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Los escándalos de Diógenes, el filósofo vagabundo

Diógenes era llamado el filósofo vagabundo. Aquí te dejamos algunos de sus pensamientos y sus frases. ¿Le conocías?

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  • Francisco María
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El filósofo Diógenes, quien nació en Grecia cerca del 404 a.C. fue exiliado de Sinope y llegó a Atenas para seguir las enseñanzas del filósofo Antístenes, un discípulo de Sócrates que fundó la escuela de los cínicos. Allí se convirtió en un filósofo vagabundo y disfrutaba de protagonizar todo tipo de escándalos, con el fin de exponer los vicios de la sociedad. Cuando le preguntaron a Platón sobre el tipo de hombre que era Diógenes de Sinope, su respuesta fue: “Un Sócrates enloquecido”.

Diógenes, el Cínico

Su desprecio por los placeres mundanos y las riquezas materiales hizo que el filósofo viviera alejado del mundo, aunque solía pasearse entre el público, siempre presto a escandalizar a los transeúntes. Orinaba, lanzaba ruidosas flatulencias o representaba escenas indecentes.

Diógenes decía que la costumbre era la falsa moneda de la moralidad y despreciaba la idea de las personas que, en vez de cuestionarse lo que realmente estaba mal, se preocupaban por lo que estaba mal convencionalmente.

Esta determinación de seguir sus propios dictados le valió el epíteto de “perro”, (el que deriva de cínico) y, ante la pregunta de por qué llamaban así respondió: “Porque adulo a los que me dan cualquier cosa, ladro a los que no me dan nada y muerdo a los canallas”.

Durante un banquete, cuando los invitados le arrojaron huesos como a un perro, Diógenes se acercó a ellos, levantó la pierna y orinó como un perrito.

Una respuesta original e insolente para todo

Existen muchas anécdotas que muestran el lado irreverente del filósofo vagabundo. Una vez, comenzó a proclamar a viva voz, en el Ágora llena de gente, que buscaba a un ser humano. Cuando algunos se acercaron, los ahuyentó con su bastón diciendo: “¡Pedí hombres, no basura!”

Como tenía una respuesta original para todo, muchas personas se acercaban a él para hacerle las preguntas más absurdas.

Alguien le preguntó a qué hora comía, y su respuesta fue: “Cuando eres rico, comes cuando quieres, cuando eres pobre, cuando puedes”. Cuando se le preguntó por qué suplicaba limosnas frente a una estatua, respondió que lo hacía para acostumbrarse a que lo rechazaran.

Cuando un transeúnte que le dijo que las personas se reían de él, contestó: “los burros hacen lo mismo, y como no les hacen caso a los burros, yo hago lo mismo con ellos».

Un día, un filósofo fue abofeteado por un estudiante descontento y le preguntó a Diógenes qué hacer en tal caso. El filósofo respondió: “¡Enseñar sabiduría es hacer la guerra contra los tontos, así que cuando hable, póngase un casco!”

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