Internacional
Conflicto Rusia-Ucrania

La UE tendría que crear un mecanismo exprés que sortee la burocracia para la adhesión de Ucrania

Pese al respaldo del Parlamento Europeo a que Ucrania sea candidato para ingresar en la Unión Europea, cabe esperar que pasarían varios años hasta que el país materialice la adhesión por los numerosos trámites que incluye el proceso actual, incluida una negociación entre los Veintisiete y el propio país, pese a la petición del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, de agilizar el procedimiento. Para sortear esa situación, sería necesario que el bloque creara un mecanismo que permitiera una incorporación acelerada que por ahora no existe.

Sería algo así como sacarse un conejo de la chistera y que todos los países, sin excepción, apoyaran la medida. La urgencia que vive una Ucrania invadida por las tropas rusas y la amenaza de una catástrofe humanitaria inminente podrían resonar en las conciencias de los parlamentarios europeos, acalorados por la ofensiva ilegal del Gobierno ruso que ha puesto patas arriba el tablero -hablan de una nueva era en la escena internacional-, pero hay un hecho insoslayable que invita a la cautela: de momento, no hay tan siquiera unanimidad en el seno de la UE para que este proceso exprés eche a andar.

Entre los Estados miembros y Rusia prevalece la geoestrategia, los intereses económicos, con la fuerte dependencia de Europa del gas ruso de fondo, constata Jordi Regi, profesor de Derecho Internacional de la Universidad Nebrija. «La realidad es que, obviamente, hay un juego de poderes», afirma este experto, que destaca la importancia de Ucrania como enclave estratégico porque supone, a través del mar Negro, la salida hacia el Mediterráneo, un mar cálido que ya anhelaba la Rusia zarista. Ambiciones que, por ahora, se inmiscuyen en el legítimo deseo de la democracia ucraniana por acercarse a Europa.

Es cierto que nueve países de Europa central y del Este ya respaldan la candidatura de Ucrania para entrar en la UE, pero se podría interpretar meramente como un primer paso en un proceso mucho más complejo y duradero. Tras la solicitud de adhesión realizada por Zelenski el lunes, la Comisión Europea debe emitir un dictamen valorando la petición, que también tiene que aprobar el Parlamento europeo, un proceso que lleva unos meses, según explica Andreu Olesti, catedrático de Derecho Internacional Público de la Universidad de Barcelona.

Si se decide seguir adelante para que el país sea candidato a la adhesión, se abriría una negociación entre los 27 miembros de la UE y Ucrania en la que no hay plazos preestablecidos y en la que se estudian posibles excepciones en temas concretos, con informes de evaluación, un análisis profundo, en suma. Hay que entender que formar parte de la UE implica que el Estado candidato acepte todo aquello que ha sido adoptado previamente por la UE, desde la jurisprudencia del Tribunal de Justicia hasta todas las directivas, acuerdos internacionales, decisiones políticas, etc. «Cada Estado miembro puede tener una visión sobre las diferentes cuestiones», señala Olesti.

Posteriormente, deberán llevarse a cabo las transformaciones internas en Ucrania, ya sean económicas o jurídicas, para que el ordenamiento de este país pueda ser compatible con el de la UE. Una vez culminado ese proceso, se celebraría un Tratado de Adhesión, que se firma por los 27 Estados y Ucrania y que luego se tiene que ratificar por los parlamentos nacionales de cada país. En el caso de España sería por ley orgánica. En total, eso supone un periodo de tiempo equivalente a «como mínimo, varios años», estima Olesti.

Vale la pena analizar el ejemplo de Croacia, el último miembro que se unió a la UE en 2013. Este país solicitó el ingreso en 2003 y, tras la recomendación positiva por parte de la Comisión Europea, el Consejo Europeo reunido en Bruselas acordó el 18 de junio de 2004 concederle el estatus de país candidato. La adhesión de Croacia a la UE de facto como miembro pleno se produjo el 1 de julio de 2013, 10 años después de su petición. Olesti apunta que Croacia era «un país fácil de digerir porque era pequeño», con apenas cuatro millones de habitantes, mientras que Ucrania tiene 44 millones. Otros países como Turquía y Albania llevan años aspirando a integrarse en la UE sin éxito.

«A lo mejor se puede hacer en menos, pero hay unos tiempos que es difícil que se acorten porque requieren la negociación entre los Estados», argumenta este experto, lo que le lleva a pensar que la incorporación de Ucrania a la UE «no puede ser una cosa inmediata».

Las recientes declaraciones de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, pese a su muestra de solidaridad implícita, dejan la puerta abierta a una prolongada travesía: «La UE y Ucrania están ya más cerca que nunca. Todavía hay un largo camino por delante. Tenemos que acabar con esta guerra. Y deberíamos hablar de los próximos pasos».

En resumen, la voluntad política prima en este tipo de procesos, pero también es verdad que el entramado legal y técnico que los acompaña para adaptar la legislación del país que quiere entrar a las normas de la UE obliga a años de espera.

Población dividida

A diferencia de otras antiguas repúblicas soviéticas que actualmente forman parte de la UE, como LituaniaEstonia y Letonia, Ucrania tiene un componente más espiritual, ya que su capital, Kiev, es el origen de la Iglesia Ortodoxa Rusa, lo que suele recordar el presidente ruso, Vladimir Putin, en sus discursos para reforzar el vínculo entre ambos pueblos. La población ucraniana está dividida entre una facción más prorrusa y otra que reclama su identidad ucraniana. Todo ello dificulta más si cabe la desligadura y obstruye el encuadre .

«La cuestión es complicada y no se va a resolver tan rápidamente como piden» los ucranianos, comenta Regi, que aboga por un escenario en el que Ucrania busque una situación intermedia similar a la de Finlandia.  «Como decía Henry Kissinger [ex secretario de Estado de Estados Unidos durante los mandatos de Richard Nixon y Gerald Ford], Ucrania no debería acercarse a una europeización extrema ni a una rusificación extrema. Debería mantener un estatus neutro en el cual conviviese en paz el conjunto de la población que existe en ese país», añade.

Precisamente, esa división quizá es la responsable de que el Gobierno ucraniano no haya mostrado previamente una voluntad clara de adherirse a la UE, indica Regi. Este movimiento «a la desesperada» tampoco resolvería los problemas del país, opina. La situación actual de Ucrania, donde se combate en sus principales ciudades, «no es un momento idóneo» para la adhesión, señala Regi, ya que el proceso podría implicar un referéndum del pueblo ucraniano, que, en plena guerra, sería inviable, apunta. Un escenario incierto, pues, en el que el propio mantenimiento del Gobierno con el que negociarían los Veintisiete está en el aire.