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¿Cuáles son los primeros síntomas de depresión en perros?

A los perros les gusta la rutina y la estabilidad

Muchas de las enfermedades que sufrimos los humanos también pueden padecerlas los perros, como la artritis o la depresión. Sí, los peludos también se pueden ver afectados por los trastornos del estado de ánimo debido a causas muy diversas. Lo más importante es que nosotros prestemos atención a cualquier tipo de cambio en su comportamiento y, ante la más mínima señal de alerta, llevemos a nuestra mascota al veterinario. La depresión en perros es una enfermedad muy peligrosa para estos animales, e incluso puede llegar a ser mortal si no reciben los cuidados necesarios.

Lo primero y más importante es que los perros son grandes amantes de la rutina y la estabilidad. Les gusta tenerlo todo bajo control y, si hay alguna alteración en su día a día, pueden sufrir estrés y ansiedad, y terminar padeciendo depresión.

Depresión en perros: síntomas a los que hay que prestar atención

Uno de los primeros cambios en los peludos cuando sufren un trastorno de su estado de ánimo es la falta de actividad. Ya no muestran interés por cosas que antes les apasionaban.

Tú conoces mejor que nadie a tu mascota, de forma que si siempre le ha gustado jugar a la pelota y ahora ni siquiera muestra interés en ir a recogerla, algo le pasa. Por supuesto, puede tener un día malo, pero cuando esta actitud se repite con el paso del tiempo, hay que estar alerta.

Además, los perros con depresión tienden a aislarse, y no se relacionan con los miembros de la familia ni con otros perros. Pierden el entusiasmo y se muestran apáticos respecto a todo.

Otros síntomas que pueden denotar esta enfermedad es la falta de apetito, o, por el contrario, comer en exceso. En este último caso, los canes aumentan de peso drásticamente en poco tiempo.

A todo ello hay que sumar la modificación en los hábitos del sueño. Por lo general, los perros que se encuentran en esta situación tienden a dormir más. Ahora bien, si su carácter es muy nervioso, suceder que les cueste conciliar el sueño y no descansen bien.

Y, por último, los peludos pueden presentar cambios en su comportamiento muy preocupantes, como ladrar en exceso o esconderse durante horas, por ejemplo.

Para tratar este trastorno es fundamental acudir al veterinario para que haga un diagnóstico y te explique cómo debes actuar.