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Podemos acusa al PSOE de buscar el ‘sí’ de Cs a la reforma laboral para dar un volantazo a la legislatura

Gobierno CGPJ
Ione Belarra y Pedro Sánchez.
Joan Guirado

El jueves 3 de febrero está marcado en el calendario como un día importante para la coalición socialcomunista y la futura estabilidad del Gobierno. El Congreso debatirá el real decreto de la reforma laboral que prometieron derogar y que, según sus socios, solo «se ha maquillado». Y si no hay un giro inesperado, su convalidación será por los pelos, en el tiempo de descuento y fracturando el débil acuerdo de investidura.

Con sus socios tradicionales enrocados en el ‘no’, la única vía para que salga adelante es la de aferrarse a Ciudadanos. Una opción que aplaude el PSOE y que rechaza Podemos. Los morados creen que los socialistas están forzando esta opción «para romper definitivamente el bloque de la investidura y desarrollar una agenda económica y social menos ambiciosa pero más efectista para ellos en las urnas».

Como en tantas otras votaciones que han quedado atascadas, el PSOE y Podemos negocian por separado como si no formasen parte del mismo Gobierno. Y, además, esas negociaciones paralelas son incompatibles entre sí. Mientras los socialistas garantizan a los agentes sociales y Ciudadanos que no habrá ningún cambio en el acuerdo firmado a finales de diciembre, los podemitas prometen al PNV modificar la prevalencia de los convenios autonómicos por encima de los estatales -algo que ya modifica el documento y que C’s no quiere- y se abre a modificaciones mucho más profundas en un futuro en el Congreso mediante otras leyes laborales con ERC y Bildu -para hacerles cambiar de postura y dejar a los de Inés Arrimadas fuera de la ecuación-.

En Unidas Podemos, que a cada hora que pasa rechazan con menos contundencia el eventual apoyo de los naranjas, ya que saben que si los separatistas no cambian de actitud no les quedará otra que aceptar la negociación que les imponga el PSOE, creen que los socialistas están utilizando la votación de este jueves para marcar distancias sobretodo con ERC y Bildu de cara a la segunda parte de la legislatura.

Unas distancias que, con las nuevas alianzas, facilitarían al Ejecutivo desempeñar una agenda menos ambiciosa en lo económico y en lo social, lo que de facto también obligaría a Podemos a «continuar tragando sapos» o romper la coalición -con el desgaste político que ello comporta- en medio de un año lleno de citas electorales.

En el último Consejo de Ministros, celebrado este martes en La Moncloa, Sánchez, Díaz y Bolaños han hablado de la situación actual de las negociaciones. Y otros ministros, como la líder de Podemos Ione Belarra o la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, también han dado su opinión. Aunque no haya servido para nada más que para seguir constatando sus diferencias sobre las alianzas en el presente y en el futuro.

De aquí a la votación del jueves raramente habrá espacio para convocar ningún tipo de reunión de urgencia que permita llegar a un consenso entre los socios de coalición. Por eso también se ha impuesto la discreción para que ninguna salida de tono, de ningún representante de uno u otro partido, pueda dinamitar lo que sigilosamente se está haciendo. Díaz y Bolaños han dejado su agenda prácticamente despejada para este miércoles. Y el jueves, si el pactómetro sigue igual, Sánchez podría convocarles a primera hora para tratar de buscar una salida al mayor problema que puede tener de aquí a que finalice su mandato.

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