Regresa a España el etarra ‘Txeroki’ para ser juzgado por un atentado en Bilbao en 2002

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El sanguinario etarra Garikoitz Aspiazu Rubina, Txeroki, está de vuelta en España tras ser entregado por Francia para someterse a un nuevo juicio en la Audiencia Nacional, en este caso por un atentado cometido en Bilbao el 12 de enero de 2002 con un coche bomba que causó daños materiales. La Policía Nacional se ha encargado de la custodia del que fuera el jefe militar de la banda terrorista ETA hasta su detención en el año 2018. Lo han trasladado a la cárcel madrileña de Soto del Real.

Fue el pasado mes de enero cuando la Sala de instrucción del Tribunal de Apelación de París decidió la entrega a España del etarra por un periodo máximo de dos meses, pese a que la Audiencia Nacional había solicitado seis. Mientras, la defensa de Aspiazu había pedido que la entrega se limitara a un mes porque en la cárcel francesa de Lannemezan, en la que cumple actualmente su pena, era más fácil prestarle asistencia.

Txeroki, que también es conocido por el alias de Arrano, presunto fue detenido el 17 de noviembre de 2008 en Francia y la justicia de ese país, así como la española, le han condenado en varias ocasiones. En 2011 fue sentenciado a 377 años de cárcel por 21 intentos de asesinato y actos terroristas.

Historial de atentados

Nacido en Bilbao (Vizcaya) el 6 de julio de 1973, supuestamente comenzó a colaborar con el comando Vizcaya después de la tregua mantenida por la banda terrorista entre septiembre de 1998 y diciembre de 1999.

Entre las acciones que se le atribuyen figura el asesinato del magistrado José María Lidón, su participación en los atentados contra los socialistas Eduardo Madina y de Esther Cabezudo, y contra dos guardias civiles en Capbreton (Francia).

La primera condena en España le fue impuesta por la Audiencia Nacional en 2011, cuando fue sentenciado a 377 años de prisión por el intento de asesinato de la mencionada Esther Cabezudo, la ex teniente de alcalde de Portugalete, en febrero de 2002.

En el caso del asesinato del juez Lidón en 2001, la Audiencia Nacional acabó absolviendo al etarra al considerar que no había suficientes pruebas como para considerarles autores de los disparos. Aquel fue un juicio en el que el etarra se mantuvo desafiante ante los miembros del tribunal, negándose a responder preguntas o manteniéndose sentado cuando el juez solicitó que se levantase. En este acto en concreto, fue necesaria la actuación de dos funcionarios de la Policía para cogerle de los brazos y forzarle a incorporarse.

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