Franco es del PSOE
En su sectaria indigencia intelectual, Pedro Sánchez se ha ido a la ONU para presentarse como el gran hacedor histórico de la democracia española, como el elegido que ha levantado de su tumba al criminal más grande que haya conocido nunca nuestro país. Conscientemente, cuarenta y cinco años después de su muerte, Sánchez ha hecho de Franco el gran ariete de su campaña. Y, claro está, la oposición ha empezado a reaccionar. No Ciudadanos, que una vez más, esta vez por boca de la antigua separatista, Lorena Roldán, desbarra, y no ya Vox, algunos de cuyos postulados políticos podrían convivir con los del general, sino el PP que, con toda la razón del mundo, ha denunciado que el PSOE utiliza los huesos del autócrata con dos fines; unir a toda la izquierda junto a él, y presentar a sus “tres derechas” como herederas del régimen franquista. Y para calentar estos objetivos le da igual, una vez más, la verdad.
Franco no fue un «okupa»
Porque Sánchez ha urdido, junto con su inseparable tahúr Iván Redondo, una campaña para, de entrada, retratar a Franco como un “okupa” que durante cuarenta y cinco larguísimos años ha usurpado un espacio público. Lo ha dicho, con su lengua de prócer insensata, Adriana Lastra que, sin ambages, ha depositado sobre su partido, el de los socialistas, la responsabilidad trascendente de haber derrotado, tantísimo tiempo después, a los fascistas de Franco. Lo cierto es que a éste le importaba un comino dónde ser enterrado.
Unos meses antes de morir, ya comunicó a su médico, el doctor Pozuelo Escudero lo siguiente: “Me da igual donde me sepulten pero, eso sí, vestido de gala militar porque esa gala es sobre todo para tres ocasiones: para casarse, para celebrar el Corpus Christi y para entrar en batalla antes de la muerte”. Esta confidencia me la relató directamente el médico. Fue llevado Franco al Valle de los Caídos más que nada porque su lloriqueante presidente del Gobierno, Carlos Arias Navarro, así lo quiso. Y a este respecto una confidencia exclusiva: Arias, algunos años después, depositó sobre el ya Rey de España, Don Juan Carlos, la culpabilidad de aquella inhumación. Simplemente, mentira.
La derecha reacciona
Y también ahora una verdad, esta vez de carácter actual: durante meses, el muñidor del “Franco a un osario común”, el citado Redondo, ha presumido ante propios (los periodistas apesebrados que le bailan el agua) y también ante extraños (los que se dejen seducir por los lugares comunes que maneja como si fueran hallazgos de Premio Nobel) de que su engendro, el levantamiento del cadáver, ha marcado la agenda política nacional hasta tal punto que las mencionadas “tres derechas” han caído en la trampa y, a base de contestar a la campaña monclovita, se han enmerdado en ella.
Al fin, piensan Redondo y sus palmeros, se han contaminado tanto que la gente cree de buena fe que son firmes defensores del franquismo. El franquismo guerracivilista a la campaña. Y en esas siguen Sánchez y su escudero, por eso el PP ya ha anunciado que no entrará a este trapo, a este engaño, que Franco no es su hombre, que interesa hablar del desastre de las pensiones, la crisis económica que ha denunciado con crudeza el Banco de España, el desafío criminal (con intento de atentados incluido) de los sediciosos catalanes o el peligro cierto de convertir a España en una sucursal o segunda marca, de Maduro. La derecha no se va a ocupar de Franco. No es su tema; Franco es del PSOE.
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