Internacional

El ejército iraquí ya lucha casa por casa contra los terroristas del ISIS en la ciudad vieja de Mosul

El Ejército iraquí lucha casa por casa contra las milicias del autodenominado Estado Islámico que defienden sus posiciones en el casco histórico de la ciudad de Mosul, último gran reducto del grupo yihadista en el norte de Irak. La ofensiva final sobre la Ciudad Vieja de Mosul comenzó este domingo, pero los avances son muy escasos, cuando los hay, debido a la resistencia de los terroristas.

Este lunes ha bajado la intensidad de los combates, ha informado un equipo de la agencia de noticias Reuters desplazado hasta el frente, pero la preocupación es cada vez mayor por los más de 100.000 civiles que se encuentran atrapados por los combates, según la estimación de la ONU.

«Vemos a decenas de nuevos pacientes cada día, incluidos niños y ancianos», ha relatado Julia Schuerch, especialista en emergencias del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) desplazada a Mosul. «Pero desgracidamente para tantas personas ha sido demasiado tarde y muchos murieron tras llegar hasta donde estamos», ha explicado en un comunicado del CICR en el que piden la evacuación de los heridos.

«Éste es el capítulo final» de la ofensiva sobre Mosul, ha asegurado el teniente general iraquí Abdul Ghani al Assadi, mando del Servicio Antiterrorista destinado a la ofensiva de Mosul. El Servicio Antiterrorista está en primera línea del ataque.

Los milicianos islamistas se mueven de casa en casa a través de butrones para evitar ser detectados por los medios aéreos de vigilancia, según el general Sami al Arithi, también del Servicio Antiterrorista.

300 terroristas resisten en Mosul

El Ejército iraquí estima que no hay más de 300 milicianos del Estado Islámico, una cifra mucho menor que los 6.000 que había en la ciudad cuando comenzó la ofensiva sobre la ciudad, el 17 de octubre. Junto a ellos, los civiles están atrapados en el laberíntico trazado de la Ciudad Vieja con problemas para obtener comida, agua o suministros médicos.

«Unos 50.000 niños están en grave peligro ante la entrada de la batalla en su fase más mortífera», ha denunciado por su parte Save the Children.

La caída de Mosul supone en la práctica el final del califato proclamado por el Estado Islámico en 2014, al menos en lo que respecta al territorio iraquí. Ahora ese objetivo parece cercano, pero no hay que olvidar que las previsiones de Bagdad apuntaban a que la ciudad caería a finales de 2016. Los yihadistas emplean coches y motos bomba conducidos por suicidas, bombas trampa, morteros y fusiles de francotirador.

Los francotiradores del Estado Islámico frenan el avance de las tropas gubernamentales, pero también disparan contra los civiles que intentan huir de la zona a pie o cruzando el Tigris en embarcaciones. Así, consiguen que los civiles se queden y sirvan como escudos humanos, denuncia la ONU.

A pesar de todo, unas 850.000 personas —un tercio de la población de Mosul anterior a la guerra— han logrado escapar y se encuentran ya en campamentos de acogida o casas de familiares, según las ONG.