España

El Rey llama a recuperar la «convivencia» rota por el sanchismo

Felipe VI ha exigido "serenidad" ante una "contienda política atronadora"

  • Luz Sela
  • Periodista política. En OKDIARIO desde 2016. Cubriendo la información del Congreso de los Diputados. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela. Antes, en COPE, ABC Punto Radio y Libertad Digital.

El Rey Felipe VI ha lanzado un mensaje nítido sobre los retos y dificultades que afronta la sociedad española en un discurso de Navidad marcado por la reciente tragedia de la DANA en la Comunidad Valenciana, que ha dejado 223 víctimas mortales y decenas de miles de damnificados. El monarca ha emergido, una vez más, como guía y baluarte de la unidad y, especialmente, del bien común de los españoles, por encima de la incapacidad de los dirigentes de servir a los ciudadanos. También ha tenido palabras ante el convulso escenario político, marcado por un Gobierno rehén de sus socios y por la deriva agónica de la legislatura.

La DANA ha sido protagonista de la primera parte de la alocución de Felipe VI. Tras elogiar el trabajo de «vecinos, voluntarios, equipos de protección civil, bomberos, cuerpos de seguridad, Fuerzas Armadas, ONGs, y también empresas que organizaron colectas y donaciones, movilizando incluso su personal y maquinaria», el Rey ha lanzado un mensaje claro a las autoridades, recordando que su responsabilidad, ante todo, es asegurar el bienestar de la ciudadanía.

«Esa solidaridad en su sentido más puro y más apegado a lo concreto, la hemos reconocido día tras día en el trabajo ingente de voluntarios anónimos y de servidores públicos; y también hemos comprobado -y entendido- la frustración, el dolor, la impaciencia, las demandas de una coordinación mayor y más eficaz de las administraciones. Porque todas esas emociones -las que conmueven y reconfortan y las que duelen y apenan- surgen de una misma raíz: la conciencia del bien común, la expresión del bien común, o la exigencia del bien común», ha incidido, templado pero sin rodeos, Don Felipe.

El monarca, con la Reina Letizia, la princesa de Asturias y la infanta Leonor, ha tenido ocasión de conocer en primera persona el drama en las zonas afectadas por las riadas del pasado 29 de octubre. En la retina están aún las imágenes de los Reyes en Paiporta, deteniéndose a aliviar la indignación de los afectados mientras el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se desmarcaba de la visita y dejaba solos a los Reyes para huir de las airadas quejas de los damnificados. El pasado domingo, Felipe VI, doña Letizia y sus hijas se desplazaron de nuevo a Catarroja (Valencia) en una visita privada para conversar con los vecinos y recorrer las zonas más golpeadas por las inundaciones.

El Rey ha querido trasladar esa misma sensibilidad a su mensaje de Navidad y, sin olvidar la neutralidad que le exige su papel de jefe del Estado, no ha dejado pasar la oportunidad para exhortar a los dirigentes políticos: «Por encima de las eventuales divergencias y desencuentros, prevalece en la sociedad española una idea nítida de lo que conviene, de lo que a todos beneficia y que, por eso, tenemos el interés y la responsabilidad de protegerlo y reforzarlo», ha advertido. Insistiendo en ese recado, ha añadido: «Es algo que la Reina y yo hemos podido constatar y valorar aún más a lo largo de esta década de reinado. Es responsabilidad de todas las instituciones, de todas las Administraciones Públicas, que esa noción del bien común se siga reflejando con claridad en cualquier discurso o cualquier decisión política».

Don Felipe ha recordado así a la clase política cuál es el principio nuclear que debe guiar sus acciones, que no es otro que «el consenso en torno a lo esencial». «No para evitar la diversidad de opiniones, legitima y necesaria en democracia», ha matizado a continuación, «sino para impedir que esa diversidad derive en la negación de la existencia de un espacio compartido».

Inmigración

Tras dedicar la primera parte de su alocución a la DANA, Felipe VI se ha enfocado en los temas que considera más urgentes para la sociedad española. Ha sido en ese momento en el que el monarca ha hecho visibles sus preocupaciones y sensibilidades, que coinciden con las de los españoles.

En los últimos tiempos, el Rey ha ido adoptando un perfil más duro y directo, acorde con lo que la sociedad reclama ante el creciente choque político. Esta vez ha sido aún más rotundo. «La creciente inestabilidad internacional, el clima en el que se desarrolla con frecuencia nuestro debate público, las dificultades en el acceso a la vivienda o la gestión de la inmigración» son, para Felipe VI, nuestros grandes retos.

No es frecuente que el Rey se refiera a la inmigración en sus intervenciones. Se trata del primer problema para los españoles, como demuestran los distintos sondeos de opinión, incluso por encima de la situación económica y política. Este año, la llegada de pateras ha alcanzado una cifra récord, superior a la crisis de los cayucos de 2006, lo que evidencia la incapacidad absoluta del Gobierno para afrontar este acuciante desafío.

Felipe VI ha sorprendido con una reflexión, serena pero contundente, sobre los riesgos, incluso para la democracia, de no afrontar este reto de la manera debida. Tras recordar que «sin los movimientos de población a lo largo de la historia no podrían explicarse las sociedades del presente, que son sociedades abiertas e interconectadas», ha advertido que «las migraciones pueden derivar -sin la gestión adecuada- en tensiones que erosionen la cohesión social».

En este punto, ha avisado que «el esfuerzo de integración, que corresponde a todos, el respeto -también de todos- de las leyes y normas básicas de convivencia y civismo, y el reconocimiento de la dignidad que todo ser humano merece, son los pilares que deben guiarnos a la hora de tratar la inmigración. Sin olvidar nunca la firmeza que requiere la lucha contra las redes y las mafias que trafican con personas».

«La manera en la que seamos capaces de abordar la inmigración –que también precisa de una buena coordinación con nuestros socios europeos, así como con los países de origen y tránsito– dirá mucho en el futuro sobre nuestros principios y la calidad de nuestra democracia», ha resuelto Don Felipe.

Como es habitual en sus discursos navideños, el Rey se ha mostrado especialmente cercano a los jóvenes, consciente de las preocupaciones de una generación que es también la de sus hijas. El acceso a la vivienda es, sin duda, la principal. A los actores implicados les ha pedido «que reflexionen, se escuchen unos a otros, que se examinen las distintas opciones y que sea ese diálogo el que conduzca a soluciones que faciliten el acceso a la vivienda en condiciones asumibles, en especial para los más jóvenes y los más desprotegidos». Porque, ha señalado, «ésta es la base para la seguridad, el bienestar de tantos proyectos de vida».

También las crecientes tensiones internacionales son motivo de preocupación para el Rey, que ha advertido de la urgencia de «seguir defendiendo con convicción y con firmeza, junto con nuestros socios internacionales, las bases de la democracia liberal, de la defensa de los derechos humanos y de las conquistas en bienestar social sobre las que se asienta nuestro gran proyecto político». El monarca ha enfatizado aquí el valor del proyecto europeo y que «Europa sigue siendo nuestra referencia más valiosa».

Defensa de la Constitución

Esa alusión le ha servido para aterrizar al plano nacional la principal referencia para el futuro de todos los españoles, que no es otra que la Constitución, faro, enseña y guía.

En un momento en que los partidos que conforman el Gobierno de Pedro Sánchez y sus socios parlamentarios tratan de erosionarla, el Rey se ha erigido como su gran garante, símbolo de la estabilidad y marco de la convivencia política de todos los españoles.

Tras recordar que «nuestra gran referencia en España es la Constitución de 1978, su letra y su espíritu», y que «el acuerdo en lo esencial fue el principio fundamental que la inspiró», ha extraído Don Felipe una nueva reflexión: «Trabajar por el bien común es preservar precisamente el gran pacto de convivencia donde se afirma nuestra democracia y se consagran nuestros derechos y libertades, pilares de nuestro Estado Social y Democrático de Derecho».

El Rey ha emergido de nuevo como el símbolo de la estabilidad institucional ante la convulsión política. Su figura representa el espíritu de unidad del 78 y es imagen de los consensos que hicieron posible la democracia española. En tiempos de alta fragmentación, con el Ejecutivo de Pedro Sánchez entregado a los partidos que aspiran a romper el régimen constitucional, el monarca enseña una vez más el camino: «A pesar del tiempo transcurrido, la concordia de la que fue fruto sigue siendo nuestro gran cimiento. Cultivar ese espíritu de consenso es necesario para fortalecer nuestras instituciones y para mantener en ellas la confianza de toda la sociedad».

«Contienda política atronadora»

El jefe del Estado ha tenido críticas también para el tono del debate político. Ha advertido que «un pacto de convivencia se protege dialogando» y que «ese diálogo, con altura y generosidad, debe siempre nutrir la definición de la voluntad común y la acción del Estado». «Por eso es necesario que la contienda política, legítima, pero en ocasiones atronadora, no impida escuchar una demanda aún más clamorosa: una demanda de serenidad», ha enfatizado.

El monarca ha instado a la «serenidad en la esfera pública y en la vida diaria, para afrontar los proyectos colectivos o individuales y familiares, para prosperar, para cuidar y proteger a quienes más lo necesitan». Porque «no podemos permitir que la discordia se convierta en un constante ruido de fondo que impida escuchar el auténtico pulso de la ciudadanía», ha insistido.

Tras advertir de los retos y riesgos para la convivencia, Felipe VI ha querido impregnar la alocución de un tono optimista e ilusionante sobre las capacidades de los ciudadanos para afrontar el futuro. Porque es ahí, en el concepto común de España y nación, donde el monarca deposita toda su esperanza.

«España es un gran país. Una nación con una historia portentosa, pese a sus capítulos oscuros, y modélica en el desarrollo democrático de las últimas décadas, derrotando incluso el acoso terrorista que tantas víctimas causó», ha enfatizado, imprimiendo el ánimo necesario para superar los nuevos desafíos.

Y, para Don Felipe, «ese futuro radica principalmente en nuestra juventud». «La misma que ha hecho brillar nuestro nombre en los Juegos Olímpicos y Paralímpicos y en la última Eurocopa, la que emprende pese a las dificultades y la que está a la vanguardia de nuestra ciencia; la juventud que respeta a nuestros mayores y su valiosa experiencia, la que con más empeño exige avances».

El monarca ha cerrado su discurso mirando de nuevo a las víctimas y afectados por la DANA. «Es tanta la necesidad de los vecinos que deja pequeños todos los esfuerzos», ha señalado en un nuevo aviso, pidiendo «que las ayudas lleguen a todos los que lo necesiten, para que puedan reconstruir el futuro por el que tanto han luchado, afrontando con coraje y dignidad los retos de un presente a veces implacable». «Cuanto antes lo consigamos más reforzaremos nuestro sentido de comunidad, nuestro sentimiento de país», ha sido su último recado a los dirigentes del Estado.