La investigación busca pruebas de que Ana Julia actuó con premeditación para culparla de asesinato
Ana Julia confiesa a la Guardia Civil que asesinó a Gabriel asfixiándolo tras golpearle con un hacha
La investigación sobre el asesinato del pequeño Gabriel Cruz, de ocho años, trata ahora de desentrañar los tiempos del crimen y, sobre todo, si Ana Julia Quezada actuó con premeditación.
La mujer confesó este martes que asesinó al niño dándole un golpe en la cabeza con la parte roma de un hacha. Después, lo asfixió. El crimen, según su testimonio, se cometió en la finca que la familia paterna tenía en Rodalquilar, a cuatro kilómetros de la casa de su abuela, donde Gabriel pasaba unos días bajo tutela de su padre. Según declaró la detenida, allí iniciaron una discusión, en la que el pequeño la agredió. Ella lo mató.
La premeditación es clave para el futuro penal de Ana Julia. Si hubo premeditación, será acusada de asesinato, con penas de 15 a 25 años de cárcel o prisión permanente revisable en el caso de que no sea derogada. Si no hubiera premeditación, sino el resultado de la pelea que alega la confesa del crimen, sería acusada de homicidio, con penas de prisión de 10 a 15 años.
Los investigadores reconstruyen ahora cómo Gabriel llegó a la finca. Según la versión de Quezada, se subió con ella voluntariamente a su coche. De acuerdo a la declaración de la abuela del pequeño, la mujer había salido de la casa antes que Gabriel, que le había pedido permiso para ir a jugar con unos primos, a apenas 100 metros de la vivienda. De ser así, el crimen sería premeditado, lo que agravaría la pena sobre la detenida.
La única acusada de la muerte de Gabriel ha declarado este jueves, tras el mutismo que había mantenido desde el domingo. La mujer fue arrestada cuando trasladaba el cadáver del niño en el maletero de su coche, después de sacarlo de un pozo, ubicado en esa finca, donde lo tenía escondido. Quezada pasará este miércoles por la mañana a disposición judicial.
Entre tanto, la ropa que llevaba Gabriel ha sido encontrada este martes en un contenedor en la urbanización Retamar, a unos treinta kilómetros de donde desapareció. La presunta asesina habría llevado las prendas hasta allí con la intención de ocultarlas, en uno de los múltiples desplazamientos que, según fuentes cercanas al caso, realizó durante los días de rastreo.
Precisamente, esos continuos movimientos extrañaron a su entorno: según varios testimonios, Quezada se ausentaba durante las labores de búsqueda con la excusa de que debía sacar dinero del cajero, a varios kilómetros, o que debía hacer compras. Un comportamiento que llamaba la atención.
La Guardia Civil ha iniciado trabajos de excavación en la finca de Rodalquilar, en la búsqueda de nuevas pistas que arrojen luz sobre el crimen. El terreno fue inspeccionado de forma minuciosa durante los doce días que duró la búsqueda de Gabriel.
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