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Juegos Olímpicos 2024

Francia sigue avergonzada por la ceremonia ‘woke’ de los Juegos Olímpicos: «Fuimos unos guiñoles»

Duras críticas desde Francia a la lamentable escena de 'La última cena'

El filósofo francés Michel Onfray pidió una explicación pública a través de una carta

Sigue la segunda jornada de los Juegos Olímpicos

  • Francisco Rabadán
  • PARÍS
  • Enviado especial
  • Redactor jefe de deportes. He tenido la oportunidad de cubrir dos Juegos Olímpicos, varios Mundiales de distintas disciplinas y algún que otro All-Star de la NBA con los Gasol. De Córdoba y sin acento.

La digestión de la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos sigue dejando ardores en muchos franceses. La sensación general de ridículo se ha acrecentado en las últimas horas con personas tan respetadas como el filósofo Michel Onfray pidiendo una explicación pública o con periódicos y televisiones cargando duramente contra lo visto. «No es Francia, fue un espectáculo woke», es el grito general.

La carta que Michel Onfray hizo pública el sábado por la tarde suscitó un debate sin precedentes entre nuestros vecinos. «La ceremonia de los Juegos Olímpicos permitió a Francia ofrecer un espectáculo para todo el mundo, hacer su cine, hacer una película, ofrecer su circo, lo que fue un gran momento de guiñolada. La escritura de este espectáculo por parte de un hombre blanco, de 50 años, judeocristiano fue un ejercicio de odio contra… ¡el hombre blanco, de 50 años, judeocristiano! Todo ello bajo la mirada de de colonialistas que esperan su momento, preparados por estos idiotas útiles subvencionados por los contribuyentes», dijo el filósofo.

El hombre del que Onfray habla no es otro que el director del espectáculo Thomas Jolly. Este francés fue el ideólogo de todo lo visto en el Sena y en el Trocadero y que tantas críticas ha suscitado en el mundo por burlarse de los cristianos con su interpretación de la Última Cena de Cristo siendo parodiada por Drag Queens. «Sí, pero de Mahoma nada», le recriminaron muchos franceses hartos de la valentía con unas religiones y la cobardía con otras.

Como no Thomas Jolly se dio a conocer en Francia por hacer una ópera sobre el emperador romano Heliogábalo, a quien tachó como el homosexual mayor del Imperio. El dramaturgo galo, sin embargo, ha fracasado en esta representación que ha sido reconocida como el mundo entero como una ceremonia ‘woke’ y ‘kitsch’ sin precedentes y que pone a Francia «a la cabeza de la decadencia de Occidente».

Las televisiones del país galo todavía seguían debatiendo en la mañana del domingo la imagen que habían dado de cara al mundo. «No es de país serio ni confiable», decían los comentaristas más conservadores, al mismo tiempo que los progresistas o ‘wokes’ no podían dejar de admitir que era «la prueba de que existen dos Francias» y que «tienen cabida todas».

Las críticas más duras

La conclusión a la que llega Onfray sobre el desfile pone en duda si el movimiento ‘woke’ va a ser el final de la sociedad tal y como la conocemos. «Nuestra historia, que se desarrolla en la intersección de una civilización moribunda y otra que está por venir, también tiene su firma: el espectáculo del desfile que reemplaza lo real por lo virtual, lo trágico por lo lúdico, la historia a través de la ficción es una perfecta estampa de lo que está por venir», reflexionó.

Francia está avergonzada y la diputada más joven de la historia de Francia puso la guinda en todas estas reflexiones. «Es difícil apreciar las raras escenas exitosas entre Marías Antonietas decapitadas, la multitud besándose sin importar el sexo, las drag queens, la humillación de la Guardia Republicana obligada a bailar con Aya Nakamura, la fealdad general del vestuario y la coreografía. Buscamos desesperadamente celebrar los valores del deporte y la belleza de Francia en medio de una propaganda tan cruda», aseveró la actual diputada europea.

Lo que parece evidente es que muy pocos, por no decir nadie, acabó satisfecho con el espectáculo visto en la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos. De hecho, el presidente del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach, ha evitado pronunciarse sobre ella más allá de que fue espectacular el escenario. Del contenido ideológico y de la imagen proyectada por Francia como un país entregado a la ideología woke, guardó un silencio ensordecedor.