Inteligencia relaciona los sobres incendiarios con los enviados a otras embajadas de Ucrania en Europa

Inteligencia relaciona los sobres incendiarios recibidos en España con la oleada de paquetes con vísceras animales enviados a otras embajadas de Ucrania en Europa. La última en recibirlo ha sido la embajada de Ucrania en Madrid el viernes 2 de diciembre. Este segundo sobre contenía un ojo aplastado de un animal, un gesto de amenaza evidente que ha llegado sólo dos días después de un primer sobre con contenido pirotécnico.

Los investigadores ven la campaña de sobres incendiarios enviados en España y franqueados en Valladolid como algo unido a la oleada de sobres con vísceras de las embajadas de Ucrania en Europa. Lo analizan como un todo, como una campaña más de tácticas híbridas de conflicto para atacar a Ucrania y a quienes apoyan a Ucrania puesta en marcha de manera simultánea por los mismos actores. Diferentes remitentes, los de los sobres incendiarios y los de las vísceras, pero unidos por una misma motivación y en el mismo espacio temporal.

Una de las hipótesis principales de los investigadores es que los autores del envío de la media docena de sobres incendiarios enviados en España se camuflen entre algunos grupos de prorrusos contrarios a Ucrania, opuestos a los socios que apoyan a Ucrania, y por tanto a las empresas de equipamiento militar que hacen factible ese apoyo. No es la única hipótesis, ya que una persona radicalizada puede usar las «fuentes abiertas», como consultar en internet, y obtener información necesaria sobre objetivos disponiendo de conocimiento para la preparación de artefactos. De hecho, los sobres contenían cajas de madera, fabricadas para la ocasión, con un dispositivo de ignición de cierta complejidad.

Sin embargo, para los especialistas de inteligencia de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (FCSE) es más factible que exista cierta organización detrás debido a la intensidad del ataque, y que ese presunto grupo de radicales camuflados entre los grupúsculos del mismo signo, se encuentre en suelo patrio. Eso explicaría la elección de España como objetivo, dado que el papel de nuestro país en la guerra es secundario.

Se trataría de sujetos que actúan en España con una motivación clara, que es  la de llamar la atención para su causa, de ahí la diferencia entre las dos oleadas de cartas incendiarias. La primera, para el presidente del Gobierno que no tuvo repercusión, y los otros cinco sobres enviados una semana más tarde buscando el éxito que no tuvo el sobre enviado a Presidencia del Gobierno. Otro dato lo corrobora, todos los sobres, similares en formato y caligrafía con la dirección del envío, se habían franqueado en España.

El otro factor a analizar, según fuentes de los servicios de información, es el momento elegido. Los investigadores relacionan los sobres incendiarios enviados en España, con la coincidencia de la oleada de sobres y paquetes amenazantes a embajadas de Ucrania en países europeos como Italia o Países Bajos. El último a la embajada de Madrid, y enviado desde fuera de España.

Es lógico creer, razonan, que la relación entre los que envían los sobres incendiarios en España y las cartas con vísceras enviadas a las embajadas desde el extranjero, se mueven bajo la misma batuta. Se refieren a que podrían estar inspirados o dirigidos por actores externos más acostumbrados a practicar tácticas de guerra híbrida. Una guerra que se combate no solo en el campo de batalla, también en el frente económico, mediático o social. Un concepto que significa cometer actos hostiles contra el rival con el objetivo de debilitarlo desde dentro para que cambie de postura.

En definitiva, los servicios de información han comenzado a buscar al autor o autores de los envíos de los sobres pirotécnicos, entre los grupos de radicales prorrusos, de los que sospechan que actúan de forma coordinada con otros ataques en el extranjero (los sobres con víscera de anímales) inspirados o dirigidos por actores externos a España. De momento, es sólo una hipótesis, la del inicio de las investigaciones que corren paralelas a los estudios de criminalística sobre los restos de los sobres. Al menos las FCSE pudieron desactivar uno de ellos sin detonarlo, dejándolo listo para los análisis caligráficos, lofoscópicos y de ADN pertinentes.