La violencia durante los botellones acorrala a la Ertzaintza y el Gobierno del PNV se lava las manos
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Es la nueva moda del fin de semana en el País Vasco: recibir a botellazos y pedradas a las patrullas de la Ertzaintza cuando llegan a disolver un botellón o concentración festiva de las habituales de este verano en muchas localidades vascas.
Ha ocurrido en San Sebastián, Gorliz, Bermeo, Portugalete, Lequeitio, Deba, Bilbao, Urretxu, Villabona, Plencia, Arrigorriaga y Santurce. El pasado fin de semana ocurrió en Aibar (Navarra). Los sucesos parecen calcados unos de otros: grupos de jóvenes que lanzan todo tipo de objetos a los ertzainas que llegan para disolver los botellones, ilegales por normativa frene al coronavirus.
Esta nueva moda entre algunos jóvenes vascos preocupa y mucho a los agentes de la Policía Autonómica, Policía Local y Guardia Civil, en el caso de Navarra, que acuden a estos lugares. En muchos casos han precisado incluso material antidisturbios para cargar contra las concentraciones. Sin embargo, en las últimas algaradas callejeras varios agentes han resultado heridos en estos altercados.
La principal queja de los ertzainas es la falta de medios. No hay personal ni existe buena coordinación con las policías locales. No hay previsión, aunque se conocen estas «no fiestas» de antemano. Según apuntan desde el sindicato Euspel de la Ertzaintza, «estamos desprotegidos ante lo que todavía no es kale borroka pero va camino de serlo si no lo paramos. El consejero de Interior, Josu Erkoreka, es tibio y muy ambiguo y no nos sentimos defendidos».
Lo cierto es que la política oficial vasca del PNV no parece coincidir bien con la seguridad ciudadana y el principal problema a juicio de Euspel, «es que en los botellones se junta mucha, pero entre ellos se mete también otra gente, violentos que son los que hieren a compañeros. Se está tomando como una rutina agredir a la Ertzaintza y a Policía Local y el consejero con esa actitud de ‘buenismo’ no contribuye a que esto se solucione. Además, cuando los detenemos por desordenes y desacato son soltados esa misma mañana con una multa».
Unas soluciones que pasarían por «aumento de material, los vehículos son viejos, de previsión, de refuerzos porque las jubilaciones no se suplen y por escuchar a los profesionales, porque cuando la política se pone por encima del interés ciudadano pasa lo que pasa», advierten desde Euspel. Y lo que pasa es que en ocasiones los mismos agentes que acuden a reprimir esas concentraciones ilegales deben retroceder ante el empuje de los violentos lo que supone «un descrédito para nosotros. Somos parte de los festejos del fin de semana, nos sentimos maltratados y considerados funcionarios de segunda por la Consejería de Interior de Erkoreka», añaden desde la misma organización profesional.
El siguiente escenario de conflicto se prevé en Bilbao este próximo fin de semana, ya que no se celebra su tradicional Semana Grande entre el 21 y 29 de agosto pero reunirá a cientos de jóvenes de nuevo dispuestos a armarla y a repeler a la Ertzaintza a botellazos y pedradas.
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