España
Atentado yihadista en Algeciras

Seguridad Nacional alertó a Sánchez de la amenaza de los yihadistas «autónomos» como el de Algeciras

  • Luz Sela
  • Periodista política. En OKDIARIO desde 2016. Cubriendo la información del Congreso de los Diputados. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela. Antes, en COPE, ABC Punto Radio y Libertad Digital.

Individuos aislados, con «modus operadi de baja sofisticación y fácil acceso». Son, según Seguridad Nacional, «el principal vector de amenaza» en cuanto al terrorismo yihadista para España. Así lo recoge el departamento dependiente de la Presidencia del Gobierno en su último informe, aprobado hace unos meses, y en el que advierte de los riesgos de esta modalidad «autónoma» de terroristas. Individuos que actúan «con independencia de su adscripción a una organización yihadista concreta». «El terrorismo yihadista continuará representando una seria amenaza para la paz y la seguridad y un reto de primer orden para España», se alerta también.

El atentado en Algeciras (Cádiz) ha devuelto a primer plano la amenaza que supone el terrorismo yihadista para España, y las dificultades que afrontan los servicios de seguridad para hacerle frente. En este contexto, junto a la amenaza de los tradicionales grupos terroristas, el informe de Seguridad Nacional insiste en la radicalización de «individuos y células autónomas», incluso sin pertenencia a un grupo yihadista determinado. Un perfil que encajaría a la perfección con lo que se va conociendo del terrorista de Algeciras.

Pendiente de expulsión

Yassine Kanjaa, el detenido este miércoles por asesinar con un machete a un sacristán en el exterior de la iglesia de Nuestra Señora de La Palma de Algeciras y herir a varias personas, se encontraba en situación irregular en España. De 25 años y origen magrebí, quedó en libertad al carecer de antecedentes y estaba a la espera de expulsión desde junio del año pasado.

Según los primeros avances de la investigación, que dirige la Audiencia Nacional, el detenido habría actuado solo, aunque podría haber sido influenciado por grupos radicales a través de Internet. El joven, que llevaba en la localidad desde el verano, había cambiado de actitud en los últimos meses, mostrándose reservado e introspectivo.

Los investigadores de la Policía han hallado unos pendrives con contenido yihadista en el registro de la vivienda en la que residía junto a otras dos personas en Algeciras y el juez de la Audiencia Nacional Joaquín Gadea le relaciona con el salafismo yihadista.

El arrestado no habría planificado en exceso el ataque -para el que sólo se sirvió de un machete-, que acometió tras una visita a la iglesia en la que amedrentó a los feligreses. El auto del juez describe cómo el agresor dio la puñalada mortal a la víctima tras mirar al cielo y gritar la palabra «Alá». Tras su detención, siguió profiriendo gritos de «Alá es grande».

Radicalización

La radicalización de estos individuos es una de las alertas en las que incide el informe de Seguridad Nacional. Se produce tanto a través de contactos directos con adoctrinadores en su entorno familiar y social, como mediante el consumo de propaganda yihadista en Internet y redes sociales. «Cada vez son más los canales y plataformas cifradas y medidas de seguridad adoptadas por los terroristas en sus comunicaciones, a través de los que difunden su propaganda e incitan a la comisión de actos terroristas». Por ello, el documento concluye que «el consumo de esta propaganda en el ciberespacio constituye una de las principales vías de radicalización».

El documento, que fue aprobado en marzo del año pasado en la reunión del Consejo de Seguridad Nacional presidida por Pedro Sánchez, pone también el foco en otros perfiles preocupantes, como el «viajero frustrado», individuos «que intentaron desplazarse sin éxito a zona de conflicto y en los que pervive un interés por la causa yihadista». En muchos casos, precisa Seguridad Nacional, este perfil se caracteriza por ser «el de un joven sin ningún problema de adaptación a España, que mantiene contacto virtual con cuadros del Daesh en zona de conflicto y realiza labores de colaboración para la organización terrorista». «Los atentados que puede realizar no son sólo inspirados sino también teledirigidos por dicha organización terrorista, al menos en lo que respecta a la elección del momento y el objetivo». En España se han observado varios ejemplos de esta metodología.

Otro «foco constante de preocupación», así lo describe el documento, son las prisiones. En las cárceles, «se pueden establecer vínculos con individuos en el exterior (redes de facilitación, tráficos, etc.) difíciles de detectar desde el interior y que son el germen de futuras planificaciones de ataques». A este peligro se suma la organización de células en los propios centros penitenciarios.

«Riesgo alto»

Varios eran los retos pendientes de los que advertía Seguridad Nacional al Gobierno: actualizar el Plan de Prevención y Protección Antiterrorista de 2015, «para redefinir las medidas contempladas para los diferentes niveles de alerta, incluyendo el ámbito de la respuesta tras la comisión de ataques terroristas», elaborar un Protocolo Interinstitucional de respuesta ante Ataques Terroristas, «para agilizar la respuesta inmediata y coordinada en caso de atentado terrorista», y aprobar la normativa necesaria y poner en marcha la estructura territorial diseñada en el Plan Estratégico Nacional de Prevención y Lucha contra la Radicalización Violenta, con la creación de las Oficinas de Prevención de la Radicalización Violenta en las Delegaciones del Gobierno y de los Grupos Territoriales de Prevención de la Radicalización Violenta en el ámbito local.

El informe otorga al «terrorismo y la radicalización violenta» un «riego alto» en el mapa de riesgos para España. Aun así, muy por debajo de las epidemias, la vulnerabilidad del ciberespacio, la inestabilidad económica, la vulnerabilidad energética, los flujos migratorios irregulares, las campañas de desinformación o, incluso, los efectos del cambio climático y «la degradación del medio natural».

En los últimos años, los servicios policiales y de Inteligencia han reforzado el seguimiento de los movimientos islamistas radicales en territorio nacional y se desarrollan actividades que tratan de neutralizar los procesos de radicalización detectados, con objeto de dificultar la consolidación de las tesis radicales en España. Hechos como el de Algeciras demuestran, no obstante, las dificultades para afrontar este fenómeno global.