España
En el acuerdo para el Brexit

Irlanda deja en evidencia la cesión de Sánchez con Gibraltar: con menos fuerza saca más a Reino Unido

Pedro Sánchez ha cedido hasta llegar al ridículo en la defensa de las aspiraciones españolas en Gibraltar. El presidente español -tras regalar el derecho de veto del que disfrutaba España en el tratado del Brexit- ha asegurado que era el máximo “razonable” al que se podía aspirar. Pero Irlanda se ha encargado de dejar en evidencia a Sánchez: con mucha menos fuerza de negociación, esta región ha demostrado que se podían frenar las aspiraciones de Reino Unido y que la Unión Europea estaba dispuesta a escuchar y defender otras posturas, eso sí, si el primero que las defendía era el propio afectado.

La pelea de Irlanda era mucho más potente que la de Gibraltar. Ni la República de Irlanda ni Irlanda del Norte (integrada en Reino Unido) querían una ruptura dura. Básicamente porque hubiese supuesto la fractura de una zona de comercio natural que se ha acostumbrado a que una Irlanda, por mucho enfrentamiento que haya habido, vive de la otra y la otra de la una.

Era el principal escollo de la negociación del Tratado del Brexit. Y se ha alcanzado una solución sin aplastar las pretensiones de Irlanda del Norte. Es decir, justo lo contrario de lo que ha ocurrido en el caso español en Gibraltar, donde el Gobierno de Sánchez ha renunciado a toda reclamación de soberanía o cosoberanía a cambio de nada.

La solución en el caso irlandés ha permitido evitar los controles fronterizos. Así, si en julio de 2020 no se ha logrado un acuerdo entre las partes, Reino Unido tendrá que elegir: o prorroga el periodo de transición posterior al Brexit, o se queda indefinidamente en una unión aduanera con la UE. Es decir, que no podrá aislar a Irlanda del Norte cortando sus rutas tradicionales de comercio.

En caso de optar por la última opción, además, Irlanda del Norte accederá a un estatus especial: además de quedarse en la unión aduanera, aplicará las normas de Bruselas en materia agrícola y en intercambio de mercancías, algo que, de nuevo, defiende los intereses de esta región. Tan sólo habrá controles entre Irlanda del Norte y el resto de Reino Unido para el tráfico de animales vivos y productos animales, y los habrá a efectos excesivamente de seguridad alimentaria.

De este modo, el beneficioso acuerdo para Reino Unido -que le permitirá seguir en la unión aduanera tras el Brexit siempre que siga aplicando las reglas comunitarias en materia social, medioambiental, de ayudas públicas, de competencia y de fiscalidad, se convierte en una opción definitiva para Irlanda del Norte, a menos que esta región acepte cambiarla en un acuerdo con Reino Unido.

Es decir, justo lo contrario del desastre de negociación cosechada por Sánchez: que sólo podrá obtener el beneficio de una cosoberanía si Reino Unido lo acepta en una negociación posterior y ya con una España sin la capacidad de presión de contar con la UE detrás suyo.

Irlanda se convierte, de este modo, en la evidencia viva, del desastre cosechado por Pedro Sánchez, que renunció a reclamar la cosoberanía de Gibraltar donde debió hacerlo: en el acuerdo del Brexit, tal y como adelantó OKDIARIO.

Ahora, el presidente del Gobierno español pretende engañar a la población afirmando que un pacto sin validez imperativa para Reino Unido es la solución. Pero lo cierto es que Sánchez ha renunciado al derecho de veto que le dejó el Gobierno de Rajoy en esta materia.

El Gobierno de España, en definitiva, ha capitulado de su responsabilidad de defender la soberanía de España en el Peñón y, lo más grave es que, además, ha renunciado al acuerdo unánime de los 27 Estados miembros de la Unión Europea, alcanzado en marzo por el Gobierno del Partido Popular, por el cual ya estaba asumido por el Reino Unido que nada se podía negociar sin el acuerdo de España, y que había un derecho de veto de cualquier cambio en la relación de Gibraltar con la UE sin el acuerdo del Parlamento español.