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Sánchez se jacta de sus 7 años de «gobierno progresista» sin citar la corrupción y sin admitir preguntas

Sánchez lleva desde el pasado 28 de abril sin admitir preguntas sobre los casos que rodean tanto a él como a su partido

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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha alardeado de sus 7 años al frente del Ejecutivo sin mencionar los casos de corrupción que afectan a su entorno personal y profesional. A pesar de que su hermano, David Sánchez, haya sido enviado a juicio y de las últimas informaciones sobre la fontanera del PSOE, el líder del Ejecutivo se ha abonado al silencio administrativo: no ha hecho ninguna declaración al respecto ni ha permitido preguntas de periodistas desde hace más de mes y medio.

«Fue un antes y un después en la apuesta por reforzar el estado del bienestar tras años de recortes, en la lucha contra la precariedad laboral y en la defensa de las pensiones y del sistema de salud», ha presumido Sánchez durante el acto de inauguración del Hospital Universitario de Melilla. Sin embargo, ha preferido dar la callada por respuesta en los múltiples casos que asedian a su Gobierno.

El más reciente, el de la fontanera del PSOE, Leire Díez, que salto a la palestra mediática tras aparecer en unos audios prometiendo acuerdos con la Fiscalía al empresario Alejandro Hamlyn, acusado de fraude de hidrocarburos. A cambio, Díez le pide información sobre un supuesto caso de corrupción que implicaría al teniente coronel Antonio Balas, jefe de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil (UCO), y que es el máximo responsable de la investigación de las causas contra el hermano y la mujer de Sánchez y del caso Koldo.

A pesar del revuelo causado por este nuevo nombre que vincula al PSOE con la corrupción -que se suma a los ya conocidos David Sánchez, Begoña Gómez, Koldo, Ábalos, Santos Cerdán o Álvaro García Ortiz- Sánchez lleva desde el pasado 28 de abril sin admitir preguntas de periodistas en ruedas de prensa y, por supuesto, sin pronunciarse sobre ninguna de estas causas.

El peor momento del PSOE

Pese al optimismo de Sánchez, muchos socialistas están viendo el declive del partido. El más contundente ha sido uno de los barones más críticos con él: Emiliano García Page. El presidente de Castilla La Mancha ha mostrado públicamente su preocupación por el caso de la fontanera del PSOELeire Díez, en lo que él mismo ha calificado como «uno de los momentos más delicados» del partido. «A mí me preocupa lo que conozco, pero mucho más lo que intuyo que queda por conocer», ha asegurado el barón socialista.

«De momento, estamos ante un cúmulo de hechos que nos dejan la impresión de que delante hay un pozo sin fondo. Y por lo que estamos leyendo, todavía quedan muchos mensajes y algunos de ellos, según lo que dicen algunos periodistas, podrían tener presuntamente un sesgo delictivo», advierte García-Page.

A todo esto, añade que también faltan por conocer «los informes que está preparando la Guardia Civil a instancias de los jueces», en alusión al que afectaría al dirigente socialista Santos Cerdán en el caso Koldo. Con respecto a la reacción de su partido a raíz de las informaciones sobre la militante Leire Díez, el presidente castellanomanchengo entiende que, más allá del expediente que se le ha abierto, «deben darse las explicaciones que todavía no se han dado, y hay que tomar medidas que aún no se han tomado».

«No querellarse no presupone una complicidad, pero es evidente que no tomar medidas contribuye a generar incertidumbre y a levantar sospechas», apunta en una entrevista en La Razón. Para Page «la parte más delicada de la actividad pública es la de saber identificar a la gente con la que te relacionas» y recuerda como «hoy Aldama es una bomba de racimo» o «quien recibía mensajes del presidente del Gobierno, en plena confianza política y personal, los archivaba y los metía en un pendrive».

También se muestra crítico con que el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, no haya dejado su cargo tras su imputación. «Creo que tendría mejor defensa sin estar al frente de la Fiscalía. No prejuzgo nada, y no sé cómo puede acabar la cosa, pero cuando uno está al frente de las instituciones tiene que velar también por la reputación de ellas», sostiene. En cuanto a la situación política, entiende que la «solución tiene que venir de la mano del voto porque esta legislatura se sostiene en una carambola impensable».

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