Religión

Mallorca se queda sin monjas y cierra sus conventos

En la isla hay apenas 400 monjas y en los últimos cinco años han desaparecido algo más de 200

Algunos conventos se han convertido en centros de día, otros en hoteles y uno en un santuario budista

La batalla del obispo de Mallorca contra las monjas para conseguir la propiedad de un convento

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Converntos
Claustro del Convento de Sant Jeroni de Palma.
Miquel Ángel Font

Mallorca se queda sin monjas y cierra sus conventos. Eran el centro sanitario de urgencia de todo el pueblo, eran guardería, el lugar donde los niños daban los primeros pasos y lanzaban los llantos más potentes. Eran también un punto de encuentro, un taller de costura y un rincón para recibir información, una vacuna y algunos consejos a cambio de una limosna. A las 12 el Ángelus, a media tarde el rosarios y una visita a la virgen de Lourdes en el jardín. Un belén por Navidad de visita obligada y reparto de palmas de confección impecable el Domingo de Ramos. Eran los conventos, las Ca Ses Monges de todos los pueblos que están desapareciendo a marchas forzadas porque Mallorca se están quedando sin monjas.

Cierran los conventos y sus capillas, celdas, refectorios y patios quedan en silencio. El jardín se llena de hojas mientras se espera la llegada de los especuladores. Con la desaparición de las monjas, los pueblos han perdido mucho más que un convento, han perdido incluso una forma de vivir y una forma de relacionarse con los vecinos.

Los últimos datos del Obispado de Mallorca señalan que en la isla hay apenas 400 monjas y que en los últimos cinco años han desaparecido algo más de 200 confirmando una tendencia a la baja que se registra desde hace décadas.  La mayoría tienen más de 70 años y no hay renovación generacional. Es la misma tendencia que se registra en toda España donde cada mes se cierran al menos dos conventos.

Durante los últimos años se había conseguido salvar del cierre algunos conventos mediante la importación de religiosas de otros países pero el Papa Francisco ha puesto límites a la práctica de captar novicias de países lejanos.

Muro, Sa Cabaneta, Marratxinet, Sineu, Mancor, Binissalem, Valldemossa, Petra y Porreres, Costitx, Sant Llorenç, Esporles, Búger, Sant Joan  son algunos de los pueblos que han cerrado sus conventos por falta de monjas.

En toda Mallorca quedan hoy seis conventos de clausura, la mayoría en Palma y son Santa Clara, las Tereses, Santa Magdalena, Sant Jeroni de Inca, las Salesas y Caputxines.

Tras el cierre, los conventos de monjas de los pueblos de Mallorca han tenido distintas soluciones. Búger y San Juan han optado por transformarlos en una escuela infantil. El de Sa Cabaneta lo compró el antiguo rector, donde vive, el de Marratxinet es ahora un hotel, el de Pòrtol, un centro de día y el de Mancor se ha convertido en un santuario budista.

Recientemente el Ayuntamiento de Llubí  ha firmado un acuerdo con las Hermanas Franciscanas para la compra del antiguo convento de esta congregación por un precio de 410.000 euros. Se trata de un edificio emblemático y con un gran valor sentimental para los vecinos del pueblo. Ca ses Monges de Llubí fue construido en 1865 coincidiendo con las obras de ampliación de la iglesia parroquial de Sant Feliu. Muchos vecinos del pueblo intervinieron en la construcción del convento de forma altruista. El convento está cerrado desde hace dos décadas.

Las monjas del convento de la Caridad de Son Macià han vendido el convento por 570.000 euros. La decisión ha sido criticada por los vecinos, pues consideran que es propiedad del pueblo.

El moderno monasterio de las monjas dominicas de Palma, ubicado en pleno polígono de Son Castelló, ha sido rehabilitado por la Fundación San Juan de Dios para convertirlo en viviendas sociales. Destino distinto es el del convento de las Trinitarias de Binissalem, pues éstas cedieron el convento para albergar ex tutelados de entre 18 y 25 años.

Los conventos de Valldemossa, Petra y Porreres fueron reformados para hacer centros de día, mientras que Costitx, Sant Llorenç y Esporles han hecho en su antiguo convento una residencia de mayores. Búger y San Juan han optado por transformarlos en una escuela infantil.

Otros conventos siguen cerrados y alejados de aquellos años sesenta en los que eran verdaderos centros escolares y sanitarios de todo el pueblo. Muchos no tienen gran valor arquitectónico, pero extraña que los alcaldes no hayan firmado convenios con el Obispado o la orden religiosa propietaria, aprovechando esos caserones como soluciones habitacionales de alquiler social..

El  convento de la Caridad de Sineu salió a la venta por 1,1 millones de euros. La Parroquia de Sineu tiene derechos sobre el 40% de los beneficios de la venta, mientras que el otro 60%corresponde a los Dameto. Se da la circunstancia de que el dinero obtenido por los Dameto sólo podrá invertirse en la celebración de misas, pero sólo valen las misas dichas en días laborables, pues así reza la cláusula indicada en su día por el donante.

En Palma todavía sigue la polémica por el cierre del convento de Sant Jeroni. El obispo de Mallorca, Sebastià Taltavull, prosigue en su batalla contra las monjas jerónimas por la propiedad del Monasterio de Santa Isabel, en el centro histórico de Palma, y ha recurrido la sentencia judicial que declara que las religiosas son las propietarias de este convento de inmenso valor patrimonial, que cerró sus puertas em 2015 debido a la avanzada edad de las cinco religiosas que quedaban y la imposibilidad de seguir manteniendo el complejo de origen medieval.

Las goteras, la inundación de la iglesia y las fisuras en los muros hacían que las condiciones de habitabilidad fueran más que dudosas. La Diócesis, con el obispo Taltavull al frente, batalla desde entonces contra las monjas para quedarse con el convento.

La sentencia, conocida en julio, del Juzgado de primera Instancia de Palma, estima íntegramente la demanda interpuesta por las religiosas contra el Obispado de Mallorca, al que se le imponen las costas del procedimiento. Reconoce que las monjas son las dueñas de este monasterio «por haber adquirido su dominio mediante la posesión inmemorial, durante el transcurso de más de 30 años», concretamente durante siete siglos.

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