Internacional

La Liga Árabe se opone al plan de Donald Trump para Palestina

El plan de Donald Trump, presidente de Estados Unidos, para pacificar Oriente Medio recibió el rechazo absoluto de la Liga Árabe tras una reunión extraordinaria de la entidad en El Cairo, capital de Egipto; con lo que se alinea así con las críticas manifestadas por Palestina ante el denominado ‘acuerdo del siglo’.

«La decisión tomada en la reunión de ministros árabes en El Cairo confirma el rechazo del plan de Trump», indicó ante los medios de comunicación el ministro de Relaciones Exteriores palestino, Riyad al-Maliki, quien fue uno de los asistentes.

Algunos países integrantes de la Liga Árabe apoyaron la propuesta norteamericana (liderada por el propio Trump y su asesor y yerno Jared Kushner), demostrando así ser aliados en la región del gigante estadounidense (como es el caso de Arabia Saudí o Emiratos Árabes Unidos); pero la declaración oficial del ente supranacional árabe muestra la disconformidad general con la proposición de EEUU. La Liga Árabe celebró un cónclave extraordinario en la capital egipcia con la asistencia de los ministros de Exteriores de sus países miembros y la presencia del presidente palestino Mahmoud Abbas, quien explicó la postura de su Ejecutivo y pidió ayuda a sus “hermanos”.

En el comunicado difundido, la Liga Árabe aseguró su «rechazo el acuerdo del siglo estadounidense-israelí, que no cumple el mínimo de los derechos y las aspiraciones del pueblo palestino», entre ellos el derecho a la autodeterminación. Indicó también que el plan «contradice la ley internacional en relación con Jerusalén, los Altos del Golán, la ocupación israelí y la cuestión de los refugiados» y todas «las referencias» en las que se había basado el proceso de paz entre palestinos e israelíes, suponiendo un atraso respecto a los avances que logrados en décadas pasadas. Mientras, el secretario general de la Liga Árabe, Ahmed Aboul Gheit, aseveró que el ‘acuerdo del siglo’ es rechazado por «decisión de todos los Estados árabes».

Después de tres años, llegó por fin el esperadísimo plan de Donald Trump para alcanzar la paz; entre gran expectación por la ambición que se le presuponía al mismo, de ahí la denominación de ‘acuerdo del siglo’.

Desde un espectro amplio de la esfera árabe no se ha aceptado este plan porque en el fondo no supone un gran avance, ni ventajas sustanciales para los intereses palestinos. La base central del plan es establecer enclaves palestinos con una capacidad de independencia limitada, ubicados entre asentamientos israelíes, bajo la promesa de cesar la construcción de nuevos asentamientos de colonos judíos en Cisjordania. Además, se establece que Jerusalén y sus lugares sagrados queden bajo el control de Israel, otorgando a los palestinos la posibilidad de situar la capital de lo que sería su nuevo Estado en una zona especial de la Ciudad Sagrada entre Abu Dis y la parte oriental de Shuafat, zonas ya segregadas actualmente mediante un muro de hormigón. Por lo tanto, la máxima aspiración palestina es trasladar su capitalidad y sede de sus instituciones oficiales a la periferia de Jerusalén Este. Aunque en este extremo Trump rompería el esquema de su pasada declaración de 2017 en la que señaló que Estados Unidos reconocía Jerusalén en su totalidad como capital del Estado de Israel, trasladando allí la Embajada norteamericana, algo que soliviantó sobremanera al mundo árabe y, en concreto, a los palestinos, que siguen reclamando sus derechos sobre Jerusalén (Al Quds bajo la denominación árabe) y la creación de un Estado palestino a todos los efectos.

Israel se quedaría con el Valle del Jordán, según la propuesta del presidente de Estados Unidos, y esto impediría también sobre el terreno el establecimiento efectivo de un Estado palestino rodeado por territorios israelíes.

Otro aspecto para tener en cuenta es que la proposición de la Administración Trump insta a los dirigentes palestinos a renunciar a la reclamación de los territorios que se anexionó Israel tras el conflicto de 1948, remarcando que no se dará el derecho de retorno de ningún refugiado palestino a territorio israelí.

De cara a la creación de ese deseado Estado también se exige a los palestinos el establecimiento de una administración e instituciones financieras fiables, algo vinculado a otro de los puntos remarcables de la propuesta y sobre el que confiaba más Donald Trump, que es el de la partida de dinero que se destinaría a la inversión en suelo palestino cuando se estableciese el nuevo ente estatal. Hay que reseñar que se prevé destinar unos 50.000 millones de dólares para poner en marcha la maquinaria del nuevo país si se acepta finalmente la proposición norteamericana.

Todas estas condiciones solicitadas para poder crear el Estado palestino son inadmisibles para palestinos y amplios sectores del mundo árabe y, por lo tanto, se percibe que las posturas están bastante alejadas y no se vislumbra ninguna solución viable a corto plazo.