Turquía destina más mercenarios sirios a Libia

Libia
Bombardeos en Libia (Foto: Reuters)

Turquía ha comenzado el proceso de envío de nuevos grupos de milicianos sirios a sueldo desde la región de Tal-Abyad, localizada al norte de Siria en la frontera con el país turco, para reclutarlos y mandarlos desde suelo otomano a la guerra civil de Libia.

El Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), organización establecida en Reino Unido que cuenta con una amplia red de observadores sobre el terreno, ha advertido de esta circunstancia resaltando que los servicios de inteligencia turcos habían instado a los dirigentes de las milicias sirias pro-turcas a que detallasen listados de cientos de combatientes de cara a destinarlos a Libia a luchar próximamente.

Diferencias facciones elaboraron listas de efectivos que han llegado a sumar hasta los 2.200 nombres, encabezados por las fuerzas de Ahrar al-Sharqiya, grupo rebelde armado sirio fundado en 2016 por elementos exiliados y desplazados principalmente de la Gobernación de Deir Ezzor y otras provincias orientales, como Al-Hasaka, debido a la oposición firme de las kurdas Unidades de Protección del Pueblo (YPG, por sus siglas en turco) y del propio Gobierno sirio de Bachar al-Asad, fervientes enemigos de la Turquía presidida por Recep Tayyip Erdogan.

Precisamente, muchos combatientes de Ahrar al-Sharqiya proceden del grupo terrorista del Frente al-Nusra, vinculado a la actividad de Al-Qaeda en Siria. Unos terroristas yihadistas que son objeto de hostigamiento por parte del régimen de Al-Asad.

El destino de estos 2.200 mercenarios es el de la guerra civil de Libia para luchar al servicio de la coalición formada por el Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA, por sus siglas en inglés) del primer ministro Fayez Sarraj y el Estado turco comandado por Erdogan, que se enfrenta al Ejército Nacional de Libia (LNA, por sus siglas en inglés), liderado por el mariscal Jalifa Haftar.

Según el OSDH, la inteligencia turca presionó a las diversas facciones que conforman el conglomerado de milicianos sirios pro-turcos para proveer de más combatientes de cara a esta nueva remesa de efectivos, a pesar de las reticencias mostradas por estos ante el cese del apoyo financiero que se venía dando por parte del Estado turco. Entre las facciones que se quejaban por este aspecto está la Legión de Rahman, con miembros provenientes de Guta y Homs, ciudades de la parte occidental de Siria.

El OSDH señaló que los servicios de inteligencia turcos presionaron a los integrantes de la Legión de Rahman para que hubiese un mayor suministro de soldados, después de la paralización por parte turca de la distribución de salarios durante unos dos meses y de la reducción de las asignaciones que se les proporcionaba a los milicianos con alimentos y municiones.

Turquía continúa así el proceso de transporte de mercenarios y extremistas para luchar contra el LNA de Haftar. Mientras, estas milicias apoyadas por asesores turcos intensifican los ataques contra civiles en áreas bajo el control del Ejército libio, así como bombardean sus propiedades y centran su objetivo en hospitales, camiones de combustible y suministros médicos. El número de muertes de mercenarios sirios en Libia ha aumentado ya a 190, y Turquía ha duplicado el número de milicianos para compensar sus pérdidas ante el LNA.

Con este panorama, el descontento es claro y manifiesto en el seno del grupo de mercenarios sirios destinado por Turquía a Libia. El horror de la guerra y el incumplimiento de lo pactado por parte de Ankara ha generado un escenario en el que los milicianos sirios pro-turcos en territorio libio se levantan contra los propios oficiales turcos y los líderes de las fuerzas leales al GNA de Fayez Sarraj, intentando incluso emigrar ilegalmente a Europa a través del Mediterráneo, según detalló el diario The Arab Weekly.

Medios de comunicación locales informaron sobre el hartazgo entre los mercenarios sirios y extranjeros enviados a Libia por el Ejecutivo de Recep Tayyip Erdogan ante los oficiales turcos, por un lado, y altos cargos de las milicias del GNA, que cuenta con el apoyo de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y cuya sede está en Trípoli, por otro; todo ello después de que Turquía incumpliese las promesas hechas y redujese sus salarios asignados. Por su parte, los líderes de las fuerzas leales al GNA han tachado esta rebelión de acto de desobediencia e indisciplina, por parte de los mercenarios.

El propio Observatorio Sirio de Derechos Humanos informó el pasado domingo de que Turquía había reducido los emolumentos de los milicianos sirios que se habían ofrecido como voluntarios para luchar en el conflicto de Libia, provocando la protesta generalizada entre estos.

Se produce así una vuelta de tuerca más por parte del ‘sultán’ Erdogan dentro de su afán de expansionismo en áreas como Oriente Medio y el norte de África. En el caso del conflicto bélico libio, el presidente de Turquía se alió con el GNA de Fayez Sarraj para hacer frente al rival LNA de Haftar en el marco de una guerra civil que se ha convertido últimamente en un pulso de potencias extranjeras que se han entrometido en la refriega.

El conflicto se ha internacionalizado en los últimos meses con la incursión de países foráneos interesados en Libia, principalmente por sus importantes recursos, como el petróleo. El LNA de Jalifa Haftar y el Ejecutivo oriental de Tobruk al que representa son apoyados por Rusia, Francia, Arabia Saudí, Egipto y Emiratos Árabes Unidos; mientras, en el otro bando, el GNA cuenta con el soporte de la ONU desde 2016 y, más recientemente, con el de Qatar y Turquía, país este último que desplazó a territorio libio equipamiento militar y efectivos armados (incluidos los citados mercenarios pro-turcos a sueldo procedentes de Siria) tras el pasado acuerdo de colaboración suscrito entre el presidente turco Recep Tayyip Erdogan y el primer ministro Fayez Sarraj a finales del año pasado.

Este pacto entre la nación otomana y el GNA libio también se centró en lo económico con un acuerdo sobre el establecimiento de límites de aguas jurisdiccionales y zonas de explotación valiosas en el arco mediterráneo, donde Erdogan ha puesto sus ojos para la extracción de gas (aspecto este último que provocó la denuncia internacional de Chipre y Grecia, al entrar supuestamente en áreas correspondientes a islas griegas).

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