España

Víctor Laínez fue golpeado con un sillín y apaleado dentro del bar hasta que perdió el conocimiento

La agresión al exlegionario Víctor Laínez fue brutal. Así se desprende del atestado policial que señala que el presunto asesino, el antisistema Rodrigo Lanza, golpeó por la espalda a Laínez con un sillín de bicicleta y, ya en el suelo, los okupas le propinaron una paliza que lo dejó al borde de la muerte.

El diario Hoy Aragón publica en exclusiva los primeros detalles que constan en el informe policial que se encuentra en manos del juez que investiga el caso. Al parecer, todo comenzó con una discusión ideológica, Laínez lucía unos tirantes con los colores de la bandera de España, algo que llamó la atención de Lanza y sus compinches, que comenzaron a increpar al exlegionario.

Lanza llamó «facha» a Laínez, éste no se arredró ante la provocación del okupa –condenado a 9 años de cárcel en 2006 por dejar tetrapléjico a un guardia urbano en Barcelona– y respondió a los insultos. Cuando vio que el calentón iba a más, Laínez se dio media vuelta para evitar problemas. Fue en ese momento cuando Lanza golpeó por la espalda al fallecido, que quedó tendido en el suelo a causa del golpe.

A partir de ahí, según fuentes policiales, hubo una lluvia de golpes contra el cuerpo del herido que quedó al borde la muerte. Todo sucedió dentro del bar, sobre las 3 de la madrugada, y según las mismas fuentes la agresión duró unos pocos minutos.

Tras ser malherido, Laínez fue trasladado en estado muy grave al hospital, donde finalmente falleció a causa de la brutal agresión. El abogado de la familia ha confirmado a los periodistas en la tarde de este miércoles que los médicos atendieron a Laínez por «un fuerte traumatismo que provocó unos coágulos». Sin embargo, el letrado es prudente y asegura que habrá que esperar a los resultados de la autopsia para determinar el objeto con el que fue golpeado y que causó la muerte a Laínez.

El abogado de la familia Laínez pedirá que Rodrigo Lanza sea imputado por los delitos de asesinato y de odio porque se trata de «un ataque sorpresivo con un instrumento contundente y en una parte vital».