Internacional
ENTREVISTA | ÁNGEL CARROMERO, SECRETARIO GENERAL DE NNGG MADRID

Ángel Carromero revive su cárcel de presos políticos ‘100 y Se Acabó’: «En Cuba, quien entra ahí, no sale»

Se llama ‘Centro de Detención 100 y Aldabó’, pero los cubanos lo conocen como ‘100 y Se Acabó’, «porque quien entra ahí, no sale». Lo cuenta Ángel Carromero, que sí salió. Y que todavía habla con extremo cuidado y silencios sobrevenidos para no violar el acuerdo diplomático al que llegó el Gobierno de España con los mandatarios de la dictadura cubana que le permitió salir de los cinco meses, «cinco meses y pico», que vivió en aquel infierno.

Celdas angostas, preparadas para que el verano sea asfixiante y el invierno helador, una comida nauseabunda –»al principio, todo eran diarreas infinitas… las sopas y frijoles que me daban según entraban, salían»– y una tortura sibilina. «Me volvía loco, fumaba como un carretero, todo el día encerrado, caminando de un lado a otro de mi cubículo». ¿No te sacaban al patio? «No es una cárcel al uso, es un centro para presos políticos, preparado para el interrogatorio… Y no, no me sacaban. Al principio, sólo me dejaban tomar un poco el aire un ratito cada dos o tres semanas».

La vida en el paraíso cubano no existe para un preso del régimen. «Me venían a ver generales y se sonreían, pasaban por mi celda para jactarse: ‘mira lo que hemos atrapado’, yo era un trofeo en sus manos», rememora Carromero.

Imagen distribuida por el Gobierno cubano del estado en el que supuestamente quedó el coche que conducía Carromero.

Al hoy secretario general de las Nuevas Generaciones del PP en Madrid y asesor del Grupo Municipal en el Ayuntamiento de la capital le cambió la vida un 22 de julio de 2012 cuando conducía un coche por «un camino de cabras, que es como son las carreteras interiores en Cuba». En ese automóvil viajaban Oswaldo Payá y Harold Cepero, dirigentes opositores al régimen dictatorial de los hermanos Castro que acabaron muertos, además del político sueco Jens Aron Modig, de las juventudes democristianas de su país. Él y Carromero, ilesos.

«Un hospital con más militares que médicos»

El coche acabó fuera de la vía, estampado contra un árbol, y los dos disidentes muertos. ¿Cómo pasó todo? Un coche los seguía, un coche de «la comunista», según los pasajeros de Carromero, que identificaron la matrícula. Y él asegura, desde que pasó un año de los hechos, que ese vehículo los embistió y los sacó de la carretera. La versión oficial acusó directamente a Carromero de dos delitos de homicidio por imprudencia. Él fue golpeado e introducido en una furgoneta del servicio secreto en el mismo lugar del siniestro y se despertó «en un hospital del estado de Bayamo, en medio de la nada, con más militares que médicos».

España nunca cuestionó públicamente las acusaciones de la dictadura castrista, para salvaguardar los intereses del joven político español. Pero OKDIARIO ha podido saber que Carromero sigue vivo por la intercesión de un sacerdote, que evitó que se atentara contra su vida. «Al despertar en el hospital, lo primero que hice fue preguntar por mis compañeros, y me dijeron que estábamos los cuatro bien, luego que tres, finalmente que sólo los dos, Modig y yo». La vida del español corría peligro, y alguien desde el hospital avisó a un sacerdote de Santiago de Cuba, quien se acercó hasta el centro médico y logró ver a Carromero con vida, a pesar de que los militares del régimen no le dejaban acceder a su habitación. El cura llamó a España: «Ángel está vivo», y el Gobierno español pudo presionar al cubano para que la vida del político popular no estuviera en riesgo.

Correo de John Podesta, entonces asesor de Obama, en el que acusa al Gobierno cubano de «asesinar» a Oswaldo Payá. (clic para ampliar)

España nunca ha cuestionado la versión oficial. Pero sí lo hace la Administración estadounidense. Precisamente, uno de los correos electrónicos filtrados a Wikileaks en una de las últimas remesas era uno de John Podesta, quien ha sido presidente de la campaña de Hillary Clinton, pero que en el año 2015 era asesor de Barack Obama en la Casa Blanca. En este mail, Podesta respondía a un empresario y filántropo estadounidense en estos exactos términos: «Sí. Oswaldo Payá. El Gobierno cubano lo sacó de la carretera y lo asesinó, casi seguro». Podesta formaba parte del equipo más cercano de Obama cuando en diciembre de 2014 se inició el llamado ‘deshielo’ de las relaciones entre EEUU y Cuba. No parece un furibundo halcón de la política internacional dispuesto a acusar sin certezas.

«Me tenían completamente drogado»

Carromero sintió la presión de que su vida se podía ir por el sumidero desde el mismo momento en que, en ese hospital de Bayamo, abrió un poco los ojos. «Un poco, sí, porque me tenían completamente sedado», recuerda. Y añade una anécdota: «Fíjate que me dejaron el móvil, no se dieron cuenta, y yo trataba de enviar un mensaje tecleando bajo la sábana. Pero, claro, tenía que disimular y para que el militar que me vigilaba se confiara cerraba los ojos para hacerme el dormido… y en cuanto cerraba los ojos, ¡me quedaba dormido! Tanta droga me habían metido que me era imposible».

Estuvo un día en esa instalación médica, e inmediatamente fue trasladado a un centro de interrogatorios en Bayamo. «Allí, asumí que me moriría, la cama era un pollete de hormigón que salía de la pared, con una estera encima. Las babosas se paseaban por las paredes y desde esa cárcel no había nada alrededor, estábamos en mitad de la nada…»

Pero a los pocos días tuvo la ‘suerte’ de ser enviado a ‘100 y Aldabó’, la conocida como «la prisión más temible de Cuba», y cuyas historias han dado para varios libros de testimonios terribles. Antes pudo verse con el cónsul español. «Aunque siempre con un militar vigilando, y en una sala donde todo se grababa, claro», rememora. «Por suerte, soy político y él me podía contar cosas en clave, sin dar apellidos ni entrar en detalles, y yo podía entender por dónde iban las negociaciones».

Porque las negociaciones empezaron desde el primer día. Nadie creía la versión oficial… «Fíjate en ese vídeo mío confesando que había perdido el control del coche. No sólo decía «accidente de tránsito»… ¿Qué español dice eso? No lo corregí para que se viera que estaba hablando al dictado. Pero no sólo eso, es que es un montaje. Grabé decenas de tomas, y yo me iba desabrochando los botones del polo para que se notara luego que en unas imágenes voy abrochado y en otras no. Que se viera que no era una confesión espontánea».

«¡Mis abogados eran del régimen!»

En el centro de presos políticos de ‘100 y Aldabó’, «de ‘100 y se Acabó’, no te olvides», sufrió un infierno en vida: «El aislamiento era total, solo día y noche, día tras día, semana tras semana…» Y las negociaciones avanzaban. Aún tenía que celebrarse un juicio, para escenificar la tapadera del supuesto accidente, pero entretanto los gobiernos de ambos países iban acordando las condiciones de la vuelta de Carromero a España.

«Yo iba notando el avance en las negociaciones en que iban mejorando mis condiciones de vida. Primero, me empezaron a poner pasta para comer, no esos frijoles. Después, me empezaron a sacar un poco más a menudo. Luego, me dejaron leer libros, empecé a recibir las cartas que antes no me pasaban…»

La celda tenía una mesa, una silla y un camastro. Y al cabo de unos meses, tuvo también un compañero. «Pero era un agente del régimen, me decía que él no sabía por qué estaba ahí y no dejaba de preguntarme cosas de mi caso».

Ha habido quien ha acusado a Carromero de trato de favor por parte del Gobierno español. De hecho, cuando un año después de los hechos el político español pudo dar su versión –»el servicio secreto cubano asesinó a Oswaldo Payá»–, un profesor asociado de la Universidad complutense de nombre Pablo Iglesias utilizó el caso para tirar con todo contra él. «¡Pero si mis abogados eran del régimen, como el fiscal del caso! No me fiaba de ellos ni un poco…», recuerda pasados cuatro años el político español.

«Una oportunidad» para Cuba

Hoy, el caso está en la ONU, ya que múltiples expertos han advertido enormes anomalías en las pruebas presentadas para lograr la condena a más de cuatro años de prisión. «Pero esos casos duran más de 10 años», lamenta Ángel Carromero. «Me representa Humans Right Watch, y es que las pruebas periciales están basadas en leyes de la física tan básicas que son imposibles no ya en un camino de cabras como aquél, sino en una autopista alemana… ningún cuerpo presenta un movimiento uniformemente acelerado, todo era de una simpleza enorme».

Hoy todo está superado, «asumido», precisa él. Los más de cinco meses en el infierno de ‘100 y Se Acabó’, las dos semanas en la cárcel de Segovia desde el 30 de diciembre de 2012 hasta el 13 de enero de 2013, el mes de semilibertad acudiendo a dormir al Centro penitenciario Victoria Kent, y los dos años de tercer grado con una pulsera telemática controlando todos sus movimientos.

Nunca se le ha otorgado el indulto, una de las condiciones del pacto del Gobierno español con la dictadura de Cuba, así como la renuncia a la posición común de la Unión Europea auspiciada por España contra la dictadura castrista y unos cuantos millones de euros de condonación de deuda. Desde abril de 2015, Ángel Carromero ha vivido en libertad condicional hasta este verano y, ahora, «soportando a los que me siguen señalando como el demonio que fue a desenmascarar ese paraíso de su adalid de la libertad». Él no lo dice abiertamente, pero ‘ésos’ están en los pasillos de su centro de trabajo, el Ayuntamiento de Madrid, y lo gobiernan como marca blanca de Podemos.

«El comunismo es verdad, y lo que pasa en los países comunistas es verdad», dice como enseñanza extraída de todas su experiencia el político madrileño. Hoy Fidel Castro está muerto, «eso es una oportunidad», concluye Ángel Carromero. «Queda mucho, pero cada vez menos, para una Cuba libre».