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Venezuela

El ‘socialismo’ de Maduro: el salario mínimo en Venezuela es de 5,5 dólares mensuales

La mayoría de los trabajadores venezolanos necesitan la ayuda de familiares que han emigrado que mensualmente les transfieren cantidades de entre cincuenta y cien euros para ayudar al día a día

Hace unos días, durante la celebración del Día de la dignidad de Venezuela, la conmemoración de los 27 años del primer intento de golpe de estado por parte de los militares liderados por Hugo Chávez, el dictador Nicolás Maduro rechazaba la entrada de ayuda humanitaria para los venezolanos al grito de que los ciudadanos de ese país no son “ni esclavos ni mendigos”. Pero la realidad, por culpa de sus políticas socialistas, es bien distinta.

El gobierno chavista de Maduro tiene fijado como Salario Mínimo Interprofesional (SMI) unos irrisorios 5,5 dólares mensuales, 18.000 bolívares soberanos, una cantidad que dificulta a los venezolanos hacer una vida normal. Y es que más allá del ridículo salario, únicamente pueden disponer diariamente de unos 0,20 dólares, la cantidad máxima que les dispensan los cajeros automáticos de las entidades bancarias, que a diario concentran largas colas de usuarios que deben esperar hasta una hora para sacar esa cantidad, que alcanza como máximo para un billete de autobús.

El Salario Mínimo Interprofesional es la cifra que cobran la mayoría de venezolanos, ya sean profesores, militares, limpiadores o pensionistas. Prácticamente no hay diferencia salarial entre la gran mayoría de los trabajadores del país, a excepción de los altos ejecutivos de las empresas públicas, como la petrolera PDVSA, o cargos del régimen. Eso sí, hay que ser afín a Maduro. Llevarse bien con los chavistas también facilita el acceso a otro tipo de moneda y al crédito para comprar viviendas o vehículos, la gran mayoría de exportación china por la relación que estableció con ese país Hugo Chávez.

Las dificultades que pasan muchos venezolanos para subsistir les obliga a buscarse la vida más allá de su jornada laboral, haciendo otro tipo de negocios, contrabando de alimentos -conocido como bachaqueo- o incluso delinquiendo. Los que tienen familiares que han emigrado del país y trabajan en otros lugares del planeta recurren a ellos. Pero por culpa de la inflación, antes con una transferencia de 100 dólares tenían para pasar dos meses mientras que ahora apenas les basta para llegar a fin de mes.

La situación es tal que alimentos normales en nuestra dieta, como por ejemplo las manzanas, en Venezuela son un auténtico manjar. Es uno de los productos que sí están presentes en las estanterías de los supermercados, en contraste con el arroz, la pasta, el aceite o la harina, de lo que prácticamente no hay. Una sola manzana cuesta lo mismo que un litro de aceite, alrededor de los dos dólares.

Una cantidad similar cuesta el arroz, la pasta o la harina, productos básicos en la dieta venezolana y de los que se alimentan mayoritariamente por ser los más económicos. En productos de lujo, con sueldos tan escasos, se convierten también las medicinas. Una sola pastilla de ibuprofeno cuesta alrededor de cuatro dólares, y puedes llegar a tener que recorrer hasta siete farmacias de cinco barrios distintos de la capital del país para encontrarlo. Hay muchos otros fármacos que, directamente, no están disponibles.

Según el Banco Mundial, vivir con menos de 1,90 dólares diarios es vivir bajo el umbral de la pobreza extrema. Teniendo en cuenta que el sueldo mensual de los venezolanos se sitúa en los 5,5 dólares mensuales, eso supone que en el mejor de los casos, que esos 5,5 dólares sean íntegramente para una misma persona, vive diariamente con 0,18 dólares, una cifra similar a la que pueden retirar del cajero. Y hay que tener en cuenta, además, que de ese salario en muchas ocasiones viven dos o tres personas, lo que agrava aún más una situación que según Maduro no se trata de una crisis humanitaria