Encefalitis letárgica: La pandemia de los durmientes
Este año 2020 hemos hablado mucho de enfermedades, de pandemia, de coronavirus y de otros momentos de la historia donde se sucedieron varios acontecimientos parecidos a los que llevamos viviendo desde hace un año.
Entre los años 1917 y 1920, dos pandemias coincidieron en muchos puntos del planeta. La gripe, conocida como «gripe española», de llevó por delante entre 50 y 100 millones de personas, convirtiéndose en una de las crisis más importantes del siglo XX.
La otra fue una pandemia más pequeña. Conocida como encefalitis letárgica, una enfermedad desconocida hasta entonces, no mató a tanta gente, pero sus manifestaciones y secuelas llegaron a ser espantosas para las personas que la sufrieron.
Estado durmiente
Esta extraña enfermedad pudo matar a un millón de personas. Se sabe que más de un tercio la superaron, y que atacó a los jóvenes. Estos jóvenes sufrían cambios bruscos de conductas y se manifestaba con dolor de cabeza intenso, fiebre, tos y doble visión.
De repente, esta enfermedad comenzó a dejar en cama a cientos de adultos que adormecían como si estuvieran muertos. Así se contabilizaron a muchos adultos durante años. Los que llegaron a superarla, sufrieron secuelas permanentes los años posteriores, parecidas al Parkinson.
Fue el psiquiatra y neurólogo, Constantin von Economo el que documentó la enfermedad en el diario clínico de Viena desde mayo de 1917. Este año, la enfermedad extraña comenzó a propagarse por Europa, y afectó a unos cuatro millones de personas que quedaban inmóviles, sin poder hablar y postrados en una cama.
A pesar de que los peores años de esta pequeña pandemia fueron desde 1917 hasta 1924, cuando se produjo el pico, ya en 1915 se dieron algunos casos de encefalitis letárgica en el frente francés.
Igualmente, hasta 1933 no se pudo dar por por concluida la pandemia, que si bien no se daban nuevos casos, sí que se contaban las secuelas de los enfermos que, en muchos casos, no desaparecieron hasta los años 60.
Musicoterapia como solución
Ya en los años 70, la doctora Concetta Tomaino y el neurólogo, Oliver Sacks, comenzaron a trabajar la musicoterapia para tratar a pacientes que todavía estaban sufriendo esta enfermedad.
Sacks había descubierto que los durmientes, a pesar de parecer muertos, tenían estímulos cerebrales, sobre todo cuando alguien tocaba el piano por ejemplo, por lo que decidieron tratar con música a sus pacientes.
Durante los años siguientes, Sacks publicaría varios libros sobre estos pacientes, uno de ellos, ‘Los Despertares’, fue llevado al cine en donde se hablaba de esta extraña pandemia que, ha día de hoy, todavía se desconoce como se originó.
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