La subdirectora de Villena que se inventó las amenazas escondió 3 meses el teléfono que la incrimina
El escándalo de la caza de funcionarios en la cárcel de Villena está adquiriendo dimensiones inesperadas. Al goteo de ceses y oportunas jubilaciones que delatan un intento por controlar la situación por parte de Instituciones Penitenciarias hay que sumar ahora la prueba que demuestra la existencia de un montaje para perseguir y sancionar a varios trabajadores de la prisión alicantina y la organización sindical que los respalda. La subdirectora que denunció haber sido víctima de amenazas y coacciones entregó a la Guardia Civil el teléfono que aseguró que le habían robado. La Guardia Civil lo usó para desmontar sus mentiras y detenerla y ahora se centra en averiguar si actuó sola o si recibió ayuda o instrucciones de su entorno penitenciario.
El pasado 17 de noviembre la Guardia Civil ató los cabos que necesitaba y acabó deteniendo a la que desde hacía meses el Ministerio del Interior venía vendiendo como una abnegada y modélica funcionaria de prisiones víctima de infames actos a manos de sus propios compañeros de profesión. Mentira. Pero es que, además, OKDIARIO acaba de tener acceso en exclusiva a la prueba que demuestra que esta mujer, a la que el propio ministro Marlaska definió como “una verdadera funcionaria” escondió durante tres meses una prueba que la incriminaba directamente en una serie de falsedades que ahora tratan de averiguar si pergeñó en solitario o compinchada con alguien más de su entorno profesional.
Aquel día, la subdirectora de la cárcel de Villena, la que había denunciado amenazas y una emboscada para que no declarara sobre la reducción que unos funcionarios de su cárcel habían realizado con un preso violento, fue detenida por denuncia falsa y simulación de delito, tal cual lo menciona la diligencia en poder de este periódico. Ese mismo día la subdirectora entregó un teléfono móvil que llevaba escondiendo desde el mes de agosto, el teléfono que ella aseguraba que le habían robado.
¿Por qué es tan importante ese teléfono? El 16 de agosto varios funcionarios acaban heridos reduciendo por la fuerza a un preso violento. Pese a ser felicitados el día 23 se les abre un expediente sobre los mismos hechos. Según la subdirectora investigada, el día 24 comenzó a recibir mensajes amenazantes en su teléfono para que no declarara contra sus compañeros. Según esta mujer este teléfono desapareció el día 3 de septiembre, cuando al llegar a la cárcel a trabajar lo apagó y lo dejó en su despacho. No le dijo a nadie que se lo habían sustraído, no lo denunció hasta el 6 de septiembre, el mismo día que aseguró haber sido acorralada por varios hombres en la puerta de su casa. Según ella, estos sujetos la acorralaron para amenazarla con un elocuente “mañana calladita”, en presunta referencia a su declaración sobre los hechos del 16 de agosto.
Se mandó a sí misma las amenazas
Septiembre, octubre y noviembre. Durante este tiempo la denuncia de la subdirectora se llevó por delante el trabajo y el sueldo de varios de sus compañeros, cabezas de turco de Instituciones Penitenciarias por estos hechos, hubo manifestaciones a las puertas de la cárcel en la que trabajaba y todos los gerifaltes penitenciarios, con Marlaska a la cabeza, le mostraron su apoyo. Mientras tanto la Guardia Civil avanzaba silenciosamente sus pesquisas hasta que se dieron cuenta de que los mensajes amenazantes de los que la denunciante sólo les dio pantallazos habían sido escritos y enviados por ella misma.
El 17 de noviembre la mujer no tuvo más remedio que derrotar y entregar el teléfono misteriosamente desaparecido tres meses atrás. Ahora la Guardia Civil se centra en el día 6 de septiembre. Esa jornada es clave. Ella aseguró ser asaltada en su casa a las 7 de la mañana, a 100 kilómetros de su trabajo, donde llegó a las 8. Quien la vio no percibió nerviosismo alguno ni en ella ni en sus actos y ella no comentó con nadie lo ocurrido, sólo estuvo acompañada por el administrador de la cárcel de Villena, con quien trató de obtener un parte médico de una lesión “antigua”, así la definieron en la enfermería de la cárcel. Finalmente, la denuncia no fue interpuesta hasta el mediodía, varias horas después del presunto asalto.
Los investigadores quieren saber el detalle de lo que pasó esa mañana en la cárcel de Villena, con quién estuvo la subdirectora, con quién habló y si recibió influencia o instrucciones de alguien para sostener una denuncia de unos hechos que a día de hoy están policialmente más cerca de la invención que de la realidad. Ni una sola prueba objetiva demuestra la existencia de los enmascarados amenazantes. Tal vez sea cuestión de tiempo y la verdad aparezca por sí sola, como el teléfono móvil que nunca fue robado.