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Los Mossos detienen a un violador en serie que se disfrazaba para atacar a sus víctimas en Barcelona

El agresor, calificado como "altamente peligroso", usaba peluca, bigote postizo y gafas para dificultar su identificación

Los Mossos d’Esquadra han puesto fin al terror de un violador serial que aterrorizaba la comarca del Baix Llobregat. El arresto del peligroso criminal se produjo el pasado 2 de septiembre en Castelldefels, tras una investigación que duró varios meses y que permitió vincularlo con al menos dos brutales agresiones sexuales.

El detenido, que ya ha ingresado en prisión tras prestar declaración ante el juez, desplegaba un modus operandi tan singular como escalofriante: se disfrazaba con gorro, peluca, gafas graduadas de pasta y bigote postizo para atacar con extrema violencia a sus víctimas, a las que amenazaba tanto con arma blanca como con arma de fuego.

La policía catalana define al arrestado como «un agresor sexual serial, singular y altamente peligroso», cuyo nivel de violencia y sofisticación en los ataques alertó desde el primer momento a los investigadores del Área Central de Violencias Sexuales de la División de Investigación Criminal (DIC).

El violador actuó al menos en dos ocasiones en Gavà, siempre siguiendo el mismo patrón: ataques nocturnos en la vía pública, uso de disfraces para ocultar su identidad y empleo de múltiples armas para someter a las víctimas.

La primera agresión tuvo lugar el 1 de octubre de 2024. El criminal atacó brutalmente a una mujer en plena calle, amenazándola con un cuchillo y causándole heridas en manos y brazos. La víctima, en un acto de valentía, proporcionó a los agentes una descripción detallada que incluía el bigote y las gafas graduadas que portaba el agresor.

El segundo ataque se produjo el 24 de enero de este año, también en Gavà. En esta ocasión, el nivel de violencia se incrementó: el violador no solo empleó arma blanca, sino que también amenazó a la víctima con un arma de fuego. Además, utilizó diferentes herramientas para inmovilizar completamente a la mujer antes de consumar la violación.

Esta segunda víctima confirmó el patrón: el agresor llevaba un bigote negro posiblemente postizo y unas llamativas gafas graduadas de pasta negras y grandes, presumiblemente falsas.

Desde el primer ataque, los Mossos barajaron la hipótesis de estar ante un violador en serie. Los analistas policiales elaboraron un perfil criminológico que confirmó sus peores temores: la violencia extrema, el modus operandi único y la alteración deliberada de la apariencia física señalaban a un depredador sexual de máxima peligrosidad.

La investigación se intensificó con dispositivos de vigilancia activa en la zona de los ataques. Los investigadores trabajaron contrarreloj, conscientes de que el agresor podría atacar nuevamente en cualquier momento.

El trabajo meticuloso de la policía científica de los Mossos fue clave: lograron acreditar la participación del detenido en ambas violaciones a través de los indicios recogidos en los lugares de los ataques.

Durante uno de los operativos de vigilancia, los agentes identificaron a un hombre con gorra y gafas cuya descripción encajaba perfectamente con los testimonios de las víctimas. La red se había cerrado definitivamente sobre el violador serial.

El arrestado, que ahora se encuentra en prisión preventiva, se enfrenta a múltiples cargos: dos delitos de agresión sexual con violencia e intimidación, dos delitos de lesiones, tenencia ilícita de armas y robo con violencia e intimidación.