Investigación
EL EMÉRITO CON UN HUIDO DE LA JUSTICIA

Juan Carlos I se ve casi a diario en Abu Dabi con un prófugo de España: el traficante de armas El Assir

Juan Carlos I se ha convertido en un inseparable en Abu Dabi de Abdul Rhamán El Assir, el traficante de armas de origen libanés y con nacionalidad española que se ha refugiado en los Emiratos tras huir de la justicia española y francesa. A pesar de esos antecedentes, el Rey emérito, que ante la corte de Londres en la querella de Corinna por acoso aseguró ser parte de la Corona, disfruta de los placeres de los Emiratos con un prófugo que figura en los ordenadores de Interpol como delincuente internacional.

El Rey emérito no oculta su amistad con El Assir, que perdura desde hace más de 40 años, pese a que ha estafado a la Hacienda Pública española. Las fuentes consultadas por OKDIARIO aseguran que El Assir no sólo visita casi a diario el domicilio de Juan Carlos I en la isla privada de Zaya Nurai, una residencia de más de 1.500 metros cuadrados con acceso a una playa privada -situada a unos 50 minutos en coche del centro de Abu Dabi- sino que además ambos se dejan ver en restaurantes de lujo como Ginger Marmaid (isla Zaya Nurai), 99 Sushi Bar (Hotel Four Seasons) o Cipriani (isla de Yas).

El Assir, en busca y captura desde hacía tres años, fue visto por primera vez en diciembre de 2021 acompañando a Juan Carlos I en un palco vip de un pabellón deportivo donde se celebraba el Mubadala World Tennis Championship en el que participaba Rafael Nadal. Las imágenes fueron retransmitidas por televisión y, a pesar de que el ex monarca y su amigo llevaban la cara cubierta con una mascarilla anticovid, fueron identificados por el periodista José María Irujo.

Aquellas imágenes del torneo de tenis destaparon la caja de Pandora: el ex jefe del Estado se presentaba en público con un delincuente perseguido por la Justicia española y buscado por Interpol. Desde febrero de 2019, en que los tribunales emitieron una orden de busca y captura contra El Assir, acusado de defraudar 75 millones de euros a la Agencia Tributaria y pendiente de una multa de 15 millones de euros, seguía codeándose con Juan Carlos I.

Lo más sorprendente es que quien seguía considerándose un representante de la más alta institución de España no afeara a su amigo su conducta inmoral y extrajudicial. El Rey emérito no podía alegar desconocimiento porque su jefe de seguridad, el teniente coronel de la Guardia Civil Vicente García Mochales, tiene acceso directo a las bases de datos de la Seguridad del Estado.

La postura del Rey emérito es más incomprensible cuando, tras estallar el escándalo y conocer por los periódicos que la Justicia pide para su amigo El Assir hasta 8 años de cárcel, haya intensificado aún más sus relaciones sociales con el empresario prófugo.

El traficante de armas huyó de España en 2008 y se refugió en Suiza cuando se enteró de que la Agencia Tributaria había puesto el foco en sus cuentas, llegando incluso a no comparecer hasta en tres citaciones. Después huyó y se refugió en Abu Dabi, un emirato que funciona como un paraíso fiscal y en el que los delincuentes de guante blanco, vinculados a la Casa Real emiratí, reciben un tratamiento especial con la categoría de blindaje.

Extradición favorable

España y los Emiratos Árabes Unidos firmaron en agosto de 2010 un convenio de extradición, que se complica cuando las infracciones cometidas son de naturaleza fiscal. Los delitos sometidos a proceso de extradición deben ser punibles en ambas partes. También la podrían denegar si “la extradición puede tener consecuencias graves para la persona reclamada, por razón de su edad o estado de salud”. Ese campo queda abierto para cualquier caso.

Juan Carlos I y El Assir se conocen desde los años 80 cuando el hispano-libanés comenzó a trabajar para el número uno del tráfico mundial de armas, Adnan Kashoggi, que había fijado su residencia una parte del año en Marbella, donde tenía anclado su yate Nabila. El Assir, licenciado en Ciencias Económicas por la American University de Beirut, se había casado en 1976 con la hermana del traficante, Samira, diez años mayor que él. Poco después, Kashoggi lo nombró director de la delegación de la multinacional Triad International en Madrid.

A partir de ese cargo, El Assir fue abriéndose un hueco en la jet de Marbella y Palma de Mallorca donde conoció al entorno de las amistades peligrosas de Juan Carlos I, hasta que llegó a relacionarse directamente con el entonces jefe del Estado a través de su administrador y testaferro Manuel Prado y Colón de Carvajal.

El libanés, nacido en 1947, que trabajaba en la delegación diplomática del Líbano en El Cairo, era hijo de un escritor y de una cantante libaneses. En su juventud militó en el partido de izquierdas Baas. Su gran despegue se produjo cuando logró que su cuñado Kashoggi se asociara con el amigo del entonces Rey, el empresario Manuel Prado. Entonces, constituyeron la sociedad Alkántara Iberian Exports, con sede en Chipre, que estaba participada por la empresa pública Fomento del Comercio exterior (FOCOEX) y el Instituto Nacional de Industria (INI).

El negocio, con el amparo de La Zarzuela, les salió redondo: una de sus primeras ventas fue un contrato de todoterrenos a Egipto por un importe de 1.000 millones de las antiguas pesetas. Pronto inundaron de armas zonas con conflictos bélicos de países del Sahel y del Cuerno de África.

Transcurrido el tiempo, el mercader hispano-libanés se separó de la hermana de Kashoggi y se casó con María Fernández-Longoria, hija del que fuera embajador de España en Egipto. Aquella relación matrimonial completó sus aspiraciones para acceder a la alta sociedad madrileña y al selectivo mundo de las finanzas. Esa unión lo vinculó con un personaje turbio de las finanzas españolas, Adrián de la Joya, casado con otra Fernández-Longoria.

Un influyente semanario árabe llegó a decir del empresario hispano-libanés: “El milagro de El Assir consiste en comer un día con el Rey Juan Carlos I, cenar con Hassan en Marruecos y desayunar un día después con su amigo Felipe González y otros dirigentes del PSOE”.

Además de una causa pendiente en España, El Assir tiene otra en Francia, el conocido como caso Karachi. Se trataba de una red que, para vender fragatas y submarinos a Arabia Saudí y Pakistán, compró con millonarias comisiones de fondos públicos franceses a los intermediarios corruptos de ambos países.

Corrupción en Francia

La causa en la que estaba imputado El Assir era conocida en Francia como Karachi Affaire, una trama de corrupción que sobornó a funcionarios corruptos de Arabia Saudí y Pakistán con los que Francia buscaba asegurarse el éxito en un concurso internacional de venta de fragatas y submarinos a esos dos países. Uno de los personajes que aparecía en la trama era El Assir, que fue juzgado por participar como intermediario en el pago de los sobornos.

El impago de una parte de los sobornos a funcionarios pakistaníes provocó después como represalia el atentado contra un autobús, el 8 de mayo de 2002, en el que fallecieron 16 ocupantes, entre ellos una decena de ingenieros galos que trabajaban en la construcción de uno de los submarinos.

Ese antecedente, que provocó otra orden de busca y captura contra El Assir, tampoco ha disuadido a Juan Carlos I para seguir manteniendo sus estrechas relaciones con el intermediario internacional de armas, que se hizo multimillonario a la sombra del que fuera jefe del Estado.

La situación jurídica de El Assir era tan comprometida que, en 2014, el miembro del staff del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) Juan Porto pidió al comisario José Villarejo que se hiciera cargo del caso para blindar al amigo de Juan Carlos I. El agente encubierto de la Policía llegó a desplazarse a Suiza acompañado de su amigo Adrián de la Joya -cuñado de El Assir- para intentar amortiguar las repercusiones jurídicas y mediáticas del mercader de armas.

A partir de ahí, Villarejo llegó a entrevistarse con varios magistrados. Uno de ellos forma parte en la actualidad del tribunal que lo juzga en la Audiencia Nacional. OKDIARIO ha escuchado las cintas donde Villarejo conversa con el juez sobre el asunto El Assir como tema central de la entrevista.