Congreso del PSOE

Sánchez dará la estocada final a Carmen Calvo en el Congreso del PSOE: no será presidenta del partido

Pedro Sánchez Carmen Calvo
Pedro Sánchez junto a Carmen Calvo en el Congreso
Joan Guirado

Parecía intocable. Cuando se hablaba de remodelación del Gobierno, antes del verano, pocos se atrevían a decir que Carmen Calvo sería una de las afectadas. Y a su salida, que le pilló por sorpresa, la ex vicepresidenta del Gobierno se fue con la promesa de Pedro Sánchez de que iba a ser recompensada de alguna forma. Lo más probable, con la presidencia del PSOE, un cargo orgánico simbólico, pero con exposición mediática y con cierta influencia. Pero como tantas promesas de Sánchez, tampoco esta se hará realidad.

Pese a haber mantenido un perfil bajo, sin criticar una destitución que le comunicó después de decirle a Félix Bolaños que la sustituiría, y a seguir defendiendo a capa y espada las políticas del grupo parlamentario del que aún forma parte en la tertulia de la Cadena Ser, por la que ha fichado tras salir de La Moncloa, el presidente prepara la estocada final para la que fuera su mano derecha dejándola fuera de juego de todo. Con Sánchez, la lealtad no es un valor a tener en cuenta. Y ahora muchos lo están descubriendo.

Hay muchas dudas de que Calvo vaya a tener algún papel en la reducida dirección del PSOE que prepara el secretario general tras el congreso federal que se celebrará en octubre en Valencia. Como mínimo un papel relevante. En el mejor de los casos, una de las mujeres que concentró más poder en los últimos años, tendría algún cargo residual para no despojarla absolutamente de todo. Algo similar a la Secretaría de Igualdad que ostenta en la actualidad, aunque parece difícil que se mantenga en ese mismo cargo por las tensiones creadas con varios colectivos trans. Si al final le dan algo será por aquello de mantener la honorabilidad, de quien lo ha sido todo en el Partido Socialista pero aún no se quiere jubilar del todo.

Carmen Calvo, que tras salir del Ejecutivo anunció que se mantendría como diputada en el Congreso, de momento es una diputada rasa más, sentada en la tercera fila de la bancada socialista que va a tertulias. Cuando Sánchez la echó de su lado también pensó en nombrarla presidenta de alguna comisión parlamentaria, salida habitual de muchos ex ministros. A ella le gustaría dirigir la comisión de Igualdad, cargo que ha quedado vacante tras la salida de Pilar Cancela para asumir la Secretaría de Estado de Cooperación Internacional. Desde ahí Calvo lograría atar en corto a una de sus principales rivales políticas, la ministra de Igualdad Irene Montero, y eso le juega en contra si Sánchez no quiere molestar a sus socios.

La dirección del nuevo grupo socialista en la Cámara baja, que ahora pilotan Héctor Gómez y Rafi Crespín, buscan junto a Ferraz una salida digna para la ex vicepresidenta hasta el final de la legislatura, cuando lo más seguro es que no repita en las listas del PSOE. A ella, como ha manifestado en sus círculos más cercanos, le gustaría ser alcaldesa de Córdoba, su ciudad natal. El presidente la podría acabar recompensando imponiendo su nombre como alcaldable.

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