España
Gobierno vasco

El País Vasco beca con 23.000 € un estudio que culpa al machismo de que la mujer no use la bici en ciudad

Entre los "comportamientos" que señalan está "la necesidad de adelantarles" o "el hostigamiento por ir más lentas"

Se culpa a los riders, "mayoritariamente hombres" por "la velocidad que se les exige en su trabajo"

El Gobierno del País Vasco, de coalición entre PNV y PSOE, ha becado con 23.000 euros un estudio que culpa al machismo de que la mujer no use la bicicleta en las grandes ciudades. El documento señala que una de las «limitaciones» que se encuentran las mujeres «en el espacio público» es «la masculinización de los establecimientos ciclistas y la violencia motorizada y machista en el espacio público».

Emakunde, el Instituto Vasco de la Mujer, tiene becas de tres tipos, entre las que está la «búsqueda de iniciativas, propuestas y análisis de factores que favorezcan el cambio de valores en los distintos ámbitos de la sociedad e incidan en la transformación social hacia la igualdad». El Ejecutivo autonómico, encabezado por el peneuvista Imanol Pradales, dispone anualmente de 69.999 euros para estas ayudas.

El organismo dependiente del Gobierno vasco ha premiado el estudio «Mujeres en bici por las calles de las capitales vascas. Diagnóstico participativo con perspectiva de género». Se trata de un estudio firmado por Laura Latorre Hernando, investigadora, formadora, terapeuta narrativa y ciclista urbana, y Guillermo Vera Idoate, especialista en antropología y ética ecológica, y ciclista activista.

Tal y como señala el propio Ejecutivo vasco, se ha realizado «a partir de entrevistas y relatos de mujeres usuarias de la bicicleta como transporte urbano». Entre las «limitaciones y desafíos en el espacio público» que el estudio reconoce que existen, están «las limitaciones meteorológicas, la falta de competencias técnicas, la masculinización de los establecimientos ciclistas y la violencia motorizada y machista en el espacio público, entre otras».

«Violencia motorizada y sexualizada»

«Entendemos que la violencia motorizada y sexualizada que viven las ciclistas no puede estar al margen de la violencia estructural que viven por el hecho de ser leídas como mujeres», indica el estudio financiado por el Ejecutivo vasco.

Además, en otro apartado se señala que las mujeres «como ciclistas no se sienten bienvenidas en ningún lugar, ni en la calzada, ni en la acera». «Además, consideran que tanto las y los conductores como las y los peatones no tienen conocimiento sobre las normas de circulación respecto al uso de la bicicleta, lo que genera enfrentamientos y conflictos de convivencia», apostilla el informe.

Entre los «comportamientos machistas» que señala el estudio está «la necesidad de adelantarles o ponerse delante de ellas en los semáforos, la no cesión del paso en cruces, el hostigamiento por ir más lentas o situaciones en las que la ocupación del espacio por parte de los hombres ha sido invasiva y poco respetuosa».

Las entrevistas que se recogen en ese estudio también señalan que «en muchos casos la conducción de los hombres ciclistas es agresiva, imprudente y poco respetuosa».

Por otro lado, también se culpa a los «trabajadores de reparto», que son «mayoritariamente hombres». «Debido a la velocidad que se les exige en su trabajo, generan situaciones de tensión y conflicto», afean.

A su vez, lamentan que la «mirada androcéntrica se cuela de forma sutil en los entendimientos del uso de la bici». «Se valora la alta velocidad por encima del disfrute del paisaje, la temeridad (entendida como seguridad) en la conducción por encima de la prudencia, la destreza por encima de la convivencia y el cuidado, la competencia por encima de la colaboración», espeta.

Otro de los elementos que desde el estudio consideran que puede «desincentivar el uso de la bici en las mujeres, por los efectos que tiene sobre ellas», es «el alto grado de masculinización de los establecimientos ciclistas» como las «tiendas y talleres».