Inmigración ilegal

Intento de motín con cuchillos y tijeras en un centro de ‘menas’ en Gran Canaria

Uno de los centros dedicados a la atención de menores no acompañados desde le inicio de la ola de inmigración ilegal se ha convertido en lugar habitual de peleas y de visitas recurrentes de la Policía.

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Alfonso Egea
  • Alfonso Egea
  • Jefe de Investigación en OKDIARIO. Anteriormente fui responsable de la sección de Actualidad y Sucesos en Espejo Público, en Atresmedia. He publicado cuatro libros y actualmente colaboro en programas de televisión en Mediaset y en Telemadrid. Agradecido por tener el reconocimiento de la Policía Nacional de Madrid y la medalla al mérito de la Guardia Civil.

La secuencia es ciertamente angustiosa. Permanentemente se escucha por espacio de casi cuatro minutos y medio la misma frase pronunciada entre sollozos por un chico que permanece tutelado en un centro de menores no acompañados, ‘menas’, en la zona de Tafira, en Gran Canaria. “Hermano, hermano, policía, policía…”. La angustia y el llanto del chico que pronuncia esas palabras crecen viendo el resto de la escena. Otro joven permanece inerte en el suelo, boca abajo. La sensación es que le sucede algo muy grave porque no mueve ni un músculo. A la vez varios agentes de Policía miembros de una Unidad de Intervención Policial se van sumando a la escena. Unos calman al joven que no para de hablar, otros se acercan al chico tumbado que en apariencia ni respira. El vídeo por sí sólo parece mostrar a un grupo indefenso de chicos muertos de miedo ante policías impasibles. Sin embargo, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

“¡A ese lo voy a denunciar por intento de agresión!”. De repente entra en escena un hombre vestido de blanco, visiblemente alterado. Al parecer estaba con los chicos justo antes de que alguien comenzara a grabar el vídeo. Pertenece al personal de uno de los centros que se dedica a tutelar a menores no acompañados desde que empezó la ola de inmigración ilegal en Canarias. El hombre vestido de blanco, ya entrado en años, se revuelve contra uno de los chicos cuando vuelve a escuchar otra vez lo de “hermano, por favor, policía” y mostrándole unas tijeras al chico le grita “¡Al que me vuelva a intentar a apuñalar lo mato!”.

Evidentemente el hombre está fuera de sí. Acaba de repeler un intento de apuñalamiento por parte del chico que está en el suelo. Lo que ha detonado la situación ha sido precisamente la prohibición de los educadores a ese presunto menor en concreto de salir a la calle. Y a partir de ahí llegaron las amenazas que acabaron con la necesidad de llamar a la Policía Nacional para que se ocupara de la situación.

Miles de pruebas biológicas pendientes

El camino para llegar a ese centro en concreto ya es conocido por las patrullas policiales. Se encuentra en la calle Lirios, no lejos de otro centro de menores. De hecho, la oleada de inmigración ha disparado los internamientos y en esa calle un colegio religioso ha sido habilitado parar acoger a más ‘menas’. Son las propias fuentes policiales las que hablan de menores desde un punto de vista administrativo porque hay que recordar que ahora mismo en Canarias hay entre 1.300 y 1.500 menores pendientes de que las pruebas biológicas demuestren que lo son.

Pero mientras eso sucede el mero hecho de que a su llegada a las Islas estas personas hayan dicho ser menores los convierte en menores irrefutables de cara a la Administración. Eso les otorga un nivel de protección que entre otras cosas les permite el libre deambular desde los centros siempre que los educadores lo consideren oportuno. Cuando se les frustra esa libertad se registran episodios como el del vídeo. De hecho las fuentes policiales consultadas por este diario relatan situaciones mucho más complicadas en la misma zona con otros menores. En aquella ocasión una patrulla se vio acorralada por varios menores que lograron incluso arrebatarles las armas de fuego. Llegaron a apretar el gatillo pero como medida de seguridad los agentes no llevaban montadas las pistolas y les fue imposible detonarlas, lo que seguramente salvó la vida de los policías.

La presión sobre los centros tutelados de ‘menas’ en Canarias, sobre todo, en Gran Canaria se ha disparado precisamente por esa estrategia que las mafias de tránsito ilegal de personas tienen más que aprendida: al llegar, si tu fisionomía lo permite, siempre tienes que decir que tienes 17 años. La Ley dice que la prueba biológica basada en las dimensiones de la mandíbula y la muñeca tiene un margen de error entre los 17 y los 20 años. Ese margen suele dejar en el limbo unos 300 casos, pero con un 1000% más de inmigrantes ilegales esa cifra se ha multiplicado cinco veces. De hecho la propia alcaldesa de Mogán, una de las localidades más castigadas en esta ola de inmigración ilegal, denuncia que el cuidado de los menores supera en mucho sus capacidades y que desde el resto de las Islas sólo se ofrecen 100 plazas para aliviar la situación. Y el aumento de presuntos ‘menas’ disparan también los delitos protagonizados por ellos.

El episodio de Tafira acabó bien para todos. El menor inmóvil en el suelo se levantó del suelo sin más. Los demás ‘menas’ fueron amonestados. Los educadores se calmaron. La Policía simplemente levantó acta, hasta la próxima llamada para acudir a un centro donde cada vez es más complicado evitar escaramuzas de este tipo.

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