La vida en los conventos españoles en la historia
La vida en los conventos españoles ha sido y sigue siendo un pilar fundamental de la historia y la cultura de España. Aquí te lo contamos.
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Los monasterios y conventos eran característicos de la época medieval y en su mayoría estaban dedicados por completo a las mujeres. Las mujeres que se dedicaban a la vida conventual se consagraban a la oración y a los estudios religiosos, hacían votos de castidad y renunciaban a los bienes materiales. También se dedicaban a la literatura, a la composición de música religiosa y a las obras de caridad.
La vida monástica en la Europa medieval estaba regida por la orden benedictina, la cual dictaba las normas de conducta monacal ideadas por el abad italiano San Benito de Nursia.
Orígenes de los monasterios de mujeres
Los monasterios europeos nacieron con la fundación de la orden benedictina, la cual estaba subdividida en dos: la cluniacense y la cisterciense. Según cuenta la leyenda, San Benito tenía una hermana gemela, Santa Escolástica, quien fundó los monasterios de mujeres, después convertidos en conventos.
Estos monasterios solían construirse a cierta distancia de los masculinos, pero también existían monasterios mixtos, especialmente en el norte de Europa. Al igual que los masculinos, los monasterios de mujeres eran autosuficientes debido a las donaciones de terrenos, dinero y bienes por parte de nobles adinerados y a los ingresos provenientes de esas tierras y propiedades.
Los monasterios estaban compuestos por múltiples edificios unidos por patios o claustros y disponían de huertos y granjas que eran trabajados por campesinos dependientes y agricultores. Aparte de los monjes y monjas, estos lugares acogían un gran número de personas, entre ellos, conversos y sirvientes que se desempeñaban como administradores, cocineras, lavanderas, mozos de cuadra, artesanos, entre otros.
Los conventos en la Europa medieval
A partir del siglo XIII, un grupo de frailes masculinos desarrollaron otra forma de vida asceta que consistía en vivir de manera independiente, pero dependiendo por completo de la limosna. Una de estas órdenes mendicantes eran los franciscanos, que fue ideada por San Francisco de Asís. Poco tiempo después, surgieron otras órdenes similares como la de los dominicos, los carmelitas y los agustinos.
Esta vocación también fue adoptada por mujeres como Clara de Asís, una aristócrata y seguidora de san Francisco, quien fundó comunidades mendicantes de mujeres que después recibieron el nombre de conventos. A las mendicantes les costó mucho conseguir el reconocimiento de sus propias comunidades, puesto que la Iglesia no les permitía predicar a la población general.
Pese a ello, en el norte de Italia ya había 24 conventos para el año 1228 y varios años después, en 1263, la Orden de Santa Clara fue reconocida oficialmente por la Iglesia, pero con la condición de que las monjas permanecieran en los conventos bajos las reglas de la orden benedictina.
La vida en los conventos españoles
Las mujeres que decidían vivir una vida monástica lo hacían por su devoción a Dios, pero en ocasiones también como una vía de escape a las imposiciones sociales, tales como el matrimonio, sobre todo, entre las mujeres que pertenecían a la aristocracia. La mayoría de las novicias provenían de la aristocracia, pero también eran oblatas, es decir, aquellas chicas que eran enviadas a los conventos a recibir la mejor educación para la época.
Las novicias o aprendices de las monjas podían ser adolescentes, jóvenes o incluso mayores, de hecho, era común que mujeres mayores desearan formar parte de la orden para prepararse para la otra vida antes de enfermar y morir.
La vida monástica medieval de las mujeres era muy similar a la de los hombres, pues se regían por las normas benedictinas y las normas cistercienses, siendo estas más austeras. Las monjas eran guiadas por una abadesa que tenía autoridad total y contaba con la ayuda de una priora y varias monjas con responsabilidades específicas. La abadesa, por lo general, eran viudas que tenían cierto conocimiento en el manejo de propiedades.
Vestimenta y labores diarias
Las monjas llevaban una vestimenta sencilla que, por lo general, era una túnica larga acompañada de un velo que cubría su cabello, como una manera de simbolizar su papel de “Novia de Dios”. La rutina diaria de las monjas giraba en torno a la oración, sobre todo, por las almas que hacían donaciones a los conventos y monasterios.
También dedicaban gran parte de sus días a la lectura, la lectura y la ilustración, especialmente devocionarios, compendios de oraciones, canciones y guías para la contemplación religiosa.
Las monjas de los conventos españoles también hacían labores de costura y practicaban obras caritativas repartiendo ropa y comida a los pobres, cuidando a los enfermos, ayudando a las mujeres desamparadas y actuando como tutoras de niños.
Un requisito fundamental en la vida de las monjas en la época medieval era la virginidad o pureza física, pero a partir del siglo VII d.C., se le permitió a las mujeres casadas y las viudas convertirse en novicias o monjas, puesto que lo más importante para llevar una vida monástica era tener fuerza espiritual.
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