Cómo tirar perfectamente una cerveza
La cerveza es una de las bebidas preferidas de los españoles, sobre todo en verano. Pero para poder disfrutarla es indispensable conocer cómo es el procedimiento para tirarla. En caso contrario, es posible que este producto pierda algunas de las características originales, ya sea textura, sabor, etc., así que mejor conocer cómo tirar perfectamente una cerveza.
Lo más interesante de todo es que el proceso para una cerveza bien tirada es un proceso que tiene varias fases: descubrirás que se trata de todo un ritual con el que debemos ser cuidadosos porque cualquier detalle que se pierda de vista marcará la diferencia.
Cómo tirar perfectamente una cerveza
El recipiente
Uno de los primeros errores que solemos cometer en este sentido es elegir mal los recipientes. Tienes que saber que no sólo hay recipientes aptos para cerveza y otros que no lo son, sino que incluso hay recipientes específicos para cada tipo de cerveza, información que verás en Internet. Justamente por ello, cada marca tiene su propia cristalería de acuerdo a sus bebidas.
La copa, fría pero no congelada
Una vez que hayas dado con la copa ideal para esa variedad de cerveza, tienes que refrescarla, sin que llegue a congelarse, otra equivocación lamentablemente frecuente, y que afecta su sabor final por el efecto del hielo.
Basta con colocar la copa bajo un chorro de agua fría segundos antes de servir la cerveza, y listo, ya que cuando la copa se congela, la cerveza no se desarrolla en su interior como debería hacerlo.
Siempre descarta el primer golpe de espuma
Aunque te parezca un desperdicio, debes descartar el primer golpe de espuma, porque es el que ha cogido aire del ambiente y tiene alterada su composición original, algo que ya está previsto. Estos sistemas funcionan así y, de hecho, el primer golpe de espuma “protege” el resto del líquido, por lo que te asegura que estará en buen estado.
Por supuesto, esto no se aplica para las botellas, sino sólo para la cerveza tirada.
El tirado de la cerveza en sí
Tienes que posicionar tu copa en un ángulo de 45°, hasta llenar el 75% de su capacidad y, sólo entonces, ir inclinándola lentamente mientras sigues sirviendo, hasta que quede vertical, intentando que se acumule espuma, pero que ésta no invada todo el recipiente.
Manteniendo una altura promedio de diez centímetros de distancia, esa verticalidad debería permitirte crear la corona de espuma que remata el proceso, y que distingue una buena caña de aquellas mediocres, en las que a uno le queda la duda de si esa cerveza no fue servida mucho antes y ha perdido su carbonatación clásica.
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