Iglesias: «Mi abuela servía a señoritos y hoy su nieto está en el Parlamento cagándose en sus muertos»
Se acabó la «fábrica de amor» de Podemos. El secretario general del partido morado, Pablo Iglesias, reivindica el «rencor», la «revancha» y la «rabia» como motores que deben impulsar la política de un partido de izquierdas.
Lo hizo el jueves en la presentación del libro «La clase obrera no va al paraíso», escrito por Arantxa Tirado y Ricardo Romero (conocido como Nega e integrante del grupo de rap Los Chikos del Maíz).
Durante el acto celebrado en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, Pablo Iglesias se jactó entre risas de los tiempos en los que «asesorábamos a terribles gobiernos de América Latina».
Se refería a los cerca de 7 millones de euros que el Gobierno de Venezuela ordenó pagar a la Fundación CEPS, de cuyo patronato formaban parte el propio Pablo Iglesias, Íñigo Errejón, Juan Carlos Monedero, Carolina Bescansa, Alberto Montero y Luis Alegre, entre otros dirigentes actuales de Podemos.
«La clase obrera no va al paraíso»
Durante la presentación del libro, Iglesias destacó que el rencor, la revancha y la rabia son «la gasolina» que ha llevado a ambos autores a escribir «La clase obrera no va al paraíso». Y a partir de ello, reflexionó sobre la importancia de la «conciencia de clase» y el «orgullo obrero» para un partido de izquierdas.
Pablo Iglesias lo ilustró con su propio relato personal: «Yo vengo de una familia de izquierdas de toda la vida, pero soy hijo de universitarios. Mi padre inspector de trabajo y mi madre abogada sindicalista, abogada de obreros».
El líder de Podemos recordó que fue criado junto a su madre por «dos mujeres obreras de Vallecas [su abuela y su tía abuela], hijas de un paleto de Soria que tuvo que emigrar a Madrid para ser panadero».
«Esas mujeres obreras tenían su mala leche y su forma de insultar», añadió, «un insulto muy suyo era jodío paleto, así despreciaban a la gente de los pueblos que iban a vender sus productos a Madrid».
Adiós a las clases medias
Pero esa «mala leche» forma parte, en opinión de Pablo Iglesias, de la «conciencia obrera». Y lo explicó así: «Mi tía abuela Ángeles sirvió en muchas casas fregando para otros, y ahora su nieto está en la tribuna del Parlamento cagándose en sus muertos, por decirlo pronto y bien».
En opinión de Pablo Iglesias, se trata de una expresión del «orgullo de clase» y del verdadero sentido de la democracia: «La democracia no es que cada cuatro años podamos votar o que te regalen la Monarquía dentro de la Constitución, sino que pueda estar en el Parlamento el nieto de los que antes tenían que trabajar sirviendo a otros».
A su juicio, el éxito del PSOE de Felipe González en los años 80 fue «consolidar las expectativas de la clase media, pero eso entró en colapso con el 15M», debido al empobrecimiento de buena parte de la población provocado por la crisis económica de 2008.
Por este motivo, consideró que Podemos debe basar su política en el «orgullo obrero» y el concepto decimonónico de la «lucha de clases», en lugar de ser un partido «transversal» como defiende Íñigo Errejón.
Lo último en España
-
La DGT desata la polémica en Madrid: instala las únicas cámaras de toda España que multan por pisar una línea continua (y sabemos dónde están)
-
Cuándo son las preuvas de la Puerta del Sol de Madrid: horario, dónde son y quién las da
-
Las abuelas vascas en Navidad preparan estos pinchos: te chuparás los dedos sin duda
-
Navidad en Sevilla 2025: recorrido por mercadillos, belenes y luces que no te puedes perder
-
Giro inédito en el aparcamiento en Málaga en verano de 2026: qué significa el color naranja en este municipio
Últimas noticias
-
La viral contestación de Haaland a Guardiola por su exigencia de no pasarse de peso en Navidad
-
Máxima preocupación en Palma: buscan contrarreloj a un hombre desaparecido en Nochebuena
-
La nieve llega a Barcelona y METEOCAT lo ha confirmado: a partir de este día
-
El ISIS manda a sus terroristas matar a los cristianos a martillazos para sacar «la Trinidad de sus mentes»
-
Un cetrero aragonés descubre la clave para controlar la sobrepoblación de jabalíes: sorprendentemente la solución no está en los cazadores