primero y más importante es acudir de inmediato al veterinario. No esperes a que los síntomas evolucionen ni trates de solucionar el problema por tu cuenta, ya que el tiempo juega un papel determinante en estos casos.

Mientras te diriges a la clínica, hay algunas medidas que puedes tomar para reducir en la medida de lo posible los efectos de la toxina. Lo más importante es evitar que el perro se lama o rasque la zona afectada, ya que esto podría esparcir los pelos urticantes a otras partes del cuerpo, incluidas las mucosas, agravando la situación. Si es posible, enjuaga la zona con agua tibia, sin frotar, para intentar eliminar parte de los pelos tóxicos que pudieran haber quedado adheridos. Es fundamental hacerlo con cuidado para no romperlos y liberar más toxina.

Nunca apliques remedios caseros ni medicamentos sin indicación veterinaria, ya que podrías empeorar el cuadro clínico. Cada perro reacciona de forma distinta y solo un profesional puede administrar el tratamiento adecuado. En definitiva, actuar rápido y de forma correcta puede evitar consecuencias graves o incluso fatales.

En definitiva, la prevención es nuestra mejor aliada para evitar tragedias. Estar informado, ser precavido durante los paseos y actuar rápidamente ante cualquier sospecha puede marcar la diferencia. Los perros confían plenamente en nosotros para su bienestar, y es nuestra responsabilidad protegerlos de amenazas como la oruga procesionaria.

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