Un Sánchez a la desesperada echa el resto para frenar el sprint final de Casado y Abascal
Pedro Sánchez cierra desencajado la campaña para las elecciones del 10-N frente a unos triunfales Pablo Casado y Santiago Abascal
El cierre de campaña de los principales candidatos ha sido un fiel retrato de los ánimos con los que los partidos enfilan el 10-N.
Pedro Sánchez ha acabado pidiendo la hora, tras una semana de tropiezos que ha empañado su habitual euforia electoralista. El socialista protagonizó en los últimos días un maratón de entrevistas para tratar de remontar unas encuestas estancadas. Un indicio de que en el PSOE se ha instalado la sensación de que, a dos días de las urnas, nada está todavía decidido. El agotamiento se percibe en el propio candidato, que ha afrontado visiblemente fatigado sus últimas citas pre-electorales.
Las encuestas han insuflado un optimismo imprevisto a PP y Vox. El ímpetu del centroderecha se ha dejado notar en una campaña en la que Cataluña ha sido, una vez más, protagonista y que deja un mensaje claro: el domingo, España elige entre la unidad nacional o un Gobierno entregado a los golpistas
Casado y el «voto urgente»
Triunfal y exultante, entre gritos de ‘presidente’ y centenares de banderas de España, el líder del PP ha apelado a un «voto urgente» para impedir que Sánchez gobierne, para «rescatar a España de quienes quieren romperla».
Desde la Plaza de Las Ventas -arropado por 2.500 personas, el aforo completo, más otro millar que se han quedado fuera del recinto- Casado ha pedido el «voto urgente» de aquellos socialistas a los que «duele España» ante la «gravedad» del país por la crisis territorial y económica.
El presidente ‘popular’ ha reclamado con insistencia unir el voto en torno al PP porque si no, ha avisado, «tendremos lo que pasó en abril».
«Yo quiero gobernar España para 47 millones de españoles, incluso para los nacionalistas porque lo hacemos mejor que sus dirigentes. Quiero liderar una nueva mayoría para todos», ha destacado.
También se ha dirigido a los antiguos votantes de su partido, desencantados en los últimos años, para «pedirles lo más sagrado que hay en democracia, que es el voto». «Necesitamos su apoyo para echar a Sánchez», ha exclamado Casado, que se ha admitido «harto de una sociedad fragmentada, de miedos, odios e iras».
El líder del PP ha firmado su «compromiso» con los españoles: por un lado, «bajo ningún concepto» hará presidente a Sánchez. Por otro, si tiene un sólo escaño más que el socialista se presentará a la investidura «sin excusas». Porque, ha censurado, «no merece gobernar España quien no cree, ni siquiera, en su existencia como nación».
Vox y el «voto valiente»
Vox ha cerrado campaña apelando al «voto valiente» para formar «una gran alternativa patriótica y nacional».
El partido ha elegido de nuevo la plaza de Colón para exhibir músculo en la recta final hacia el 10-N, un lugar que se ha convertido ya en un «talismán» para la formación.
Ante un público entregado, Santiago Abascal ha defendido que Vox es la única opción «para devolver la libertad a todos los españoles», para «echar a Sánchez y las políticas totalitarias de la izquierda» y para hacer frente a las «políticas progres».
Abascal ha erigido a su formación como «una alternativa patriótica» para asegura la «concordia nacional» frente a los «viejos odios del pasado». En su opinión, los partidos «entraron en pánico» tras el debate del pasado lunes, en el que, dijo, los espectadores comprobaron que Vox «no mordía ni agredía».
La memoria histórica, la inmigración y la política de género ha cerrado el mitin final. Abascal ha arremetido contra la «memoria histórica» que «sólo trata de rescatar odios, desligitimar a la Corona y derribar la Cruz que tanto representa para muchos españoles».
«Frente a los viejos odios sólo tenemos una palabra: concordia, concordia nacional», ha proclamado el líder de Vox. Y ha añadido: «a los muertos se les respeta, se llamen Franco o La Pasionaria».
«Los españoles, que somos los propietarios de España, decidimos quiénes entran en España», ha dicho, sobre la inmigración ilegal.
Sánchez y el «voto del miedo»
Pedro Sánchez no se ha salido del guión en su mitin final. Agitar el auge de Vox se ha convertido en un mantra para el líder socialista, que, desde Barcelona, ha clamado por movilizar a su electorado.
Ante unas 3.000 personas, Sánchez se ha presentado como la «esperanza» de Cataluña y España frente al extremismo que, ha dicho, representan los independentistas y los «franquistas» de Vox.
Sánchez se ha erigido como el primer presidente que cierra una campaña en Cataluña, y ha apelado quienes «quieren convivencia y no confrontación».
«No solamente hay una España, hay muchas Españas afortunadamente», ha dicho, quien, el lunes, rechazó contestar a la pregunta «¿Es España una nación?».
Sánchez ha apelado en su campaña al votante indeciso, avisándole de que «quien quiera moderación y progreso» sólo tiene la opción de votar al PSOE.
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