Internacional

Mustapha Adib renuncia a su cargo de primer ministro designado de Líbano

Mustapha Adib, nombrado por el Parlamento de Líbano hace menos de un mes para desempeñar el cargo de primer ministro, ha dejado su puesto en medio del estancamiento existente respecto a la formación del nuevo Gobierno del país de Oriente Medio.

La Presidencia libanesa informó a través de la red social de Twitter sobre que Mustapha Adib había manifestado al presidente de Líbano, Michel Aoun, durante una reunión mantenida en el palacio presidencial, su decisión de renunciar a continuar en la misión de estructurar una formación gubernamental.

El primer ministro designado de Líbano abandonó así su cargo justo en un momento de parón político instalado ante la necesidad de establecer un nuevo Ejecutivo tras la crisis económica y política que atraviesa el país de los cedros, y después de las graves explosiones que padeció el puerto de Beirut por el almacenamiento indebido de sustancias químicas y que dejaron más de 190 muertos y en torno a 6.000 heridos. «Me disculpo por no continuar la tarea de formar el Gobierno», reseñó Mustapha Adib en un discurso televisado después de reunirse con el presidente libanés Michel Aoun en el Palacio Baabda.

Mustapha Adib, que ejercía anteriormente de embajador en Alemania, fue nombrado jefe de Gobierno a finales de agosto con el objetivo de configurar un nuevo Gobierno para regir los designios nacionales.

El último Ejecutivo de Líbano, dirigido por Hassan Diab, dimitió a raíz del mencionado suceso acaecido en el puerto de la capital el 4 de agosto. Mientras, el país también atraviesa una complicadísima crisis económica ligada a una fuerte devaluación de su moneda, la cual ha perdido el 80% de su valor desde octubre, y a una inflación que supera el 50%.

La nación libanesa se caracteriza por un sistema político de cuotas vinculadas a las confesiones religiosas. Así, los principales puestos de la dirección estatal y gubernamental se asignan según unos repartos preestablecidos en relación con las diferentes religiones que se profesan en el país. Según este modelo, un musulmán suní debe ocupar el puesto de primer ministro, mientras que la Presidencia nacional se otorga a un cristiano maronita y el presidente del Parlamento debe ser un musulmán chií.

Esta marcha de Mustapha Adib significa un contratiempo tras los esfuerzos del presidente francés, Emmanuel Macron, encaminados a acabar con el estancamiento político de una nación sumida en una fuerte crisis financiera, política y social. Adib había recibido el apoyo de Francia, antigua metrópoli de Líbano, para diseñar un nuevo gabinete compuesto por tecnócratas o profesionales independientes a los que se les pretendía encomendar la tarea de llevar a cabo reformas profundas ante el sistema político libanés actual criticado desde hace mucho tiempo por la corrupción instalada.

Seleccionar un Gobierno de esta manera se convirtió en una misión difícil en un país donde el poder se comparte entre musulmanes y cristianos y las lealtades políticas tienden a seguir líneas dictadas por los líderes de las diferentes religiones.

Nombrar a alguien ministro de Finanzas ha significado ser especialmente un gran problema, después de que los principales grupos chiíes del país, Hizbulá y Amal, manifestaran su profundo interés por el Ministerio de Economía. Los dos grupos también propusieron otros ministros chiíes para el nuevo Ejecutivo y atacaron la forma en que Adib estaba configurando el equipo gubernamental.

Mustapha Adib se reunió en diversas ocasiones con altos políticos chiíes, pero no logró llegar a un acuerdo sobre cómo se elegiría al ministro de Finanzas. En este escenario, los líderes chiíes temían ser marginados mientras Adib buscaba reorganizar ministerios, algunos de los cuales han venido siendo controlados por la misma facción durante años. Esta misma semana, el ya ex primer ministro advirtió del agravamiento y profundización de la crisis por los retrasos en la formación de Gobierno. Los esfuerzos no han sido suficientes para que Adib lograra formar un Ejecutivo de técnicos ante la insistencia de los partidos políticos en mantener sus cuotas ministeriales.

El propio presidente Michel Aoun se adhirió a la iniciativa del ex primer ministro y propuso eliminar las cuotas sectarias para los ministerios, acusando directamente a los grupos chiíes de Amal y Hizbulá de obstaculizar la constitución del Gobierno. «Si el Gobierno no se forma, iremos al infierno», remarcó en rueda de prensa el propio Aoun.

Precisamente, la formación de Hizbulá volvió a estar en la mirada de la comunidad internacional hace escasos días por la explosión de un almacén de armamento localizado al sur del territorio libanés y atribuido a la milicia chií, a la que se ha acusado durante años por intervenir decisivamente en los asuntos del Ejecutivo libanés para controlar la dirección nacional y por estar a las órdenes del gran patrocinador de la rama chií del islam en la región: la República Islámica de Irán. Un régimen, el de los ayatolás, que ha venido siendo señalado en los últimos meses por desestabilizar la región con su política beligerante y de injerencia en los asuntos de Estados vecinos.